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martes, 5 de febrero de 2013

VUELTA A LA CIUDAD DE OAXACA Y REGRESAMOS A YAGUL, TIERRA DE FELINOS



En la espera de La Fortaleza de Yagul


Después de un paso fugaz por la ciudad de Oaxaca, donde pasamos una última noche antes de visitar el mercado y comprar algunos víveres, volvemos a la zona arqueológica de Yagul, donde vimos nuestro primer felino de este viaje.

Desde esa observación de un jaguarundi (Puma jagouaroundi) en libertad y de encontrar un montón de rastros de otros carnívoros, decidimos que debíamos volver a este lugar. No nos equivocamos.


Llegamos casi a última hora de la tarde, cuando el área de las ruinas estaba a punto de cerrar, pero conseguimos que nos dejaran pasar a verlas, aunque nuestra principal motivación era la de hacer una espera desde lo alto de La Fortaleza, una pequeña altiplanicie (o sea, una gran roca elevada unos 70 metros por encima del terreno que la rodea) en la que se ubicaba la antigua ciudad zapoteca.


Juego de pelota. Al fondo, a la izquierda, colina desde donde hicimos las esperas, de espaldas a estas ruinas

La vista es inmejorable. Desde aquí dominamos no solo los campos de cultivo que nos rodean, sino también varias de las sierras bajas que se encuentran alrededor, donde parece que podríamos tener buenas observaciones de casi cualquier cosa.
Montamos el telescopio después de hacer rápidamente el recorrido por las ruinas, y no mucho después… ¡BINGO!
Vista de la antigua ciudad desde las alturas
Un lince rojo (Lynx rufus) sale de debajo nuestra, justo al pie de la gran piedra en la que nos encontramos. Está bastante cerca y la observación es muy buena, aunque la competencia por el telescopio entre los tres observadores (¡si, tres!, el pequeño tampoco se quiere perder la oportunidad de disfrutar de su primer bobcat, como llaman los yanquis a este felino de mediano tamaño, y hay que dejarle un hueco, ¡claro!) hace que nos sepa a poco. Unos tres a cinco minutos de observación no han dado para sacar un buen vídeo del momento, pues los tres intentos de cutre-digiscoping que hacemos salen desenfocados por la falta de luz en el objetivo, así que nos quedamos sin documento para el recuerdo.
¡Increíble!, es la segunda especie de felino que vemos en este lugar casi sin contar con ello (aunque en la anterior visita ya pudimos ver gran cantidad de excrementos y huellas de lince), así que no podemos esperar mucho más. Pero Yagul fue un pozo de sorpresas casi inagotable.

Campamento, por la mañana
Montamos la tienda cerca de la entrada a la zona arqueológica y después de la cena salimos a hacer un recorrido con las linternas por la zona donde vimos el bicho. No vemos más gatos, pero tampoco volvemos con las manos vacías, ya que nos sale al paso la primera mofeta o zorrillo (Conepatus leuconotus) del viaje, escuchamos una lechuza común (Tyto alba) y, para rematar el paseo, un coyote (Canis latrans) solitario aullando a la noche. De vuelta en la tienda, búhos de virginia (Bubo virginianus) y coyotes nos amenizan con sus llamadas nocturnas.

Parte de la antigua ciudad zapoteca

Al principio pensábamos pasar sólo una noche en este lugar, pero ante lo jugoso de las observaciones y escuchas conseguidas, decidimos repetir. La espera de la mañana no nos aporta nada nuevo, aparte de los ya habituales vuelos de las aguilillas de cola roja (Buteo jamaicensis) y los caracaras (Caracara cheriway).
Buscando carnívoros desde nuestra atalaya
A media mañana salimos a por más víveres al cercano pueblo de Tlacolula, para lo que nos toca caminar algo más de un kilómetro y luego agarrar un taxi colectivo hasta esa población, donde comemos y nos aprovisionamos para un día más antes de volver a nuestro puesto de espera, donde esta vez sólo vemos aves rapaces de nuevo, destacando un milano de cola blanca (Elanus leucurus) cazando entre los cultivos.
A los pocos segundos de recoger la óptica por falta de luz, un grupo de coyotes comienza a aullar en una de las sierras de alrededor. Montamos el telescopio rápidamente a ver si aún podemos localizarlos, pero ya no se ve nada. Quizá si hubiesen llamado quince minutos antes, los habríamos visto….

Tlacuache
Por la noche volvemos a salir con las linternas, pero esta vez Sahara se queda durmiendo en la tienda de campaña ya que el día ha sido algo duro, y nosotros vemos algunos chotacabras (Caprimulgus salvini) y un tlacuache o zarihuella (Didelphis marsupiales) durante la caminata.
Una vez en la cama, volvemos a deleitarnos con las llamadas de búhos y coyotes, todo un lujo que no se puede disfrutar en cualquier parte.

Aunque la espera de la mañana vuelve a ser infructuosa, Yagul ha demostrado ser un sitio impresionante para la observación de fauna en el que seguramente podríamos triunfar todavía más si nos quedásemos más tiempo, aunque a todo hay que poner un límite y no nos podemos quejar en absoluto, así que volvemos a Oaxaca a recoger las mochilas que hemos dejado en la pensión, recorremos por última vez el mercado en busca de chapulines y algunas cosas más y salimos en autobús en dirección a Puerto Escondido, en la costa oaxaqueña. 

Juego de pelota

Vista de la antigua ciudad, de camino a la espera

Esperando....
...y buscando

Desde aquí triunfamos
Retrato de un retrato



Chotacabras

                                                                    Vídeos de aguililla de cola roja:


Caracaras y paisaje de Yagul:
   

                                               

                                              

jueves, 3 de enero de 2013


EN EL EJE NEOVÓCANICO TRANSVERSAL. TRAS LOS MEDIANOS CARNÍVOROS EN EL COFRE DE PEROTE Y EL PICO DE ORIZABA


Citlaltépetl o Pico de Orizaba, con campos de cultivo en las laderas

El Pico de Orizaba o Citlaltépetl (estrella de la montaña en lengua náuatl), de 5.611 metros de altitud sobre el nivel del mar, es la montaña más alta de México.
Su cumbre, cubierta del blanco del hielo y la nieve, es reclamo suficiente para que muchos montañeros acudan a escalarla cada temporada.
Para otros, es el hecho de que sea la tercera montaña más alta de Norteámerica, después del monte McKinley en Alaska (6.194 m.s.n.m.) y el monte Logan de Canadá (5.959 m.s.n.m.), lo que motiva la visita. Si a esto añadimos la accesibilidad de este inactivo volcán y la relativa facilidad del ascenso a la cumbre, ya tenemos todos los ingredientes para que Citlaltépetl sea una montaña popular.

Pico de Orizaba
Nosotros decidimos visitar el Parque Nacional del Pico de Orizaba a raíz de leer parte de la información existente acerca del lince rojo (Lynx rufus) y su distribución en México. Resulta que este felino de mediano tamaño con el que no contábamos coincidir durante este viaje, está presente en el estado de Veracruz y frecuenta los pinares y pastizales con matorral de media-alta montaña. Al menos eso dicen…¡así que ya queremos intentar verlo!
Además, comparte hábitat en estas montañas con coyotes (Canis latrans), zorros grises (Urocyon cinereoargenteus) y quizás hasta pumas (Puma concolor), todos ellos buenos candidatos para un encuentro memorable.

Con Edgar en la puerta de la cabaña, en el Pico de Orizaba
Con la ayuda de Edgar, de Pronatura Veracruz, al que conocimos en Los Tuxtlas, programamos una visita a dos de las zonas montañosas del estado (P.N. Cofre de Perote y P.N. Pico de Orizaba) para intentar localizar alguno de nuestros objetivos. Aprovechando las visitas que debe realizar por trabajo, se ofrece a llevarnos hasta los lugares que queremos conocer e incluso nos consigue unos buenos campos base en los que quedarnos y desde los que nos moveremos.


Casas de madera en Rancho Nuevo
El 13 de noviembre llegamos a Rancho Nuevo, pequeña comunidad ubicada en las faldas del Cofre de Perote a algo más de 3.200 metros de altitud. Aquí, el proyecto de reforestación en zonas de montaña que Pronatura desarrolla en colaboración con otras instituciones, cuenta con un vivero de producción de planta, principalmente de pinos de altura. En el vivero tienen un cuarto de aperos vacío que nos ofrecen para montar la tienda a cubierto. 


Los bosques mixtos de pino-encino de esta zona están compuestos por distintas especies de coníferas (como Pinus pseudostrobus, P. montezuma, P. patula, P. hartwegii o Cupressus lindleyii, entre otras), todas ellas adaptadas en mayor o menor medida a las condiciones climáticas de la alta montaña.

Cañada donde vive el lince, en el P.N. Cofre de Perote
Enseguida notamos el cambio de altura y el enrarecimiento del aire, ya que nada más llegar salimos a ver una cañada donde el señor Álvaro Flores, encargado del vivero y nuestro anfitrión, encontró (y remató) un lince herido hace unos cuantos años.

Mientras Sahara se queda jugando con sus nietos en la casa, nosotros bajamos una empinada ladera de pinar hasta llegar al cauce seco de la cañada. Bastó con recorrer unas decenas de metros para encontrar los primeros rastros: alguna huella y varios excrementos en pequeñas letrinas. ¡Bien!, el gato vive por aquí, aunque en la cañada es imposible preparar una buena espera con posibilidades en la que se domine algo de extensión.

Excrementos de lince rojo y cañada en la que los localizamos

Hierba recién recogida

Volvemos al coche y a casa de don Álvaro, donde él, su mujer Albertina y sus hijas nos invitan a comer y compartimos los bocadillos que nosotros traemos. Después de la sobremesa y de instalar nuestro campamento, apenas da tiempo para un breve paseo en busca de pájaros por los alrededores del pueblo.


Bárbara, Diego y Sahara Ugatz
Una vez más, Sahara se queda esperando en la casa con Diego, de cinco años y Bárbara, de cuatro, sus nuevos amigos aquí en la montaña. Se lo pasa tan bien y le gusta tanto jugar con ellos, que al día siguiente preguntamos en su escuela si sería posible que nuestro hijo asistiera a la clase para poder estar un poco más con otros niños, así que el enano tuvo un día diferente disfrutando en el cole.


Caminando bajo la llovizna

Nosotros no tenemos tanta suerte, y durante toda la mañana una lluvia menuda se une al frío de la noche para no dejarnos salir al monte. Por la tarde subimos hacia la enorme piedra que corona el Cofre y le da nombre, pero otra vez una fina llovizna nos hace dar vuelta antes de tiempo sin encontrar ningún indicio de la fauna que venimos buscando.



Mañana nos vamos, pero a pesar de la lluvia y el frío brutal que pasamos por las noches (a pesar de montar la tienda entre cuatro paredes y que hizo que Carmen cogiera un buen resfríado), observamos una buena cantidad de pájaros nuevos y una bonita serpiente de pequeño tamaño que no pudimos identificar.


Bajamos en taxi a la ciudad de Perote, donde desayunamos antes de que Edgar y Paloma (su mujer y su jefa) pasen a recogernos para llevarnos con ellos al Pico de Orizaba.

También en las faldas del Pico, algo por encima de los 3.000 metros, existe un vivero para la reproducción de especies de coníferas de altura, en el que nos instalaremos durante los próximos tres días. Esta vez nos ofrecen una verdadera cabaña, que cuenta incluso con una cama y varias mantas, que nos van a venir que ni pintadas.


Pasamos los días entre esperas y paseos cortos, aunque Carmen estuvo bastante perjudicada con gripe y pasó gran parte del tiempo en la cabaña intentando descansar y recuperarse un poco, pero el clima frío de esta zona no se lo va a poner fácil.

Cañada en la que encontramos rastros de lince y coyote en el Pico

Una vez más encontramos rastros del lindo gatito que andamos buscando, aunque otra vez en cañadas estrechas en las que no es fácil conseguir un buen ángulo para hacer una espera decente. A pesar de esto, una tarde hicimos en una de estas cañadas un rastro de olor con un conejo muerto que encontramos un par de días antes. Los resultados de nuestro aguardo no fueron los esperados, pues entre huellas de lince, coyote y mapache (Procyon lotor), sólo aparecieron un par de perros solitarios, el primero de los cuales se llevó nuestro cebo entero. Al menos atrajimos algo….



Hicimos unas cuantas esperas de larga distancia con muy buena pinta, aunque el campo está lleno de gente desde primera hora de la mañana y la fauna debe ser bastante nocturna en esta zona y esta época, así que tampoco obtuvimos ningún resultado positivo.

Citlaltépetl o Pico de Orizaba, con campos de cultivo en las laderas, una de las esperas realizadas a las faldas de la montaña

Haciendo una espera de tarde


Espera en la cañada, con el rastro de conejo
También lo intentamos con sesiones de aullidos simulados para los coyotes, y todas las noches grité a la luna como cánido salvaje con la esperanza de ser contestado. En una ocasión mis esfuerzos fueron recompensados y la noche del día 16, en la tercera sesión durante el camino a la cabaña desde la zona de espera, un pequeño coro cercano respondió a mi llamada. Más tarde esa misma noche, pudimos escuchar un nuevo coro desde la propia cabaña, bajo un limpio cielo repleto de estrellas y al lado de la fogata en la que se preparaba nuestra cena. No tenemos mucho más que pedir…

Otra espera

En cuanto a los pájaros, pudimos añadir unas tres docenas de especies nuevas a nuestra lista de viaje, muchas de las cuales son habitantes de los pinares de media montaña del norte del continente y no volveremos a encontrarlas en nuestro camino hacia el sur.

Mar de nubes vista desde nuestra cabaña al amanecer

Volvemos a nuestro cuartel general en Chichicaxtle, satisfechos con la excursión a pesar de que todos estamos afectados por el frío y la gripe que encontramos en las montañas.

Una vez más, tenemos que agradecer a Eduardo, Lety y Selene su apoyo, ya que nos prestaron abundante ropa de abrigo para todos los miembros de la familia, sin la cual no podríamos haber soportado las bajas temperaturas de las alturas.

Por supuesto, agradecemos a Edgar y a Paloma el llevarnos en coche hasta nuestros destinos y las gestiones realizadas para que dispusiéramos de un lugar donde instalarnos en cada uno de ellos, además de toda la información proporcionada sobre la flora arbórea de la alta montaña veracruzana.

                                                             Sahara con sus amigos:
Bárbara, Diego y Sahara Ugatz
Con Diego
Con Bárbara

                                                      Pateando en el Cofre de Perote:
Bosque mixto

Viendo pájaros de montaña

                                                                   Haciendo esperas:



                                                                              Sahara:
Pilotando una "barca"

Caminando en busca de rastros


                                                                Vistas del Pico de Orizaba:






Vídeo del sonido de un pequeño coro de coyotes (subid el volumen al máximo, no se escucha demasiado bien con esta cámara, a pesar de estar muy cerca):