Sahara se junta rápidamente con la
pandilla de niños del lugar, con los que juega a distintas cosas hasta la hora
de dormir.
Aprovechamos la parada para ir a
conocer la Finca Paraíso al día siguiente, un lugar que nos han recomendado
para bañarnos en el río y en las surgencias de aguas termales que allí existen.
En esta finca hay una poza donde desemboca al río un arroyo de agua muy
caliente, mediante una pequeña cascada en la que disfrutamos de los tibios
masajes de las aguas terapéuticas mientras nos refrescamos con el cuerpo
sumergido en el propio río, de agua mucho más fría.
Cruzando rápidamente el arroyo termal, donde se cuecen los pies
Después del baño, localizamos un refugio de murciélagos del género Pteronotus en una pequeña caverna situada en el talud del río, gracias a las constantes llamadas que emiten desde dentro y a las intermitentes salidas de algunos de ellos al exterior. Una capa de guano de varios centímetros de espesor revela el carácter permanente de este lugar de descanso de los quirópteros.
Entro a sacar un par de fotos y, a pesar de las reducidas dimensiones de la grieta (de uno por dos metros o poco más), el calor y el olor son insoportables, y crean una atmósfera poco saludable. De hecho, la lente de la cámara se empaña casi al instante en cuanto entro, así que para hacer tres o cuatro fotos tengo que entrar y salir otras tantas veces para respirar y desempañar el objetivo.
Además, me hundo en el guano, y salgo cubierto de caca de murciélago hasta más arriba de los tobillos.
A pesar del pequeño tamaño del refugio, albergaba un buen número de individuos, que forraban literalmente las paredes de la caverna, arracimados unos al lado de los otros y vocalizando constantemente
Sahara vuelve a disfrutar de los
juegos en compañía de su nueva pandilla de amigos, y al día siguiente cruzamos
una nueva frontera después de algunas horas en el microbús.
El cruce no es más que un trámite
antes de que nos subamos a otro autobús, del que nos bajamos en Puerto Cortés,
última escala en nuestro viaje hacia los arrecifes coralinos de las Islas de la
Bahía de Honduras, donde vamos a bucear los próximos días.
Álbum:
Vista de la cascada desde un poco más arriba en el río
El río llega por la izquierda de la cascada. El agua de esta proviene de una surgencia caliente
¡Demasiado caliente!
Saltando de cabeza
Sahara saltando al agua de distintas formas desde una piedra, con amigos que hizo en la poza:
Fugaz visión del interior de la cueva de los murciélagos, desde la entrada:
Atardece en Nakum, en
las selvas del Petén guatemalteco.
Desde lo alto de una
de las imponentes estructuras sacadas a la luz por los arqueólogos durante las
dos últimas décadas, observamos un pequeño grupo de venados de cola blanca (Odocoileus virginianus). Son cuatro
ejemplares adultos, entre los que se incluye un macho con las cuernas en estado
de crecimiento; y dos crías de mediano tamaño, que juguetean entre la hierba
alta mientras sus madres permanecen alerta al cruzar un pequeño claro existente
entre las ruinas. Unos pocos pasos más y los perdemos de vista entre los
árboles. Muy probablemente son los mismos que hemos estado viendo ayer en
diferentes sitios, aunque esta vez concentrados en un mismo grupo.
Una de las crías del grupo
Ante nosotros, surca
el cielo una pareja de tucanes de pico verde (Ramphastos sulfuratus). Uno detrás del otro, atraviesan con su
vuelo ondulado y silencioso la zona
despejada entre las copas de dos grandes árboles emergentes. Una vez llegados a
lugar seguro reanudan su monótona llamada, que recuerda vagamente al croar de
algunas ranas.
Macho de titira en su posadero
Al poco, un bando de
grandes loros del género Amazona cruzan
el mismo claro pero en dirección inversa, a mayor altura y con un vuelo
rectilíneo, siempre acompañados de los escandalosos alaridos que caracterizan a
las bandadas de psitácidas. Una pareja de titiras enmascaradas (Tityra semifasciata) observa la escena desde su atalaya en las ramas más altas de un árbol, aprovechando las últimas horas de luz para cazar los insectos que les servirán de cena.
En poco tiempo,
comenzaremos a escuchar los gritos que dan nombre a los monos aulladores negros
(Alouatta pigra), que parece que en
este lugar acostumbran a vocalizar más durante las horas de oscuridad, al menos
estos días.
