miércoles, 7 de agosto de 2013

DE NUEVO BULLET TREE. CUMPLE DE SAHARA UGATZ, COMIENZO DEL COLEGIO Y CAMBIO DE CABAÑA




Una vez más volvemos a estar en Bullet Tree, contentos de llegar de nuevo a casa y disfrutando otra vez de los interminables baños en el río.

Mercado de San Ignacio (El Cayo), donde compramos habitualmente

Lo primero que hacemos a la vuelta de Cockscomb es ir de compras al Cayo, ya que además de necesitar algunos víveres, tenemos que preparar el cumpleaños de Sahara, ¡QUE YA CUMPLE CINCO AÑOS!, así que encargamos una tarta con su nombre y una vela con el número 5 (lo tenía clarísimo, es lo único que pidió y lo que más ilusión le hace), y algunos regalitos para celebrarlo.





El día 31 de mayo por la tarde llega el momento de la celebración y, aunque no aparece ninguno de los niños con los que contábamos (unos pocos vecinos a los que invitó Brenda y que aún no conocemos), Sahara disfruta de su día especial y se va a la cama agotado después de abrir sus regalos y de jugar durante todo el día, tanto con sus papás como con Elani, la hija de Mike de 12 años que está de visita aquí en Cohune Palms River Cabañas (el antiguo nombre del resort).

Además, hoy se cumple también un año desde que comenzamos este viaje en Costa Rica, así que la celebración es doble, y es un día de reflexión sobre todo lo que hemos hecho, y también sobre lo que todavía nos queda por delante...¿que nos deparará el destino? supongo que pronto lo sabremos....




Sahara y Elani


Disfrutando de la tranquilidad de la nueva cabaña

Un par de días después, nos mudamos de cabaña y nos instalamos en la de Emi y Lobo, más alejada de las otras viviendas y mucho más tranquila para nosotros.

A la larga, estamos encantados con este cambio y enseguida hacemos de esta cabaña nuestro hogar, desde el que vemos un recodo del río y estamos más rodeados de la fauna del lugar.




El 4 de junio amanecemos con una grata sorpresa, pues un par de nutrias (Lontra longicaudis) recorren el río nadando por la orilla de enfrente y disfrutamos de su observación desde el pie de nuestra cabaña nueva.
Además, nos rodean las iguanas (Iguana iguana), los agutís (Dasyprocta punctata) y algunos días, los monos aulladores (Alouatta pigra).
Nuestro amigo el kinkajú (Potos flavus) visita un árbol frutero enfrente de nuestra cabaña cada dos o tres días y vemos como se alimenta, intenta defecarnos encima o se queda dormido en las ramas después de las comidas.




Sahara con una cría de iguana verde que tuvo que rescatar en la cocina


También recibo estos días la visita de otro animal menos deseado.
Resulta que llevo varios días con molestias en unas picaduras que tengo en un brazo y que no se curan. Me duelen, me escuecen y me arden como si me retorcieran agujas calentadas dentro de la carne, y además las tengo hinchadas y como llenas de líquido.
Pasados unos siete u ocho días, acudo al médico, que me dice que no es nada grave y me da unos antibióticos, para que no se infecte.
Pues resulta que unos días más tarde y ya que no veo ninguna mejoría, dejo que Brenda (que dice que es un “nacido” lleno de pus) me lo apriete para sacar todo lo que tenga dentro. Sale algo de pus, bastante agüilla y ¡sorpresa!, un gusano muerto y aplastado. Son colmoyotes (Dermatobia hominis), larvas de una mosca que deposita sus huevos sobre la piel o la carne de diversos animales, entre ellos el hombre. 
Seguimos estrujando y sale otro, esta vez vivo, gordo y con coronas de espinas negras alrededor de su cuerpo. O sea, una preciosidad.
Restos de otro gusano aplastado y más líquido es lo que conseguimos sacar después de un buen rato exprimiendo lo que quedaba, así que hacemos unas curas y parece que la cosa mejora un poco. Veremos que pasa….

Sahara tiene una pequeña picadura que tiene el mismo aspecto, y aunque no le duele ni le pica, se la untamos con esmalte de uñas para cortar la respiración de cualquier posible larva que se esté desarrollando en el interior de su brazo, que a los pocos días empieza a sanar.


