miércoles, 30 de enero de 2013


OAXACA. LA CIUDAD, MONTE ALBÁN, EL TULE Y YAGUL


Carmen y Sahara (a la derecha) observando una vista panorámica de Monte Albán

Llegamos a la ciudad de Oaxaca por la tarde, después de dejar Cuicatlán y nuestro campamento en el cañón del Sabino el 7 de diciembre. Nos instalamos en una habitación bastante confortable y salimos a explorar un poco la ciudad.
Al día siguiente nos cambiamos a otro alojamiento un poquitín más barato en el que hay un par de niños con los que Sahara puede jugar y en el que nos quedaremos durante una semana.

Catedral iluminada por la noche, vista desde la alameda de
León. Delante, los puestos de elotes, que tanto gustan al enano 
La ciudad no nos parece especialmente bonita aunque las guías y folletos turísticos dicen que su centro histórico es de los más hermosos y mejor conservados de México y está considerada patrimonio cultural de la humanidad, con sus más de 1.200 monumentos. También puede ser que a nosotros no nos llama tanto la atención la visita de los antiguos templos de la represión político-religiosa, permanentes espejos de la opulencia de la nobleza y el clero y símbolo de la enorme brecha creada entre las diferentes clases sociales.


Sahara y algunos colegas aprovisionándose de petardos
Pero tampoco es fea, y disfrutamos bastante de la tranquilidad que se respira en sus calles, plazas y mercados.

Al anochecer, acostumbramos a ir con Sahara al zócalo, donde se encuentra la catedral, y donde normalmente hay un montón de niños con los que jugar. Allí se aficionó a comer elotes todas las noches y a tirar voladores, como llaman aquí a cierto tipo de petardos.


Algunas imágenes en la plaza de la catedral. A la izquierda, tarde de baile al aire libre, que se viene realizando desde hace  unos 13 años. Las otras fotos son de una fiesta que nos tocó ver allí, con instrumentos de viento, zancudos, bailes tradicionales y fuegos de artificio 

La estancia en Oaxaca también ha tenido una cara oscura, esta vez representada por un problema con un cajero automático del banco HSBC.
Carrito de elotes y esquites, maiz hervido en mazorca o en grano,
muy popular por estos lares
Resulta que intento sacar dinero en un cajero de esta entidad situado en un centro comercial. No lo consigo y al final saco en otro cajero con la otra tarjeta. Pero al llegar a nuestra habitación, hecho un ojo a los movimientos de la cuenta en internet, a ver si el problema es que no queda pasta, y descubro que aunque el cajero no me ha dado nada, el movimiento si se ha cobrado en nuestra cuenta. Una coña de casi 400 euros.
Además, mañana es festivo nacional y los bancos están cerrados, así que abandonamos nuestros planes de salir hoy de la ciudad y nos quedamos para intentar arreglar el asunto.

Puesto callejero de verduras
A la mañana siguiente, nos presentamos en una sucursal para que comprueben los movimientos del cajero y nos devuelvan nuestra pasta, pero no es tan fácil. Dicen que no pueden hacer nada porque no somos clientes del banco y que es nuestra entidad desde España la que tiene que solicitar la devolución y bla, bla, bla. Llamamos a triodos bank, tanto desde aquí como desde España, que es donde tenemos el dinero y nos envían una solicitud para que la mande firmada por correo ordinario y bla, bla. No nos lo podemos creer. Tenemos la sensación de que me están robando con una sonrisa en la cara, cuando para nosotros lo normal sería que nos pidiesen disculpas y nos entregaran el dinero sin rechistar.

Puesto de aperitivos en el mercado
Acudimos a la empresa que repone la pasta de los cajeros, donde nos dicen que no pueden hacer nada, que es la propia HSBC la que lo debe solucionar; llamamos a un teléfono de atención al cliente de esa entidad, donde nos repiten lo de nuestro banco desde España; a la oficina de protección al turista, que nos remite a un abogado de la Agencia del Ministerio Público, donde me dicen que solo se ocupan de casos penales y este es administrativo, que vaya a la policía….

Mercado de carne, donde te la preparan a la brasa in situ

Llamo al cónsul por teléfono, y me recibe al día siguiente en su empresa de veladores, a varios kilómetros de la ciudad, y me dice que podemos solucionar el asunto, pero después de varias llamadas al banco, de insultarlos y amenazarlos con ir a la prensa, me despide con un apretón de manos y el consejo de que no nos fiemos de las tarjetas y usemos cheques de viaje…En fin, tampoco esperaba mucho…


Puesto de carnes
Finalmente es otra llamada a triodos en Sevilla la que hace que se agilice el proceso y nos informan de que efectivamente se detectó un problema en el cajero y que en unos días se nos reingresará el importe total de la transacción en nuestra cuenta. Efectivamente, en unos días nos abonan el dinero y todos tan contentos (o casi, faltaron las disculpas y la compensación por las molestias, pero que se les puede pedir, gracias a que no nos robaron en la jeta…).

Pasamos el resto del tiempo en la ciudad paseando por sus calles y sus mercados, observando a las gentes que la habitan y descansando en nuestra habitación.

Vista del conjunto arqueológico de Monte Albán desde la Plataforma Sur

Durante los días que estuvimos en Oaxaca también aprovechamos para hacernos alguna excursión por los alrededores, así que el día 9 nos vamos a visitar las ruinas de la antigua población Zapoteca de Monte Albán, a pocos kilómetros del centro de la ciudad.

Otra vista general de Monte Albán, justo desde enfrente que la anterior panorámica

Pasamos unas tres o cuatro horas caminando entre antiguos templos y tumbas de esta ciudad considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad que llegó a albergar a más de 35.000 personas durante su momento de mayor esplendor. Una vez más, los edificios que podemos admirar hoy en día pertenecían a la élite político-religiosa de la época (qué poco cambian las cosas), ya que las clases populares vivían en las laderas del monte, seguramente en casas de madera que no resistieron tan bien el paso de los años, y tenían prohibido el acceso a la parte alta de la ciudad (a no ser que fuesen a participar en un sacrificio, en ese caso actuando como ofrenda para los dioses, claro).

Juego de pelota, omnipresente en las antiguas ciudades prehispánicas de México y mesoamérica. En Monte Albán se construyeron cinco canchas, en las que se resolvían conflictos de distinta naturaleza. La que se observa en la foto es del año 100 A.C. aproximadamente. Se jugaba con una pequeña pelota de caucho a la que se podía golpear con la cadera, los codos y las rodillas. Hay evidencias de que posiblemente este juego estaba relacionado con sacrificios humanos rituales, se supone que de los perdedores aunque esto no está muy claro, al igual que otros muchos aspectos de este popular juego precolombino. 

Este conjunto arqueológico nos gustó mucho y el rato que pasamos paseándonos por él resultó muy agradable y hasta dio sus frutos desde el punto de vista ornitológico, ya que tuvimos una muy buena observación de un gavilán pico gancho (Chondohierax uncinatus) juvenil volando a muy poca altura sobre nuestras cabezas.

Algunas de las reliquias encontradas en Monte Albán y expuestas en el museo del monumento arqueológico

Después de una fugaz visita al museo de la zona arqueológica, que complementa perfectamente la visita, regresamos a la ciudad, comemos y salimos hacia el cercano pueblo de Santa María del Tule, donde se  encuentra el conocido como “árbol del Tule”.

Árbol e iglesia de Santa María del Tule
Este árbol es un ahuehuete (Taxodium mucronatum) que, con sus más de 2.000 años, sus 58 metros de grosor, 14 de diámetro, 42 de altura, 816.829 m3 de volumen y 636,107 toneladas de peso, se considera el organismo vivo de mayor biomasa del planeta.

Este gigante vegetal se encuentra en el patio de la iglesia y está protegido por una valla que no se puede traspasar bajo pena de multa. A pesar de esto, es interesante acercarse a verlo y disfrutar un rato de las formas caprichosas y retorcidas del tronco características de los ejemplares viejos de esta especie.


El árbol del Tule, un gigante de madera


El día 11 hacemos otra pequeña excursión a la zona arqueológica de Yagul, en la que nunca llegamos a entrar, ya que nos quedamos recorriendo los senderos de los alrededores en busca de fauna. Una decisión muy acertada, pues Yagul tenía preparadas varias sorpresas para nosotros. Para empezar, vemos varios ejemplares de un pequeño paseriforme, el rascador oaxaqueño (Pipilo albicolis), endémico de una pequeñísima porción del estado de Oaxaca, seguido de un par de observaciones de tuza, taltuza o rata de abazones, probablemente la gigante (Orthogeomys grandis), un roedor bastante raro de ver.

Comiendo chapulines, típicos de Oaxaca
Más tarde, localizamos bastantes excrementos y huellas de lince rojo (Lynx rufus) y coyote (Canis latrans) y nos planteamos una segunda visita a la zona próximamente, pues las sierras bajas que circundan las ruinas se prestan para la realización de esperas gracias a su cobertura vegetal con predominancia de matorrales poco espesos, lo que nos hace creer que podemos tener oportunidades de ver alguna de estas especies tan interesantes.


Sahara con una ranita

Para terminar la visita, cuando ya estamos de vuelta, Carmen se adelanta un poco por un camino transversal en el que se queda inmóvil a los pocos metros. Sahara me espera en el cruce y me indica por donde se fue su madre, a la que me encuentro mirando de frente a un jaguarundi (Puma jaguaroundi) que también está inmóvil a una decena de metros de ella. Yo también me quedó clavado y el tiempo se detiene por unos instantes, mientras los tres nos miramos sin que ninguno quiera ser el primero en hacer un movimiento. La tensión se rompe cuando aparece Sahara corriendo, cabalgando sobre su caballo imaginario inconsciente de que estábamos viendo el primer felino del viaje.

El gato se va, claro, aunque todavía podemos seguir sus movimientos durante una decena de metros antes de que se meta entre una vegetación espesa a orillas del camino.

Rana no identificada
Estamos pletóricos, aunque tenemos que explicar a nuestro hijo que no debe hacer esas entradas tan escandalosas, sobre todo cuando nos ve inmóviles con los prismáticos en la cara, pues no es el primer (ni el último) animal que nos espanta haciendo jaleo o adelantándose en el peor momento. De todas formas, hay que celebrar nuestro primer gato, que ya estaba tardando, y volvemos a la ciudad muy contentos y con la determinación de volver a esta zona a quemar algunos cartuchos más.

Algunas imágenes tomadas en las calles de Oaxaca. Puestos callejeros de frutas, verduras y zumos; y tienda de mezcal, bebida típica de la zona elaborada a partir de distintas especies de maguey (Agave sp.)

El día 14, todavía esperando que nos devuelvan nuestro dinero, salimos hacia Ixtlán de Juárez, a pasar unos días entre pinares, donde pensamos que puede haber alguna posibilidad de tener algún avistamiento de otros felinos.

Catedral y artistas callejeros

Fachada de la catedral

Mujeres indígenas vendiendo tejidos en la puerta

Músicos tocando para la fiesta

Jugando con globos en el zócalo

Con uno de sus amigos

Comiendo elotes frente al templo de la Compañía de Jesús

Vendedora de chapulines y detalle del producto. Son un tipo de saltamontes que se comen desecados,
con limón y, a veces, chile picante. Muy ricos, a pesar de lo que pueda pensarse

Comiendo  chapulines y gusanos de maguey (a la derecha)

                                                                   Imágenes del mercado:







                               Algunas vistas panorámicas más del conjunto arqueológico de Monte Albán:
















En el museo:
Sahara viendo unas estelas

Estelas con grabados de los danzantes de Monte Albán

Busto con máscara de jaguar

Representación de una tumba funeraria

El árbol del Tule

Rana aún no identificada

Insecto muy curioso

Polilla de ciudad


Vídeo de Sahara conduciendo el coche de un niño al que se acopló en El Tule en cuanto vio la oportunidad de manejar:

Noches de baile en la plaza de la catedral de Oaxaca:
                                                  

                                                  

Gavilán pico gancho sobrevolando Monte Albán:

Jaguarundi parado mirándonos en el camino (sin zoom, debido a lo inesperado de la observación):