Es en 1983 cuando llega a Belize el
joven ecólogo neoyorkino Alan Rabinowich.
Su misión, estimar la abundancia y la
densidad de la población de jaguares (Panthera
onca) en el país, además de identificar posibles áreas a proteger en base a
su importancia y su potencial para la supervivencia de esta especie.
Avioneta en la que se estrelló Rabinovich mientras monitoreaba la población de jaguares. Afortunadamente nadie sufrió daños. |
El lugar
escogido para ubicar su campamento y realizar la primera investigación en
profundidad sobre la ecología de este gran felino en libertad fue Cockscomb
Basin, donde vivió durante dos años dedicándose al estudio de los jaguares que
habitaban en la zona.
Su trabajo y los esfuerzos realizados para intentar proteger esta área, desembocaron en la declaración en 1986 del Cockscomb Basin Wildlife Refuge, la primera reserva creada específicamente para la conservación del jaguar en el mundo.
Su trabajo y los esfuerzos realizados para intentar proteger esta área, desembocaron en la declaración en 1986 del Cockscomb Basin Wildlife Refuge, la primera reserva creada específicamente para la conservación del jaguar en el mundo.
Hoy en día; el Cockscomb Basin
Wildlife Refuge ha multiplicado casi por 50 su superfice protegida, consolidando
su importancia y formando parte de una red de reservas contínuas mucho mayor; Alan
Rabinovitz se ha convertido en una autoridad mundial en la conservación y el
estudio de los grandes felinos; los jaguares gozan de un alto nivel de
protección, tanto en Belize como a nivel mundial; y nosotros estamos visitando
esta reserva con la intención de avistar a uno de estos grandes gatos.
Salimos hacia este espacio
protegido el 24 de mayo aprovechando un raid que nos ofrecen Roni y su esposa
Stephanie, que se dirigen hacia Placencia y Punta Gorda a pasar el fin de
semana.
El camino por la Humminbird Highway
es bastante espectacular. Durante las cerca de tres horas que pasamos
recorriendo esta carretera después de Belmopán, estuvimos permanentemente
rodeados de montañas de diversos tamaños densamente forestadas, y no pudimos
evitar pensar lo increíble que sería poder explorarlas con tiempo, pero por
ahora vamos a conformarnos con lo que tenemos.
Durante el camino vimos unas
cuantas aves, entre las que destacaríamos nuestros primeros mosqueros piratas (Legatus leucophaius); una pareja de
gavilanes picogancho (Chondrohierax
uncinatus) a los que seguimos durante un buen rato en sus evoluciones, por
si nos enseñan su nido; un elanio de cola blanca (Elanus leucurus); o una pareja de halcones aplomados (Falco femoralis).
Llegamos a Cockscomb a primera hora
de la tarde, y tenemos la suerte de que nuestra primera nutria (Lontra longicaudis) cruce la pista
delante de nuestro vehículo. ¡Una gran bienvenida, sólo esperamos que el resto
de nuestra estancia sea parecida!
Después de registrarnos y pagar las
cuotas de entrada y acampada, y todavía emocionados por nuestra reciente
observación, nos encaminamos todos juntos hacia el mirador Ben´s Bluff por un
empinado sendero que nos conduce por los diferentes pisos vegetales existentes
en el espacio protegido.
Desde el mirador obtenemos una vista panóramica de parte de la reserva, aunque la nubosidad existente impide que la disfrutemos en todo su esplendor, ya que desde aquí puede observarse los días despejados el Victoria Peak, la montaña más alta de Belize.
Desde el mirador obtenemos una vista panóramica de parte de la reserva, aunque la nubosidad existente impide que la disfrutemos en todo su esplendor, ya que desde aquí puede observarse los días despejados el Victoria Peak, la montaña más alta de Belize.
Una vez de vuelta, montamos nuestro
campamento bajo una palapa de techo de palma, nos duchamos y preparamos la
cena, antes de acostarnos bastante cansados después de ver un zorro gris (Urocyon cinereoargenteus) rondando la
zona de acampada, donde esta noche sólo estamos nosotros. Todavía despierto a
Carmen después de localizar un búho de anteojos (Pulsatrix perspicillata) posado en su atalaya de caza cerca de
nuestra tienda de campaña, al que disfrutamos observando durante un buen rato.
Por la mañana nos despediremos de Roni y Stephanie, que siguen su viaje hacia el sur.
Por la mañana nos despediremos de Roni y Stephanie, que siguen su viaje hacia el sur.