Uno de estos días de principios de mes, nos metemos por una calle por la que nunca habíamos pasado, y descubrimos una casita con un cartel que indica que es la escuela preescolar, así que decidimos preguntar si Sahara podria asistir a las clases, y el día siguiente comienza el colegio bilingüe en esta pequeña aldea belizeña, donde se lo pasa muy bien y hace muchos amigos de su edad.

Es una pena no haber conocido antes esta escuela, pues ya llevamos un mes viviendo aquí y solamente quedan cuatro semanas para terminar las clases. Como se suele decir, mejor tarde que nunca.

Más fotos del cumpleaños:










Leyendo un cuento al enano en la cabaña vieja

Disfrutando de la vida en casa:




Viendo una peli

Mercado de San Ignacio

Atrapando algunos reptiles, una cría de iguana verde y una lagartija del género Anolis:

Con Brenda



Liberándola





Y como siempre, algunos bichos más:
Kinkajú

Mono aullador negro

Iguana verde

Salamandra (Bolitoglossa mexicana)

Apareció un día de lluvia en el interior de la cabaña nueva

La nocturna, bonita y gigante mariposa de la muerte (Ascalapha odorata)
alimentándose de la fruta pasada que dejamos para las aves y las iguanas. 

Preparando el blog para la siguiente entrada...

Algunos vídeos de la cabaña nueva:



De iguanas a la puerta de casa:

De un basilisco (Bassiliscus vittatus):

Y de algunos baños en el río:



jueves, 1 de agosto de 2013

COCKSCOMB BASIN WILDLIFE RESERVE




Es en 1983 cuando llega a Belize el joven ecólogo neoyorkino Alan Rabinowich. 
Su misión, estimar la abundancia y la densidad de la población de jaguares (Panthera onca) en el país, además de identificar posibles áreas a proteger en base a su importancia y su potencial para la supervivencia de esta especie.

Avioneta en la que se estrelló Rabinovich mientras monitoreaba
la población de jaguares. Afortunadamente nadie sufrió daños.
El lugar escogido para ubicar su campamento y realizar la primera investigación en profundidad sobre la ecología de este gran felino en libertad fue Cockscomb Basin, donde vivió durante dos años dedicándose al estudio de los jaguares que habitaban en la zona.
Su trabajo y los esfuerzos realizados para intentar proteger esta área, desembocaron en la declaración en 1986 del Cockscomb Basin Wildlife Refuge, la primera reserva creada específicamente para la conservación del jaguar en el mundo.


Hoy en día; el Cockscomb Basin Wildlife Refuge ha multiplicado casi por 50 su superfice protegida, consolidando su importancia y formando parte de una red de reservas contínuas mucho mayor; Alan Rabinovitz se ha convertido en una autoridad mundial en la conservación y el estudio de los grandes felinos; los jaguares gozan de un alto nivel de protección, tanto en Belize como a nivel mundial; y nosotros estamos visitando esta reserva con la intención de avistar a uno de estos grandes gatos.



Salimos hacia este espacio protegido el 24 de mayo aprovechando un raid que nos ofrecen Roni y su esposa Stephanie, que se dirigen hacia Placencia y Punta Gorda a pasar el fin de semana.

El camino por la Humminbird Highway es bastante espectacular. Durante las cerca de tres horas que pasamos recorriendo esta carretera después de Belmopán, estuvimos permanentemente rodeados de montañas de diversos tamaños densamente forestadas, y no pudimos evitar pensar lo increíble que sería poder explorarlas con tiempo, pero por ahora vamos a conformarnos con lo que tenemos.

Durante el camino vimos unas cuantas aves, entre las que destacaríamos nuestros primeros mosqueros piratas (Legatus leucophaius); una pareja de gavilanes picogancho (Chondrohierax uncinatus) a los que seguimos durante un buen rato en sus evoluciones, por si nos enseñan su nido; un elanio de cola blanca (Elanus leucurus); o una pareja de halcones aplomados (Falco femoralis).

Llegamos a Cockscomb a primera hora de la tarde, y tenemos la suerte de que nuestra primera nutria (Lontra longicaudis) cruce la pista delante de nuestro vehículo. ¡Una gran bienvenida, sólo esperamos que el resto de nuestra estancia sea parecida!

Después de registrarnos y pagar las cuotas de entrada y acampada, y todavía emocionados por nuestra reciente observación, nos encaminamos todos juntos hacia el mirador Ben´s Bluff por un empinado sendero que nos conduce por los diferentes pisos vegetales existentes en el espacio protegido.
Desde el mirador obtenemos una vista panóramica de parte de la reserva, aunque la nubosidad existente impide que la disfrutemos en todo su esplendor, ya que desde aquí puede observarse los días despejados el Victoria Peak, la montaña más alta de Belize. 

Una vez de vuelta, montamos nuestro campamento bajo una palapa de techo de palma, nos duchamos y preparamos la cena, antes de acostarnos bastante cansados después de ver un zorro gris (Urocyon cinereoargenteus) rondando la zona de acampada, donde esta noche sólo estamos nosotros. Todavía despierto a Carmen después de localizar un búho de anteojos (Pulsatrix perspicillata) posado en su atalaya de caza cerca de nuestra tienda de campaña, al que disfrutamos observando durante un buen rato.
Por la mañana nos despediremos de Roni y Stephanie, que siguen su viaje hacia el sur.




El resto de los días discurrieron entre pateadas, en las que recorrimos todos los senderos existentes en este refugio de fauna, algunos de ellos hasta en dos y tres ocasiones, caminando por las mañanas, las tardes y las noches, y haciendo alguna que otra espera a la nutria en el río, donde encontramos gran número de excrementos.





Empieza la época de lluvias, y las tormentas y los aguaceros nos acompañan a diario durante las caminatas, de forma que el último día llegamos a tener mojada toda la ropa de recambio de que disponíamos, con lo que difícilmente podríamos haber alargado más nuestra estancia si quisiéramos, aunque precisamente gracias a esa lluvia constante no nos apetecía demasiado quedarnos más tiempo.

Jacamar colirrufo (Galbula ruficauda)


Al final de estos cuatro días logramos ver, además de los animales que ya nombramos, un par de venados rojos (Mazama americana); varios agutís (Dasyprocta punctata); algún otro zorro gris, uno de los cuales llevaba un basilisco (Basiliscus vittatus) en la boca; una paca (Aguti paca) al escape de noche, bastante mal vista; una zarigüella (Didelphis virginiana); muchas ardillas (Sciurus aureogaster y Sciurus deepei); una bonita serpiente caracolera (Sibon nebulatus); algunas tortugas (Trachemys sp.), ranas y sapos y muchas especies de aves, varias de ellas nuevas especies para nuestra lista; además de un mamífero de gran tamaño que no conseguimos identificar mientras se escabullía entre la vegetación.


A pesar de todas las anotaciones sobre observaciones de distintos felinos en el libro de visitas (entre ellos algunos jaguares), nosotros tuvimos que dejar Cockscomb sin ver cumplidas nuestras mayores aspiraciones.


La anécdota más destacable relacionada con la fauna del lugar, la protagonizamos una pequeña rata arborícola (Nyctomys sumichrasti) y yo.

Resulta que estando yo sentado en la mesa de nuestra palapa, escuché una algarabía formada por los gritos de alerta de las urracas pardas (Cyanocorax morio). Como siempre que las escuchamos, enfoco toda mi atención en su comportamiento, ya que muchas veces pueden avisar de la presencia de ofidios o carnívoros en las cercanías.

Esta vez acosaban a un roedor, que intentando defenderse trepaba ágilmente por el tronco de un árbol con dos crías de mediano tamaño aferradas a su espalda. Ya en una rama, comienzan a atacarla, y segundos más tarde aterriza en el suelo sin su valiosa carga, que probablemente haya terminado en el estomago de los córvidos.

Me acerco y la localizo en estado de shock oculta por la hojarasca, así que me animo a atraparla para identificarla valiéndome de la funda de mis prismáticos. Saco unas fotos y decido meterla en la funda para que Carmen y Sahara puedan verla cuando vuelvan de la cocina. Pero la rata reacciona, y cuando intento agarrarla con los dedos por el pellejo del cuello, se gira y me muerde repetidas veces en el dedo, hasta que comprendo que lo mejor será dejar que se vaya y suelte mi dedo gordo.

Cuando llega mi familia, la rata está refugiada bajo la tienda de campaña, y yo desinfecto mi herida mientras no dejo de arrepentirme de mi mala actuación y la paranoia crece pensando en la hidrofobia, también llamada comúnmente rabia.

Al menos, Carmen y Sahara también ven al roedor, y yo paso varias horas investigando acerca de la rabia en Internet a nuestra vuelta a la civilización un par de días más tarde, convenciéndome de que los roedores no son vectores comunes de esta enfermedad, mortal en el 100% de los casos si no se actúa urgentemente mediante una serie de dolorosas vacunas subcutaneas en la zona abdominal.
Creo que la próxima vez me lo pensaré mejor antes de agarrar algún mamífero sin un objetivo justificado, jejeje…

El segundo día de estancia, llegó un grupo bastante grande de estudiantes de biología canadienses, con una muy importante cantidad de comida y un par de cocineras para prepararla.
El caso es que tuvimos la suerte de que estas cocineras nos invitasen casi todos los días a compartir su comida, que siempre les sobraba en abundancia, con lo que nos ahorramos el tener que cocinar y gastar nuestros propios víveres, mucho menos abundantes, aunque suficientes para la estancia planeada.

El día 28 salimos a media mañana, después de esperar a que remita un poco la intensa lluvia que estuvo cayendo desde la tarde anterior, y tenemos la suerte de conseguir que nos recoja un coche oficial de la reserva al poco de empezar a caminar, que nos lleva hasta el cruce de entrada a la localidad costera de Hopkins, donde pensamos pasar lo que queda de día y parte del siguiente, antes de volver a Bullet Tree una vez más. Rápidamente conseguimos otro raid que nos deja en la entrada del pueblo, desde donde buscamos un lugar en el que quedarnos.

Hopkins desde un embarcadero


Este pueblo caribeño esta habitado por miembros de la comunidad garifuna, africanos supervivientes de varios naufragios de barcos esclavistas durante el siglo XVII que se mezclaron con los pobladores caribes locales.
De esta mezcla afrocaribeña ha surgido un idioma, una cultura y una forma de vida muy ligada al mar en cuyas orillas establecieron sus hogares y del cual obtienen una parte importante de sus alimentos.




Nos alojamos en una cabaña barata casi a pie de playa y dedicamos parte del día a recoger mangos y cocos para nuestro consumo, y luego pasamos una agradable velada con Lua, un amiguito de Sahara, su papá Marcus y su amiga Itzal.
Al día siguiente volvemos a nuestra cabaña en Bullet Tree, después de disfrutar de unos baños en el mar que ya nos apetecían bastante y de un largo viaje en el que utilizamos cuatro vehículos diferentes.


Al llegar hay varias novedades. Lobo y Emi se acaban de ir hacia Guatemala y Brenda nos informa de que se murió la madre de Mike y mañana la entierran, así que toda la familia está de velorio. Desde luego es algo que no nos esperábamos.

La nota positiva la pone el kinkajú, que acude a darnos la bienvenida con una observación muy cercana durante bastante rato al atardecer, y la verdad es que disfrutamos mucho viéndolo una vez más. ¡Un lujo tener la fauna al alcance de la mano en nuestra propia casa!

Más fotos:
Campamento:


Cabalgando un jaguar
Caminando:












Evitando que Carmen se moje los pies. La foto la sacó Sahara.











Recogiendo la tienda

Avioneta estrellada
Un poco de fauna:
Saltarín cuelliblanco (Manacus candei)


Jacamar colirrufo:


Trogón cabecinegro (Trogon melanocephalus):



Loro de cachete amarillo (Amazona autumnalis):


Tapacaminos común (Nyctidromus albicollis):


Serpiente caracolera:








A este tuvimos que desalojarlo y llevárnoslo lejos de la tienda de campaña
Hopkins:







Unos vídeos del pateo bajo la lluvia:




Agutí: