jueves, 15 de enero de 2015

ARMENIA, MANIZALES, MISTRATÓ. PAJAREANDO EN EL TRIÁNGULO DEL CAFÉ



Por un momento, la espesa niebla que cubrió el bosque durante las primeras horas de la mañana abandona el valle, una modesta quebrada del municipio de Mistrató, en el Chocó biogeográfico. 


La selva que se encuentra por debajo de mi posición brilla con mil matices con cada rayo de sol que alcanza la superficie de la miríada de hojas que forman el dosel tropical, en un mosaico de verdes refulgentes imposible de describir. 


Algunos jirones de niebla todavía flotan entre las copas de los árboles, imprimiendo al paisaje un halo de misterio; y el rugido de la catarata, que se precipita furiosamente entre las rocas al fondo del barranco, aporta una nota musical a ese paisaje, completándolo. 



De repente, una serie de silbidos cortos resuena desde el fondo del desfiladero, por la misma zona en que los escuchamos las dos jornadas anteriores. 
Sé que son ellos, y sé que están ahí, pero de momento no puedo verlos. 
Una vez más, examino repetidamente las laderas con mis prismáticos, abarcando toda la cuenca del arroyo, el dosel arbóreo, el cielo, e incluso algunas de las ramas despejadas que puedo distinguir desde donde estoy, por si ellos estuvieran posados allí. 
Vuelven a cantar. Sigo buscando durante un minuto, dos, tres, cinco, ocho…pero nada. 
Empiezo a pensar que tendré que abandonar una vez más, sin verlos, cuando detecto un movimiento en el cielo, por delante del bosque, difícil de seguir a esta distancia con un fondo tan oscuro. 


Sí. Es un ave rapaz, que gira en círculos, remontándose lentamente sobre el valle, pero es un gavilán gris (Buteo nitidus), y la emoción se estrella contra el piso. 


¡¡¡No!!! ¡Hay algo más! Dos aves que casi doblan en tamaño al gavilán también cogen altura en las corrientes térmicas que se forman sobre las colinas. 

Y ahora sí, ahí están, viviendo su vida ajenas al subidón que este primate está experimentando a cierta distancia de donde se encuentran. 

Son una pareja del gavilán montés barreteado (Leucopternis princeps), una de las aves de presa de tamaño considerable más difíciles de ver en la región, y una de las que nos faltaban en este viaje. 

Están lejos y la experiencia no es muy larga, pero suficiente para disfrutarla y hacer una grabación testimonial para el resto de la familia, que hoy no pudo acompañarme. 



Trogon personatus, hembra
Justo cuando desaparecen en la distancia, una fina llovizna se instala para quedarse, así que recojo mis bártulos y me voy hacia la carretera, donde llego bajo una lluvia que se ha convertido en casi torrencial.
Me protejo debajo del voladizo de un tejadillo de chapa que me proporciona una pequeña caseta de madera a pie de carretera, satisfecho con la jornada pajarera, en la que también tuve la fortuna de observar al quetzal de cola negra (Pharomachrus auriceps) y a los endémicos tángara negra y dorada (Bangsia melanochlamys) y turpial de vientre rojo (Hypopyrrhus pyrohypogaster) durante el corto paseo selvático de la mañana, antes de que la niebla abandonara el bosque y me permitiera buscar a las rapaces que me interesaban. 
No tarda en recogerme una camioneta que me lleva hasta el pueblo. 
Este es el punto culminante de tres días de búsqueda, que comenzaron con una caminata por el bosque en la que escuchamos a los gavilanes por primera vez. 








Spizaetus tirannus
Una búsqueda que nos aportó otras observaciones no menos interesantes durante los sucesivos intentos de avistar a esta rapaz forestal, como la del águila tirana (Spizaetus tirannus) que apareció volando a baja altura sobre nuestras cabezas justo cuando estábamos intentando localizar el punto desde el que reclamaban los Leucopternis, creando confusión e impidiéndonos estar atentos a todo, momento que aprovechó una hermosa culebra (Chironius monticola) para hacer su aparición y distraernos totalmente; o la de la hembra de gavilán de pico gancho (Chondrohierax uncinatus) que se unió a esa momentánea explosión de vida. 
Pocos minutos después volvíamos a estar solos, con la sensación de que “nuestros” gavilanes habrían podido pasearse tranquilamente sobre el dosel sin que nos diésemos cuenta, y dispuestos a aguantar un par de horas más sin ver absolutamente nada. 



Chironius monticola










Estudiando mientras esperamos a los gavilanes

Los endemismos abundan en esta región, y saltarines moñudos (Masius chrysopterus), cucaracheros de Munchique (Henicorhina negreti), o musgueritos gargantilla (Iridosornis porphyrocephalus), son algunas de las aves que engrosaron nuestra lista en el municipio de Mistrató de forma interesante, con otra estrella destacable que, aunque ya habíamos visto antes, no dejó de alegrarnos el día. 




Caminábamos por un estrecho sendero forestal, cruzando arroyos y esquivando los troncos que cada poco atravesaban el camino de lado a lado, cuando un sonido desconocido llamó nuestra atención. 
Esperamos en silencio hasta que vuelve a sonar, y aunque creemos reconocerlo, nos acercamos despacio al lugar de origen del misterioso ruido.
Entonces, un reflejo rojo anaranjado destaca entre el verde dominante, un fuego fatuo que se desplaza rápidamente de rama en rama, aportando su llamativa tonalidad al bosque tropical que le cobija. 
Segundos después le sigue otro, y otro más. 


Estamos en medio de un lek –lugar en el que se concentran los machos de determinadas especies para desplegar sus displays o comportamientos de cortejo, y así competir entre ellos con el objetivo de seducir a las hembras- de gallitos de roca (Rupicola peruvianus), un bonito representante de la curiosa familia de las cotingas. 
No hay muchos machos, pero el espectáculo que representan siempre merece la pena, y lo disfrutamos hasta que deciden dejarlo e irse a otra zona del bosque.




En Mistrató terminamos una serie de visitas cortas a algunos de los municipios de la zona llamada “Triángulo del Café”, por ser una de las principales regiones productoras de esta bebida estimulante en Colombia. 
La madre de Carmen sigue ingresada en un hospital de Galicia y, aunque por las noticias que recibimos evoluciona favorablemente, no queremos internarnos durante mucho tiempo en el monte para poder comunicarnos regularmente con la familia.



La primera de estas visitas fue al Jardín Botánico del Quindío, en Armenia, atraídos tanto por su avifauna como por su mariposario, calificado como uno de los mejor diseñados del mundo. 

Esta isla de vegetación selvática, en un medio dominado por campos agrícolas y plantaciones cafeteras, acoge densas poblaciones de algunos vertebrados, confinados en un bosque del que no tienen demasiadas opciones de salir, como los varios ejemplares de perezosos de dos dedos (Choloepus hoffmanni) que pudimos observar. 



Mariposario, construido con la forma de la Pseudohaetera hypaesia,
una mariposa  que habita los bosques húmedos del Quindío


Practicando técnicas de captura "blanda" de lepidópteros





Phaetornis guy


Las aves, aunque con una mayor capacidad de movimientos en general, también encuentran en estos jardines un refugio ideal en el que buscar alimento y reproducirse. 
Entre otras muchas especies, aquí vimos por primera vez a las tangaras Tangara vitriolina, T. cyanicollis y Chlorophanes spiza; y a los colibrís Glaucis hirsuta, Phaetornis guy, Amazilia saucerrottei, A. cyanifrons y Anthracothorax nigricollis, algunos de ellos en la zona de alimentadores preparados para atraer a estos pequeños seres alados.








Plantas carnívoras del Jardín Botánico. 


Laberinto




Plaza y catedral de Manizales


El hombre-cóndor de Manizales

Funicular de Manizales
Nuestra siguiente parada es en Manizales, a donde llegamos el 21 de febrero y donde pasaremos un par de días antes de seguir camino hacia Mistrató. 

La reserva que pensábamos visitar durante nuestra estancia solo es accesible con un permiso de la oficina de Aguas de Manizales, así que como es sábado y no podemos conseguirlo, nos conformamos con pajarear en el Ecoparque de los Alcáceres, a las afueras de la ciudad, donde vemos otro puñado de especies nuevas. 








Entre ellas, localizamos una pareja de capitanes de cabeza roja (Eubucco bourcierii) que excavan su nido en el tronco de un árbol, turnándose ambos sexos en el trabajo, o una pareja de tucanetas de cola castaña (Aulacorhynchus prasinus) que se turnan en cortas permanencias en su nido, tal vez terminando su construcción o preparándose para la puesta. 

Eubucco bourcierii, macho y hembra










Momotus subrufescens:







El resto de nuestro tiempo en Manizales lo pasamos en otro Ecoparque, llamado Los Yarumos, situado al otro extremo de la ciudad y enfocado al disfrute de los más pequeños. 


Allí Sahara se lo pasa en grande jugando en las distintas atracciones, haciendo un montón de amigos e incluso asistiendo a un espectáculo de clown.




Sahara jugando en el Ecoparque Los Yarumos

Espectáculo de clown

Disfrutando del espectáculo

El día 3 de marzo nos toca vida de autobús, después de las cuatro horas y media de ayer para regresar a Armenia desde Mistrató. 

Dibujo de Sahara para la abuela, con nosotros
en un avión yendo a visitarla
Desde Armenia, algo más de siete horas de bus nos acercan a la terminal Sur de Bogotá, donde un alimentador nos lleva a la parada más cercana de los autobuses urbanos articulados de Transmilenium, en el que vamos hasta el centro de la ciudad, donde tenemos que cambiar de línea. 
Pero allí el atasco es monumental y de repente nos encontramos en un pasaje cerrado en el que cientos de personas se empujan y atropellan, tratando de subirse a alguno de los vehículos que pasan por esa ruta. 
Total, que hay algún desmayo, muchos empujones, gente saltando las vallas hacia la carretera y dos gallegos con mochilones intentando que su hijo no sea aplastado por la avalancha, aunque sea a base de dar codazos y empujar más que los demás. 
Después de una hora de atasco y de agobio, conseguimos subirnos al último transporte que se dirige a nuestro destino y nos acerca más al hostal que es nuestra casa en la capital colombiana, aunque para rematar, la caminata hasta el alojamiento la hacemos bajo la lluvia. 
La aventura de la ciudad…pero ya estamos en algo parecido a un hogar, aunque sólo sea temporal...


Armenia:






Manizales:
Aulacorhynchus prasinus


Momotus subrufescens


Disfrutando del espectáculo de clown



Funicular




Haciendo los deberes












Mistrató: