CENOTE DOS OJOS. BUCEANDO EN UNA CAVERNA EN LA RIVIERA MAYA
Uno de los ojos del cenote, antes de entrar al agua |
Apagamos las linternas.
Nos envuelve la oscuridad.
Húmeda.
Templada.
A nuestro alrededor extrañas formas de piedra surgen desde el techo y el suelo, haciendo que parezca que estamos en otro planeta.
Nos envuelve la oscuridad.
Húmeda.
Templada.
A nuestro alrededor extrañas formas de piedra surgen desde el techo y el suelo, haciendo que parezca que estamos en otro planeta.
Nuestros ojos se acostumbran poco a
poco a la oscuridad. Ahora podemos ver que esta no es total, que hay claridad
al final del túnel.
Con las luces apagadas, seguimos
avanzando, dirigiéndonos hacia la luz. Poco a poco, uno de los ojos del cenote
aparece a nuestra derecha, iluminando con tonos verdosos el agua que nos rodea.
Cientos de formaciones calcáreas forman una panorámica increíble, que desde
debajo del agua parece irreal. También podemos distinguir los árboles de
afuera, que se asoman a la boca de la cueva como si de centinelas se tratara.
Estamos llegando al final de
nuestra segunda inmersión en el Cenote Dos Ojos, un lugar de buceo
impresionante, muy diferente de cualquier sitio en el que hayamos buceado en el
mar. En los cenotes no existe mucha diversidad biológica, así que no creemos
que realicemos más inmersiones en estas cavernas, pero ha sido una experiencia
fantástica la de sumergirnos entre las paredes de esta sima inundada, bajo las
entrañas de la tierra, donde el transcurrir del tiempo y el agua durante miles
de años sobre la piedra caliza, ha creado un sinfín de formas caprichosas entre
las que se incluyen innumerables estalactitas, estalagmitas, columnas y túneles
de piedra.
No hay mucha vida, pero alguna hay.
De hecho, la mayoría de las especies de peces que habitan estos cenotes son
endémicas, y en estas dos inmersiones pudimos observar tres diferentes: dos
cíclidos (Cichlasoma sp.), y un bagre (Rhamdia guatemaltensis). También salimos a la superficie
en una ocasión en la llamada Cueva de los Murciélagos, donde algunos Artibeus sp., probablemente jamaicensis, colgaban del techo sobre el
agua.
La verdad es que esta vez la suerte
estuvo de nuestro lado, pues aunque llegamos media hora más tarde de lo
esperado, ya que la persona de nuestro alojamiento responsable de despertarnos
a la hora programada se olvidó, fuimos los primeros en entrar en el agua y
pudimos disfrutar de la primera inmersión absolutamente solos (y en la segunda
solo vimos gente al llegar al final), ya que este es un cenote muy popular
debido a su belleza y suele estar muy frecuentado por grupos de buzos y de gente
haciendo snorkel.
Estamos en Tulum, y desde que hemos
llegado, ya hemos decidido que ni Cancún ni Playa del Carmen ni Cozumel van a
entrar en nuestro recorrido. También decidimos no bucear en el arrecife
mexicano y ahorrar el dinero de esas inmersiones para Belize, donde los lugares
de buceo son más impresionantes. Y tampoco visitaremos las famosas ruinas de
Tulum, pues su único aliciente es el de estar al lado del mar y, para eso, ya
hemos visto las fotos; ni las de Cobá, donde se encuentra la pirámide más alta
de Yucatán, pero no tiene mucho más que ver (y es la más alta sólo por unos pocos
metros). Ya conocemos unas cuantas ciudades mayas, y todavía nos quedan por
delante algunas de las más espectaculares, así que hemos decidido ser un poco
más selectivos a partir de ahora.
El pueblo de Tulum se ha convertido
en los últimos años en un centro vacacional más, y aunque todavía no es como
otras localidades de la Riviera Maya, ya empieza a dar un poco de asco. De
hecho, es aquí donde pagamos los alojamientos más caros de todo México, dentro
del presupuesto que nosotros manejamos. El primer día nos alojamos en un hotel
al lado de la estación de buses, donde no nos gustó nada el trato poco amable
del personal. Para rematar la movida, dejamos a Sahara durante media hora en la
habitación, terminando de ver una película de dibujos animados mientras
salíamos a comprar la cena y a ultimar unos detalles en un par de clubes de
buceo. No es la primera vez que lo hacemos y el enano está acostumbrado, además
de que siempre se le explica bien que enseguida volvemos y qué es lo que tiene
que hacer para esperarnos tranquilo, pero algo debió de asustarle cuando se
acabó la película y antes de que comenzara la siguiente, y salió de la
habitación gritando y llorando como un descosido.
Lo que nos encontramos al llegar es
que han entrado en nuestro cuarto y removido nuestras cosas, así que cuando le
preguntamos a Sahara, nos cuenta que lloró y que los dueños del hotel entraron
en la habitación. Bajamos a ver qué pasa y se monta la marimorena. Nos dicen
que van a llamar a la policía, que cómo se nos ocurre dejar al niño solo, que
nos lo van a quitar… Yo, que no tengo pelos en la lengua, montó en cólera y
discutimos un buen rato, pues no me parece nada extraño el confiar en que mi
hijo me espere un rato tranquilamente en nuestra habitación, de hecho es lo
contrario lo que no me parece normal. Al final, tenemos que entregar la llave
de la habitación para que tengan controladas nuestras entradas y salidas y,
desde luego, al día siguiente dejamos ese lugar.
Sahara en una hamaca con un de sus amigos gatunos |
El resto de nuestra estancia de dos
días en ese alojamiento, lo ocupamos en dar paseos en bici hasta algunas de las
playas de la zona y en ir a hacer snorkel a la bahía de Akumal, donde
disfrutamos de lo lindo nadando con los abundantes ejemplares de tortuga verde
(Chelonya midas) que acuden a este
lugar a alimentarse en las praderas submarinas. Aquí vemos las primeras rémoras
(Remora remora) de nuestra vida, dos
individuos de buen tamaño pegados al caparazón de uno de estos quelonios
marinos.
Abandonamos Tulum el día 23 de marzo, rumbo
a Bacalar, donde se encuentra la laguna de los siete colores, que nos han
recomendado como un buen lugar para relajarse, ya cerca de la frontera de Belize,
donde pensamos renovar nuestro permiso de estancia en México mientras esperamos
a que llegue a Mérida el pasaporte nuevo de Sahara.
(Todas las fotos subacuáticas del buceo en el cenote nos las pasó nuestro guía durante la inmersión, Paolo Correa, de su archivo, por lo que ninguno de los buceadores que aparecen somos nosotros, aunque las vistas son las que disfrutamos ese día)
Más fotos de la impresionante inmersión en el Cenote Dos Ojos:
La cueva de los murciélagos:
Sahara escondiéndose en uno de los lockers del hostel:
Un par de vídeos de nuestros paseos en bici, al más puro estilo verano azul:
(Todas las fotos subacuáticas del buceo en el cenote nos las pasó nuestro guía durante la inmersión, Paolo Correa, de su archivo, por lo que ninguno de los buceadores que aparecen somos nosotros, aunque las vistas son las que disfrutamos ese día)
Más fotos de la impresionante inmersión en el Cenote Dos Ojos:
La cueva de los murciélagos:
Claridad del agua en el cenote |
Sahara escondiéndose en uno de los lockers del hostel:
Tortuga verde pastando |
Un par de vídeos de nuestros paseos en bici, al más puro estilo verano azul:
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