El resto de los días discurrieron entre pateadas, en las que recorrimos todos los senderos existentes en este refugio de fauna, algunos de ellos hasta en dos y tres ocasiones, caminando por las mañanas, las tardes y las noches, y haciendo alguna que otra espera a la nutria en el río, donde encontramos gran número de excrementos.
Empieza la época de lluvias, y las
tormentas y los aguaceros nos acompañan a diario durante las caminatas, de
forma que el último día llegamos a tener mojada toda la ropa de recambio de que
disponíamos, con lo que difícilmente podríamos haber alargado más nuestra
estancia si quisiéramos, aunque precisamente gracias a esa lluvia constante no
nos apetecía demasiado quedarnos más tiempo.
Jacamar colirrufo (Galbula ruficauda) |
Al final de estos cuatro días
logramos ver, además de los animales que ya nombramos, un par de venados rojos
(Mazama americana); varios agutís (Dasyprocta punctata); algún otro zorro
gris, uno de los cuales llevaba un basilisco (Basiliscus vittatus) en la boca; una paca (Aguti paca) al escape de noche, bastante mal vista; una zarigüella
(Didelphis virginiana); muchas
ardillas (Sciurus aureogaster y Sciurus deepei); una bonita serpiente
caracolera (Sibon nebulatus);
algunas tortugas (Trachemys sp.),
ranas y sapos y muchas especies de aves, varias de ellas nuevas especies para
nuestra lista; además de un mamífero de gran tamaño que no conseguimos
identificar mientras se escabullía entre la vegetación.
A pesar de todas las anotaciones
sobre observaciones de distintos felinos en el libro de visitas (entre ellos
algunos jaguares), nosotros tuvimos que dejar Cockscomb sin ver cumplidas
nuestras mayores aspiraciones.
La anécdota más destacable
relacionada con la fauna del lugar, la protagonizamos una pequeña rata
arborícola (Nyctomys sumichrasti) y
yo.
Resulta que estando yo sentado en la mesa de nuestra palapa, escuché una algarabía formada por los gritos de alerta de las urracas pardas (Cyanocorax morio). Como siempre que las escuchamos, enfoco toda mi atención en su comportamiento, ya que muchas veces pueden avisar de la presencia de ofidios o carnívoros en las cercanías.
Esta vez acosaban a un roedor, que intentando defenderse trepaba ágilmente por el tronco de un árbol con dos crías de mediano tamaño aferradas a su espalda. Ya en una rama, comienzan a atacarla, y segundos más tarde aterriza en el suelo sin su valiosa carga, que probablemente haya terminado en el estomago de los córvidos.
Me acerco y la localizo en estado de shock oculta por la hojarasca, así que me animo a atraparla para identificarla valiéndome de la funda de mis prismáticos. Saco unas fotos y decido meterla en la funda para que Carmen y Sahara puedan verla cuando vuelvan de la cocina. Pero la rata reacciona, y cuando intento agarrarla con los dedos por el pellejo del cuello, se gira y me muerde repetidas veces en el dedo, hasta que comprendo que lo mejor será dejar que se vaya y suelte mi dedo gordo.
Cuando llega mi familia, la rata está refugiada bajo la tienda de campaña, y yo desinfecto mi herida mientras no dejo de arrepentirme de mi mala actuación y la paranoia crece pensando en la hidrofobia, también llamada comúnmente rabia.
Resulta que estando yo sentado en la mesa de nuestra palapa, escuché una algarabía formada por los gritos de alerta de las urracas pardas (Cyanocorax morio). Como siempre que las escuchamos, enfoco toda mi atención en su comportamiento, ya que muchas veces pueden avisar de la presencia de ofidios o carnívoros en las cercanías.
Esta vez acosaban a un roedor, que intentando defenderse trepaba ágilmente por el tronco de un árbol con dos crías de mediano tamaño aferradas a su espalda. Ya en una rama, comienzan a atacarla, y segundos más tarde aterriza en el suelo sin su valiosa carga, que probablemente haya terminado en el estomago de los córvidos.
Me acerco y la localizo en estado de shock oculta por la hojarasca, así que me animo a atraparla para identificarla valiéndome de la funda de mis prismáticos. Saco unas fotos y decido meterla en la funda para que Carmen y Sahara puedan verla cuando vuelvan de la cocina. Pero la rata reacciona, y cuando intento agarrarla con los dedos por el pellejo del cuello, se gira y me muerde repetidas veces en el dedo, hasta que comprendo que lo mejor será dejar que se vaya y suelte mi dedo gordo.
Cuando llega mi familia, la rata está refugiada bajo la tienda de campaña, y yo desinfecto mi herida mientras no dejo de arrepentirme de mi mala actuación y la paranoia crece pensando en la hidrofobia, también llamada comúnmente rabia.
Al menos, Carmen y Sahara también
ven al roedor, y yo paso varias horas investigando acerca de la rabia en
Internet a nuestra vuelta a la civilización un par de días más tarde,
convenciéndome de que los roedores no son vectores comunes de esta enfermedad,
mortal en el 100% de los casos si no se actúa urgentemente mediante una serie
de dolorosas vacunas subcutaneas en la zona abdominal.
Creo que la próxima vez me lo pensaré mejor antes de agarrar algún mamífero sin un objetivo justificado, jejeje…
Creo que la próxima vez me lo pensaré mejor antes de agarrar algún mamífero sin un objetivo justificado, jejeje…
El segundo día de estancia, llegó
un grupo bastante grande de estudiantes de biología canadienses, con una muy
importante cantidad de comida y un par de cocineras para prepararla.
El caso es que tuvimos la suerte de que estas cocineras nos invitasen casi todos los días a compartir su comida, que siempre les sobraba en abundancia, con lo que nos ahorramos el tener que cocinar y gastar nuestros propios víveres, mucho menos abundantes, aunque suficientes para la estancia planeada.
El caso es que tuvimos la suerte de que estas cocineras nos invitasen casi todos los días a compartir su comida, que siempre les sobraba en abundancia, con lo que nos ahorramos el tener que cocinar y gastar nuestros propios víveres, mucho menos abundantes, aunque suficientes para la estancia planeada.
El día 28 salimos a media mañana,
después de esperar a que remita un poco la intensa lluvia que estuvo cayendo
desde la tarde anterior, y tenemos la suerte de conseguir que nos recoja un
coche oficial de la reserva al poco de empezar a caminar, que nos lleva hasta
el cruce de entrada a la localidad costera de Hopkins, donde pensamos pasar lo
que queda de día y parte del siguiente, antes de volver a Bullet Tree una vez
más. Rápidamente conseguimos otro raid que nos deja en la entrada del pueblo,
desde donde buscamos un lugar en el que quedarnos.
Hopkins desde un embarcadero |
Este pueblo caribeño esta habitado
por miembros de la comunidad garifuna, africanos supervivientes de varios
naufragios de barcos esclavistas durante el siglo XVII que se mezclaron con los
pobladores caribes locales.
De esta mezcla afrocaribeña ha surgido un idioma, una cultura y una forma de vida muy ligada al mar en cuyas orillas establecieron sus hogares y del cual obtienen una parte importante de sus alimentos.
De esta mezcla afrocaribeña ha surgido un idioma, una cultura y una forma de vida muy ligada al mar en cuyas orillas establecieron sus hogares y del cual obtienen una parte importante de sus alimentos.
Nos alojamos en una cabaña barata
casi a pie de playa y dedicamos parte del día a recoger mangos y cocos para
nuestro consumo, y luego pasamos una agradable velada con Lua, un amiguito de
Sahara, su papá Marcus y su amiga Itzal.
Al día siguiente volvemos a nuestra
cabaña en Bullet Tree, después de disfrutar de unos baños en el mar que ya nos
apetecían bastante y de un largo viaje en el que utilizamos cuatro vehículos
diferentes.
Al llegar hay varias novedades.
Lobo y Emi se acaban de ir hacia Guatemala y Brenda nos informa de que se murió
la madre de Mike y mañana la entierran, así que toda la familia está de
velorio. Desde luego es algo que no nos esperábamos.
La nota positiva la pone el
kinkajú, que acude a darnos la bienvenida con una observación muy cercana
durante bastante rato al atardecer, y la verdad es que disfrutamos mucho
viéndolo una vez más. ¡Un lujo tener la fauna al alcance de la mano en nuestra
propia casa!
Caminando:
Un poco de fauna:
Saltarín cuelliblanco (Manacus candei)
Jacamar colirrufo:
Trogón cabecinegro (Trogon melanocephalus):
Loro de cachete amarillo (Amazona autumnalis):
Tapacaminos común (Nyctidromus albicollis):
Serpiente caracolera:
Hopkins:
Evitando que Carmen se moje los pies. La foto la sacó Sahara. |
Recogiendo la tienda |
Avioneta estrellada |
Saltarín cuelliblanco (Manacus candei)
Jacamar colirrufo:
Trogón cabecinegro (Trogon melanocephalus):
Loro de cachete amarillo (Amazona autumnalis):
Tapacaminos común (Nyctidromus albicollis):
Serpiente caracolera:
A este tuvimos que desalojarlo y llevárnoslo lejos de la tienda de campaña |
Unos vídeos del pateo bajo la lluvia:
Agutí:
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