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jueves, 2 de mayo de 2013

CENOTE DOS OJOS. BUCEANDO EN UNA CAVERNA EN LA RIVIERA MAYA


Uno de los ojos del cenote, antes de entrar al agua


Apagamos las linternas.
Nos envuelve la oscuridad.
Húmeda.
Templada.
A nuestro alrededor extrañas formas de piedra surgen desde el techo y el suelo, haciendo que parezca que estamos en otro planeta.
Nuestros ojos se acostumbran poco a poco a la oscuridad. Ahora podemos ver que esta no es total, que hay claridad al final del túnel.

Con las luces apagadas, seguimos avanzando, dirigiéndonos hacia la luz. Poco a poco, uno de los ojos del cenote aparece a nuestra derecha, iluminando con tonos verdosos el agua que nos rodea. Cientos de formaciones calcáreas forman una panorámica increíble, que desde debajo del agua parece irreal. También podemos distinguir los árboles de afuera, que se asoman a la boca de la cueva como si de centinelas se tratara.



Estamos llegando al final de nuestra segunda inmersión en el Cenote Dos Ojos, un lugar de buceo impresionante, muy diferente de cualquier sitio en el que hayamos buceado en el mar. En los cenotes no existe mucha diversidad biológica, así que no creemos que realicemos más inmersiones en estas cavernas, pero ha sido una experiencia fantástica la de sumergirnos entre las paredes de esta sima inundada, bajo las entrañas de la tierra, donde el transcurrir del tiempo y el agua durante miles de años sobre la piedra caliza, ha creado un sinfín de formas caprichosas entre las que se incluyen innumerables estalactitas, estalagmitas, columnas y túneles de piedra.



No hay mucha vida, pero alguna hay. De hecho, la mayoría de las especies de peces que habitan estos cenotes son endémicas, y en estas dos inmersiones pudimos observar tres diferentes: dos cíclidos (Cichlasoma sp.), y un bagre (Rhamdia guatemaltensis). También salimos a la superficie en una ocasión en la llamada Cueva de los Murciélagos, donde algunos Artibeus sp., probablemente jamaicensis, colgaban del techo sobre el agua.





La verdad es que esta vez la suerte estuvo de nuestro lado, pues aunque llegamos media hora más tarde de lo esperado, ya que la persona de nuestro alojamiento responsable de despertarnos a la hora programada se olvidó, fuimos los primeros en entrar en el agua y pudimos disfrutar de la primera inmersión absolutamente solos (y en la segunda solo vimos gente al llegar al final), ya que este es un cenote muy popular debido a su belleza y suele estar muy frecuentado por grupos de buzos y de gente haciendo snorkel.



Estamos en Tulum, y desde que hemos llegado, ya hemos decidido que ni Cancún ni Playa del Carmen ni Cozumel van a entrar en nuestro recorrido. También decidimos no bucear en el arrecife mexicano y ahorrar el dinero de esas inmersiones para Belize, donde los lugares de buceo son más impresionantes. Y tampoco visitaremos las famosas ruinas de Tulum, pues su único aliciente es el de estar al lado del mar y, para eso, ya hemos visto las fotos; ni las de Cobá, donde se encuentra la pirámide más alta de Yucatán, pero no tiene mucho más que ver (y es la más alta sólo por unos pocos metros). Ya conocemos unas cuantas ciudades mayas, y todavía nos quedan por delante algunas de las más espectaculares, así que hemos decidido ser un poco más selectivos a partir de ahora.

El pueblo de Tulum se ha convertido en los últimos años en un centro vacacional más, y aunque todavía no es como otras localidades de la Riviera Maya, ya empieza a dar un poco de asco. De hecho, es aquí donde pagamos los alojamientos más caros de todo México, dentro del presupuesto que nosotros manejamos. El primer día nos alojamos en un hotel al lado de la estación de buses, donde no nos gustó nada el trato poco amable del personal. Para rematar la movida, dejamos a Sahara durante media hora en la habitación, terminando de ver una película de dibujos animados mientras salíamos a comprar la cena y a ultimar unos detalles en un par de clubes de buceo. No es la primera vez que lo hacemos y el enano está acostumbrado, además de que siempre se le explica bien que enseguida volvemos y qué es lo que tiene que hacer para esperarnos tranquilo, pero algo debió de asustarle cuando se acabó la película y antes de que comenzara la siguiente, y salió de la habitación gritando y llorando como un descosido.

Lo que nos encontramos al llegar es que han entrado en nuestro cuarto y removido nuestras cosas, así que cuando le preguntamos a Sahara, nos cuenta que lloró y que los dueños del hotel entraron en la habitación. Bajamos a ver qué pasa y se monta la marimorena. Nos dicen que van a llamar a la policía, que cómo se nos ocurre dejar al niño solo, que nos lo van a quitar… Yo, que no tengo pelos en la lengua, montó en cólera y discutimos un buen rato, pues no me parece nada extraño el confiar en que mi hijo me espere un rato tranquilamente en nuestra habitación, de hecho es lo contrario lo que no me parece normal. Al final, tenemos que entregar la llave de la habitación para que tengan controladas nuestras entradas y salidas y, desde luego, al día siguiente dejamos ese lugar.



Sahara en una hamaca con un de sus amigos gatunos
 Nos vamos a un hostel de mochileros, donde alquilamos la habitación privada más cara de todo el viaje, pero se compensa con que tenemos bicis gratis durante toda la estancia, además de wifi, zona de hamacas y cocina, y en que nos ofrecen el buceo en el cenote más barato de todo Tulum, realizado con Paolo, un instructor que trabaja para varios locales y que nos salía más caro con otro club en el centro del pueblo. Finalmente acabamos ahorrando más de 50 euros (puede parecer poco, pero es el presupuesto medio con el que vivimos al menos dos días cubriendo los gastos de toda la familia), así que la cosa salió bien. Además, el encargado del hostel nos dice que él se ocupa de cuidar a Sahara y darle el desayuno durante nuestra ausencia, con lo que la jugada no nos pudo salir mejor.

El resto de nuestra estancia de dos días en ese alojamiento, lo ocupamos en dar paseos en bici hasta algunas de las playas de la zona y en ir a hacer snorkel a la bahía de Akumal, donde disfrutamos de lo lindo nadando con los abundantes ejemplares de tortuga verde (Chelonya midas) que acuden a este lugar a alimentarse en las praderas submarinas. Aquí vemos las primeras rémoras (Remora remora) de nuestra vida, dos individuos de buen tamaño pegados al caparazón de uno de estos quelonios marinos.

Abandonamos Tulum el día 23 de marzo, rumbo a Bacalar, donde se encuentra la laguna de los siete colores, que nos han recomendado como un buen lugar para relajarse, ya cerca de la frontera de Belize, donde pensamos renovar nuestro permiso de estancia en México mientras esperamos a que llegue a Mérida el pasaporte nuevo de Sahara.

(Todas las fotos subacuáticas del buceo en el cenote nos las pasó nuestro guía durante la inmersión, Paolo Correa, de su archivo, por lo que ninguno de los buceadores que aparecen somos nosotros, aunque las vistas son las que disfrutamos ese día)

                               Más fotos de la impresionante inmersión en el Cenote Dos Ojos:


















                                                                         La cueva de los murciélagos:



Claridad del agua en el cenote

                                       Sahara escondiéndose en uno de los lockers del hostel:



Tortuga verde pastando


                  Un par de vídeos de nuestros paseos en bici, al más puro estilo verano azul:




miércoles, 24 de abril de 2013

CHICHÉN ITZÁ, ESPLENDOR MAYA; PRIMEROS CENOTES Y MÁS


Cenote con sorpresa

Cae la tarde y todo está tranquilo en los alrededores del cenote.

Pájaro péndulo o momoto

Una pequeña parvada mixta de chipes (Setophaga sp.) se mueve ruidosamente entre las copas de los árboles, mientras un pájaro péndulo (Momotus momota) repite su reclamo una y otra vez desde su atalaya de caza, situada en la rama de un indio desnudo (Bursera simaruba). A lo lejos se escucha la llamada aguda de un gavilán chapulinero (Buteo magnirostris), que vuela sobre el dosel.




Una ardilla gris de Yucatán (Sciurus yucatensis) salta de rama en rama, parándose de vez en cuando a degustar algún higo (Ficus sp.), que deja caer al agua cuando ya está saciada. El sonido metálico del fruto al golpear el agua rebota en las paredes del cenote, amplificado por el eco. Al oírlo, el búho, una gran hembra de virginiano (Bubo virginianus) gira la cabeza, enfocando su atención en la dirección de donde proviene el sonido. Está tumbada en el nido, incubando sus huevos en una repisa de la pared vertical, unos siete metros por encima del nivel del agua y tal vez otros tantos por debajo del borde del agujero. No ve nada fuera de lo normal y se relaja de nuevo, aunque sus ojos permanecen abiertos. Ya está atardeciendo, y su compañero no tardará en llegar. Sabe que unos ojos curiosos la observan desde el otro lado, pero está tranquila, ya que también sabe que se encuentra a salvo, inaccesible para los humanos que la contemplamos desde la distancia.