Nakum es un lugar
impresionante. Además de los hermosos edificios de piedra que constituyen el
conjunto arqueológico, concentrados en una superficie relativamente pequeña (al
menos los que están excavados y a la luz) y conectados entre sí por medio de
patios, calzadas y escalinatas; la propia ciudad de Nakum ya forma parte de la
selva, que la rodea, la abraza y crece sobre ella.
Juego de pelota, cubierto por la vegetación
Hasta ahora no hemos
visto ninguna otra antigua ciudad maya que se mimetice tan bien con su entorno.
Calakmul, Palenque o la propia Tikal son ciudades hermosas, bastante integradas
en la selva circundante, pero Nakum tiene algo especial.
Aunque el aspecto
actual de este lugar es totalmente diferente del que tuvo cuando la ciudad
estaba habitada, da la impresión de que siempre fue así, de que siempre estuvo
aquí, de que la ciudad y la selva siempre fueron una sola cosa, a pesar de que
compitieron entre ellas a lo largo de varios siglos (los alrededores de las
ciudades de los mayas debían estar muy deforestados, ya que estos
sobreexplotaban las especies arbóreas, cortándolas para utilizarlas como
material de construcción, como combustible para fabricar la cal que cubría sus
edificios, para uso doméstico, o para aclarar tierras para los cultivos),
ganando cada una sobre la otra alternativamente según la época histórica.
Poder disfrutar de
este conjunto arqueológico a solas fue otro de los alicientes importantes que tuvo Nakum
para nosotros. Aparte de la pareja de guardianes que viven aquí, nadie se
acercó por la zona mientras permanecimos en ella. Llegar no es fácil, y menos
si no se dispone de vehículo propio o se contrata algún tour que se dirija
aquí, y además no está muy publicitada, así que casi nunca hay nadie. El lugar
perfecto para nosotros.
Gran parte de Nakum sigue sin excavar, y pueden intuirse los edificios bajo la vegetación de la selva
Cuando decidimos
volver al Petén guatemalteco, no habíamos escuchado hablar de este conjunto
arqueológico ni del Parque Nacional Yaxha-Nakum-Naranjo en el que se encuentra. Ni siquiera sabíamos que existía. Nuestra intención original era
la de organizar una expedición al Mirador, la ciudad más grande de todo el
mundo maya, donde se encuentra la pirámide de mayor tamaño descubierta hasta la
fecha.
Pirámide en Yaxha
Más que por la ciudad
en sí, esta excursión nos apetecía por el hecho de que para llegar se requiere
realizar una caminata de dos días de duración por la selva, y otro tanto para
salir, recorriendo al final alrededor de 120 kilómetros en unas cinco o seis jornadas,
incluyendo una de estancia en las ruinas.
Pero la cosa no era
tan fácil. Primero nos topamos con que es imposible hacerlo por cuenta propia,
que es lo que pretendíamos. Es obligatorio contratar un tour con una empresa
autorizada. Después, comprobamos que estos tours son demasiado caros, más de lo
que nos habían dicho otros viajeros, además de que el grupo mínimo para que el
asunto sea viable económicamente es de ocho personas, algo que a nosotros ni
nos conviene ni nos apetece.
Yaxha
Otra de las pirámides de Yaxha
Una vez descartada la
posibilidad de llegar por nuestros medios al Mirador, comenzamos a buscar
alternativas. Y es hablando con un guía local, que nos ofrece una visita guiada
a las antiguas ciudades mayas de Yaxha y Nakum, cuando estos nuevos nombres
empiezan a rondarnos por la cabeza.
Resulta que en medio
de la conversación, comenta que hay muchas posibilidades de avistar jaguares en
esa zona, que él nos garantiza prácticamente la observación y que pasar un par
de días en las ruinas nos costaría tan solo 450 dólares con transporte y
alimentación incluídas. Investigamos un poco más por nuestra cuenta y decidimos
visitar el lugar. Eso si, iremos sin guía, solos con nuestra propia comida y
caminando desde donde nos deja el bus, con lo que reducimos el presupuesto a una
cuarta parte de lo que nos propone, pero pasando cuatro noches en la zona en
lugar de dos.
Llegada a la entrada del Parque, con la bolsa de comida cargada sobre las mochilas gracias a un palo
La primera parte de
la caminata una vez descendemos del autobús el día 1 de agosto, es la más dura. Recorremos 11 kilómetros por una pista de tierra bajo el sol, entre haciendas
ganaderas deforestadas y con una importante cantidad de carga sobre las
espaldas. Afortunadamente, realizamos en las partes traseras de una ranchera y
un tractor los otros cuatro o cinco kilómetros restantes para completar la etapa
hasta Yaxha, gracias a que nos dieron sendos aventones cuando hacíamos dedo.
Montados en el remolque de un tractor
Recibimos la
bienvenida a la ciudad de parte de un zorro gris (Urocyon cinereoargenteus), que cruza la pista por delante nuestra
cuando llegamos al final del camino.
Montamos el
campamento en una de las plataformas elevadas de madera que la administración
de la zona arqueológica tiene preparadas para que los turistas acampemos de
forma gratuita, observamos otro zorro que campea alrededor de las plataformas, y
aprovechamos el poco tiempo que nos queda para subir a la gran pirámide de las
manos rojas de Yaxha. Desde allí tenemos una imponente visión del lago del
mismo nombre y de la selva que nos rodea, y vemos el tercer zorro gris de
la jornada.
Pirámide de las manos rojas, la más grande de Yaxha
Lago de Yaxha, visto desde lo alto de la pirámide de las manos rojas
Yaxha es la tercera
ciudad maya más grande en territorio guatemalteco. Y también es muy hermosa e
impactante. Situada en la orilla del Lago Yaxha, gran parte de su comercio y
economía se sustentaban gracias a sus aguas, sobre las que transportaban
mercaderías y de las que extraían peces para el consumo de los ciudadanos.
Bastante excavada y
restaurada hoy en día, también mantiene una estrecha relación con la selva en
la que se encuentra y que durante tanto tiempo la mantuvo oculta a los ojos de
los extranjeros.
Una de las plazas de Yaxha
Comenzando la caminata del día, con una peluca natural
La segunda etapa de
nuestra expedición comienza en la propia Yaxha al siguiente día, ya que tenemos
que recorrer gran parte de la ciudad durante el primero de los 15 kilómetros
que compondrán la marcha de hoy, así que aprovechamos para visitarla y dejarla
más o menos vista. Después de abandonar el área de las ruinas, continuamos
durante la mayor parte del día por un estrecho sendero selvático (aunque la
vegetación en esta zona es de selva seca), atajo que nos lleva hasta la pista de
acceso a Nakum cuando sólo nos queda menos de una tercera parte del recorrido.
Guardabarrancos (Momotus momota)
Amenizan la caminata
las observaciones de un grupo mixto de monos aulladores (Alouatta pigra) y arañas (Ateles
geofroyii), una familia de coatís (Nassua
narica) y un ejemplar viejo, grande y gris de pecarí de collar (Pecari tajacu), además de varios pájaros
y una serpiente verde que no podemos identificar.
Descansando enredados en el camino hacia Nakum
Trogón coliplomizo (Trogon massena)
Aunque llegamos
cansados a Nakum, decidimos echar un ojo a las ruinas y sus alrededores después
de conocer las instalaciones, el limonero y el aguacate donde nos abasteceremos de fruta los próximos días, y de montar el campamento en una de las plataformas. Hasta Sahara se anima al ver el
escenario que se presenta ante nuestros ojos, y empieza a correr y a jugar al
escondite entre árboles y bloques de piedra.
Réplica del glifo emblema de Nakum
En el primer foqueo
en Nakum sólo veo un cocodrilo de pantano (Crocodilus
moreletti), mientras escucho los rugidos de un par de familias de monos
aulladores, que nos acompañan hasta que nos quedamos dormidos.
Solamente vamos a
pasar un día más en la zona arqueológica, así que madrugamos todo lo que
podemos y nos acostamos ya muy tarde, aprovechando al máximo las horas de luz y
recorriendo una y otra vez las magníficas ruinas y su entorno, que no se queda
corto, donde vemos varias especies de aves y un par de cocodrilos más.
Cocodrilo de pantano
También hay que lavar la ropa sucia
Pintura en el interior de una sala. Cabeza de tapir (Tapirus bairdii)
Matías, uno de los
vigilantes, nos acompaña en un par de ocasiones, enseñándonos algunos de los
secretos de la ciudad y contándonos un poco acerca de su historia, de sus
habitantes y de las recientes labores de excavación. Labores que se pospusieron
durante algunos años debido a la actividad de los huáqueros, saqueadores de reliquias profesionales cuya presencia volvía peligroso cualquier intento de excavación científica. Es por
ello que se les dejó actuar a sus anchas durante años, perdiendo quién sabe qué
tesoros, hoy distribuidos por colecciones privadas de acaudalados habitantes de
algunos países occidentales.
Matias y Sahara jugando al fútbol
Pabellón de la cocina. 30- 40 fogones servían para preparar la comida de los trabajadores durante la fase de excavación
Por la noche, hago
una espera en un árbol de aguacate que está en plena fructificación, ya que
Matías nos comentó que es visitado frecuentemente por varios ejemplares de paca
(Cuniculus paca) que se alimentan de
los frutos caídos. Me aprovisiono de algunos frutos y piedras, que lanzaré al aire
de cuando en cuando, imitando el sonido de la fruta al caerse de forma natural
para atraer a los roedores, algo que ya me funcionó con los agutís (Dasyprocta punctata) en la cabaña de
Bullet Tree, en Belize.
Escorpión
No tarda en aparecer
la primera, que se va rápidamente con un aguacate en la boca. Luego disfruto de
cinco o seis avistamientos más antes de ir a avisar a Carmen para que también pueda
disfrutar de este gran roedor que todavía no tuvimos oportunidad de observar
con anterioridad, y todavía puede ver dos o tres ejemplares una vez que Sahara
está dormidito en la tienda de campaña. Además, durante el foqueo de hoy, vemos
varios zorros grises, una especie de cárabo (Strix o Ciccaba virgata),
un kinkajú (Potos flavus) que
vocalizaba desde lo alto de un árbol y un mapache (Procion lotor) patrullando la orilla de la charca.
Smilisca baudini
Durante nuestra
última mañana en Nakum, no podemos evitar hacer un último recorrido entre los
templos de la ciudad antes del desayuno y de irnos, no sin un poco de pena, ya
que pasaríamos algunos días más en este lugar de buena gana. Decidimos que
regresaremos aquí para una estancia más larga cuando volvamos de nuestro
voluntariado con los guacamayos escarlatas (Ara
macao), ya que creemos que hay altas posibilidades de ver alguna fauna
interesante, e incluso que sería posible ver algún felino (al final no
volveremos, pues se suspende lo de los guacamayos y decidimos seguir viaje y no
volver a hacer la caminata tan seguido de nuevo).
Recogiendo el campamento
Durante los 18
kilómetros de vuelta a Yaxha (ya que nos pasamos el sendero en el que
atajaríamos 3 o 4 de ellos) no vemos más fauna, y llegamos a la ciudad maya
bastante cansados, así que nos acostamos temprano, para recorrer un poco el
área arqueológica al día siguiente antes de irnos.
En lo alto de la pirámide de las manos rojas
Aprendiendo a jugar al ping.pong en Yaxha
Conseguimos un
aventón hasta la carretera y desde allí agarramos un autobús a Flores, donde
Sahara se reencuentra con su amigo Fredy, nos enteramos de que no podemos
participar en el proyecto de WCS (Wildlife Conservation Society) con los guacamayos,
y pasamos algún día más antes de salir hacia Río Dulce y la frontera con
Honduras, el próximo país en nuestro periplo centroamericano.
Yaxha:
Nakum:
Temazcal. El mejor conservado del antiguo mundo maya
Crestería
Preparando el desayuno
Boca del horno de cal
Única ventana redonda conocida en las ciudades mayas
Recogiendo
Alguna bichería:
Anolis sp.:
Norops sp.:
Smilisca baudini:
Buteo magnirostris
Murciélagos sin identificar, dentro de muchos de los edificios:
Ciervo de cola blanca
Semillas selváticas
Pirámide de las manos rojas, Yaxha
Algunos vídeos:
Un zorro gris y un momoto que vimos a nuestra llegada:
Viendo parte de las ruinas de Yaxha al comienzo de la caminata hacia Nakum:
Grupo mixto de monos aulladores y araña aliméntandose:
Caminando hacia Nakum:
Familia de coatís:
Explorando Nakum:
Y los alrededores:
Horno de cal (Ismael, espero que te sirva):
Venados de cola blanca:
Hembra de mosquero real (Onychorhynchos coronatus) acicalándose:
Vista desde lo alto del templo de las manos rojas, en Yaxha: