viernes, 31 de agosto de 2012


OTRA VEZ EN CIUDAD DE PANAMÁ. ISLA DE TABOGA


Isla de Taboga


Buitres Coragyps atratus a la puerta del mercado municipal
Llegamos a la ciudad  a media tarde y nos dirigimos al mismo alojamiento de nuestra anterior estancia, donde ya tenemos una reserva para un par de noches.
Una vez más, hay que recuperarse del largo viaje, y afortunadamente Sahara no ha vuelto a tener fiebre ni ningún otro síntoma de estar enfermo.
De nuevo recorremos parte de la ciudad para realizar cosas pendientes, como visitar “una de las mejores librerías de América Central”, que no era tal; comer un cebiche en el mercado de mariscos, y cosas por el estilo.


Un indio en la ciudad

Y también una vez más, visitamos una parte del Parque Metropolitano para ver algún bicho, aunque en esta visita solo tenemos suerte con algunos pájaros.

Pintados con jagua en el Metropolitano

Pasamos una tercera noche en Panamá City antes de coger un barco hacia la Isla de Taboga, situada pocos kilómetros al frente de la ciudad. La idea es volver un par de días a la playa y, si hay suerte, ver alguna ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) de camino desde el ferry o desde las colinas de la isla con el telescopio.

La travesía es bastante curiosa, pues se pueden ver los altos rascacielos del barrio financiero desde el mar, además de una multitud de barcos mercantes fondeados en fila en espera del cruce del Canal hacia el Océano Atlántico.
Aún sin demasiada suerte, consigo ver durante un momento el lomo de una ballena cuando sale a respirar. Menos da una piedra…

La Isla de Taboga no es tan espectacular como otros lugares de Panamá, pero para estar tan cerca de la ciudad, nos da lo que le pedimos: tranquilidad, la posibilidad de relajarnos un poco y playas en las que bañarnos y disfrutar en un agua templada. Aunque como siempre, intentamos sacar algo más, y también caminamos entre una densa vegetación hasta alguno de los puntos más altos, desde donde peinar el mar en busca de las ballenas, que no aparecen.

Campamento con buitres al fondo

Acampamos en la propia playa, donde tenemos leña de sobra para una buena fogata y, además de dormir más a gusto, también nos ahorramos el pagar un alojamiento, algo que siempre está bien, pues queda mucho viaje por delante y hay que economizar todo lo que se pueda.
Sahara ya nada sin ayuda en la zona donde no hace pie y ha perdido todo el miedo que le quedaba. Eso sí, con los manguitos siempre colocados y tragando agua de vez en cuando, pero pronto comenzaremos a enseñarle sin ningún artilugio que le ayude a flotar cuando estemos una temporada otra vez en la costa.




De vuelta a tierra, pasamos una última noche en el alojamiento del Casco Viejo, desde donde nos despedimos de la ciudad, pues mañana partimos hacia Santa Catalina y la Isla de Coiba, donde nos han hablado de unas inmersiones de buceo espectaculares, así que allá vamos.


Espectacular cola de barcos esperando en el mar para cruzar el canal


                                          Buitres en el mercado:
  

                                          Parque Metropolitano:

  







                                          Las Kunas de la ciudad:








Puestos de verdura callejeros

                                                    Mapache cangrejero (Procion cancrivorus) en el puerto de Causeway:


Ferry a Taboga con mercantes al fondo

Un descanso en el pueblo de Taboga

                                                    Trepando:


Dendrobates auratus:



Sahara y buitres frente a nuestro campamento en la playa:





Nada que añadir

Desde la isla también se ven los mercantes.
El bulto en la orilla son Carmen y Sahara bañándose.

Y aquí están más cerca

De vuelta a la ciudad

¡Hasta la próxima aventura!


jueves, 23 de agosto de 2012


DARIÉN. LA ÚLTIMA FRONTERA SALVAJE (III)


Volvemos a visitar a nuestros amigos emberás (02-05/08/12)


Pintados con Jagua (Genipa americana) a las afueras de la aldea de Playona


Después de la tarde de descanso tras el viaje desde el Parque Nacional Darién, Sahara se encuentra mucho mejor y ya no tiene fiebre, así que nos dirigimos otra vez a Playona con los víveres que nos quedan de nuestra expedición por la selva y con la intención de pasar allí un par de noches. Además llevamos carne de sobra para invitar a toda la familia de Belkis a un par de buenas comidas.
La acogida fue muy buena, y enseguida Rosalía, la mamá de Belkis, nos ofrece su casa para montar la tienda de campaña durante el tiempo que pasemos allí.

Hizo muchos amigos, aunque en la foto no esté muy integrado
Para Sahara esta visita resulta muy productiva, además de necesaria después de tantos días en la selva sin ver un solo niño de su edad. Se pasa el día jugando con su amiga, aunque no es hasta el día siguiente cuando se empieza a integrar con el resto de niños del vecindario.
La verdad es que en ese sentido estos poblados son geniales, ya que abundan los niños de todas las edades que pululan libremente por la aldea, se bañan en el río y hacen un poco lo que quieren.
Pero una de las cosas que más le gustó al enano fue dormir por primera vez en casa de una amiguita y poder jugar con ella de la mañana a la noche.

Sahara en medio del poblado 
Nosotros recorremos el poblado de arriba abajo, paseamos por los alrededores y preguntamos a todos los vecinos a ver si alguno tiene jagua, ya que nos queremos pintar otra vez y no hemos podido conseguirla antes de llegar.
Parece que la cosa está difícil y nos comunican que el único árbol que queda en la zona está en el huerto de la familia de nuestros anfitriones, que aparentemente no muestran gran interés en llevarnos.



Lavando ropa entre juego y juego

Durante nuestro segundo día en el poblado vamos a darnos un baño y a lavar la ropa en el río, y enseguida nos vemos rodeados por un montón de niños con los que pasamos un muy buen rato jugando en el agua hasta no poder más.




Camino del huerto
A la vuelta del baño, la familia de Rosalía nos sorprende diciéndonos que comamos rápido para ir al huerto a recoger jagua, que esta tarde nos van a pintar.
Su huerto está río abajo, y llegamos tras un bello paseo en piragua, primero a remo y luego a motor.
Recogemos un saco lleno de frutos de jagua, además de otro de mangos y algunos limones, y casi toda la familia participa en la excursión con alegría.



Sesión de pintado
Después toca rayar los frutos, suficientes para pintar a una poca de gente, aunque solamente nosotros vamos a ser decorados. El resto del líquido conseguido será para que nos lo llevemos para próximas veces. De todas formas, quedan frutos suficientes como para pintar a medio poblado, aunque hoy ningún emberá se va a pintar con nosotros… 
Terminamos la decoración corporal ya avanzada la noche y nos vamos a acostar. Hasta mañana las pinturas no adquirirán el color oscuro que nos protegerá la piel de los picores y los rayos solares.

La mañana siguiente la dedicamos a darnos una pequeña vuelta por la aldea y la selva circundante mientras Sahara juega con sus amigos por última vez, y a darnos un baño rápido antes de irnos en la primera piragua que podemos agarrar antes del mediodía.
Volvemos a Metetí a pasar nuestra última noche en el Darién, y por la tarde terminamos de pintar a Sahara, que ayer se quedó dormido a mitad de sesión, y descansamos un poco antes de nuestro largo viaje de vuelta a Ciudad de Panamá mañana temprano.


Niños de Playona


Camino del huerto

Sesión de pintado con Jagua:





Piragua en el río


En el poblado:




















Usando el machete en los alrededores del poblado:









                                                     Sahara jugando con Belkis y Winie:





Y con más niños de la comunidad:











Doraida tejiendo un cesto de fibra natural:



Una araña:




Hasta la próxima!!