Ya casi es de noche cuando su pareja llama desde el interior del bosque, no muy lejos. Se contestan durante unos breves minutos antes de que llegue a la repisa con su vuelo pausado y silencioso.
Se saludan brevemente, puede incluso que intercambien una presa, traída por el macho para su compañera, y el recién llegado se va de nuevo, quizás en busca de más alimento con que calmar el hambre propia.
Ya es oscuro, y nosotros decidimos retirarnos también, dichosos por la buena observación obtenida en este bonito y desconocido cenote rodeado del bosque seco caducifolio característico de la Península de Yucatán. (Observación realizada el 13 de marzo de 2013, en compañía de Ismael, pero vamos a empezar por el principio…)

Cenote donde encontramos el nido de una pareja de búhos de Virginia 

Después de la semana pasada en Mérida, nos dirigimos a Pisté, punto de partida para visitar la ciudad maya de Chichén Itzá, que está a la salida de este pueblo. Nos instalamos y caminamos el par de kilómetros que nos separan de la zona arqueológica, con la intención de encontrarnos con Ricardo, un amigo de Rafa que trabaja allí, en el INAH (Instituto Nacional de Arqueología e Historia), pero no está, así que quedamos en vernos en la entrada dentro de un par de días por la mañana y aplazamos nuestra visita a las ruinas hasta entonces.

Cenote de Yokdzonot

Al día siguiente nos vamos a conocer nuestro primer cenote en Yokdzonot, un pueblo cercano a Pisté donde también conocemos a Ismael, bichero cubano que lleva dos décadas viviendo en México.

Casas en Yokdzonot

Empezamos a hablar con él a raíz de ver una guía de mamíferos de Yucatán que le pertenecía sobre el mostrador de un expendio de cervezas. Al poco rato de conversación, ya habíamos aceptado una invitación para quedarnos en su hacienda, una pequeña porción de bosque en el que está construyendo un par de cabañas para ecoturismo. Le visitaremos durante un par de días después de conocer Chichén Itzá.


El lunes 11 caminamos hasta la antigua ciudad maya y nos encontramos con Ricardo que, aunque no puede acompañarnos durante la visita, nos evita el pagar la entrada a la zona arqueológica, una de las más caras que hemos visitado.

Pirámide y templo de las 1.000 columnas



Chichén Itzá es una de las ciudades más conocidas de la civilización maya y es visitada por multitud de turistas cada día (unos 3.000 visitantes diarios, pero estamos muy cercanos al equinoccio de primavera, fecha clave en el calendario maya, cuando se esperan más de 20.000). Sinceramente, este hecho resta bastante espectacularidad al lugar. Además, al menos a mí, me pareció demasiado restaurada, comparada con otras ruinas que hemos visitado en este viaje.

A pesar de todo, no se puede negar que está guapa. La gran pirámide, también llamada el Castillo de Kukulkan, reclamo principal del sitio, es impresionante. Por sus escaleras (que suman 365 entre los cuatro lados más la plataforma superior) y gracias a la proyección de las sombras de los propios peldaños y balaustradas, baja hasta la tierra cada 21 de marzo la sombra del dios Kukulkan, la serpiente emplumada, simbolizando el momento del comienzo de las labores agrícolas ante la inminente llegada de las lluvias. Es una pena que desde hace ya algunos años no se permita la subida hasta su cima,  de 30 metros de altura, desde donde se aprecia la selva circundante. Tampoco se está llevando a cabo el espectáculo de luz y sonido que se realizaba después de anochecer, y en el cual iluminaban algunos de los detalles que podrían pasar desapercibidos durante la visita diurna, espectáculo que tampoco vimos en Uxmal.


La ciudad es grande (no en vano llegó a albergar entre 50.000 y 100.000 habitantes), pero empleamos mucho menos tiempo en visitarla que en otras más pequeñas, principalmente debido a la masificación que fue sufriendo a lo largo de la mañana y que no invitaba a quedarse mucho rato parado en ningún lugar.

Cenote Sagrado


Templo de las 1.000 columnas
A pesar de ello, tiene varios  rincones bonitos que merece la pena mencionar, como el cenote sagrado, el observatorio o caracol, el templo de los guerreros y de las 1.000 columnas o el complejo del juego de pelota, todos poseedores de la belleza con que los mayas impregnaban su arquitectura. Al finalizar el recorrido nos despedimos de Ricardo, que nos regala una tarjeta en la que solicita a los responsables de la zona arqueológica de Ek Balam nuestra entrada a esa ciudad maya como invitados del INAH.


Juego de pelota

A la salida comemos en un bufette, en el que probamos algunas de las comidas tradicionales de la región antes de comunicarnos con Ismael para decirle que será mejor quedar mañana para hoy descansar un rato y recuperarnos del paseo matutino por las ruinas.


Camino a la rejollada del rancho La Xtabay


Nuestra tienda en La Xtabay
El martes, Ismael nos recoge en Pisté y nos lleva en su camioneta hasta la hacienda, llamada La Xtabay, nombre basado en una antigua leyenda maya, que habla de un espíritu maligno que vive en el bosque. Con este nombre, Ismael pretende evitar que los cazadores se internen a practicar la caza en sus tierras, o que al menos ayude a que respeten este sitio. El lugar está fantástico para nosotros. Básicamente son un par de tiendas de campaña montadas entre los árboles de un pequeño bosque en regeneración, a unos kilómetros de la carretera y de cualquier lugar habitado. A nosotros nos presta una de las tiendas, en la que tiene una cama de matrimonio con un colchón nuevo en el que dormimos de lujo con los sonidos del bosque a nuestro alrededor y sin mosquitos.

Además, tiene algunos senderos habilitados por el bosque que terminan en una rejollada (hundimiento del terreno similar a un pequeño cenote, pero sin agua) muy bonita, en la que encontramos abundantes rastros de algún pequeño carnívoro; y un pozo con una boca de menos de un metro de diámetro, pero que debajo se abre en una amplia sala inundada llena de estalactitas y estalagmitas, donde viven unos cuantos murciélagos, por lo que nos cuenta.


Uno de los cenotes que visitamos con Ismael




Al final nos pasamos allí tres noches, e Ismael nos llevó a conocer unos cuantos cenotes bastante guapos cercanos a la hacienda, uno de ellos el utilizado por la pareja de búhos protagonistas del relato que abre esta entrada.




También hubo mucho tiempo para charlar compartiendo unas cervezas o un vino, cocinar al fuego de leña e incluso para realizar una caminata nocturna bastante larga con uno de los trabajadores que están construyendo las cabañas, con el objetivo de intentar localizar un kinkayu (Potos flavus) en unas higueras en que lo localizó más de una vez, aunque nosotros no tuvimos tanta suerte. A pesar de todo, vimos algunas especies nuevas de aves, una zariguella (Didelphis virginiana) y algunos murciélagos orejiamarillos de campamento (Uroderma bilobatum).

Vegetación en el borde de la rejollada

El día 15 dejamos La Xtabay para dirigirnos a Valladolid, siguiente parada en nuestro viaje por la Península de Yucatán.

                                                                                  Más fotos de Yokdzonot:









                                                                                                     Chichén Itzá:
                                                                        La pirámide desde todos los ángulos:











                                                   Templo de las 1.000 columnas o de los guerreros:









                                                                                  Observatorio o caracol:




Cenote Sagrado

Tzompantii

Detalle de la entrada
                         
                                                                           Osuario:




Osuario y representaciones de Chaak
                                                                                             Chaak:



                                                                                      Templo de Venus:






                                                                                     Casa de las Monjas:








                                                                 Otros detalles de la ciudad:

Juego de pelota pequeño








Puestos de artesanías en el camino al cenote sagrado


                                                                  Cenotes varios y rancho La Xtabay:









Vegetación en el rancho

Nuestra tienda

                                                                              Los caminos de Xtabay:





                                                                                       Horno de cal:


Velada en el fuego
                                                                                           Viendo los búhos:


Uroderma bilobatum

Mamá y papá (foto Sahara Ugatz)


                                                                               Algunos vídeos:
                                                                      Del cortejo de las iguanas negras:

De la ardilla gris de Yucatán:


Del cenote:

Del búho en su nido: