Montamos el telescopio después de
hacer rápidamente el recorrido por las ruinas, y no mucho después… ¡BINGO!
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Vista de la antigua ciudad desde las alturas |
Un lince rojo (
Lynx rufus) sale de debajo nuestra, justo al pie de la gran piedra
en la que nos encontramos. Está bastante cerca y la observación es muy buena,
aunque la competencia por el telescopio entre los tres observadores (¡si, tres!, el pequeño tampoco se quiere perder la oportunidad de disfrutar de su primer
bobcat, como llaman los yanquis a este felino de mediano tamaño, y hay que
dejarle un hueco, ¡claro!) hace que nos sepa a poco. Unos tres a cinco minutos
de observación no han dado para sacar un buen vídeo del momento, pues los tres
intentos de cutre-digiscoping que hacemos salen desenfocados por la falta de luz en el objetivo, así
que nos quedamos sin documento para el recuerdo.
¡Increíble!, es la segunda especie
de felino que vemos en este lugar casi sin contar con ello (aunque en la
anterior visita ya pudimos ver gran cantidad de excrementos y huellas de
lince), así que no podemos esperar mucho más. Pero Yagul fue un pozo de sorpresas
casi inagotable.
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Campamento, por la mañana |
Montamos la tienda cerca de la
entrada a la zona arqueológica y después de la cena salimos a hacer un
recorrido con las linternas por la zona donde vimos el bicho. No vemos más
gatos, pero tampoco volvemos con las manos vacías, ya que nos sale al paso la
primera mofeta o zorrillo (
Conepatus
leuconotus) del viaje, escuchamos una lechuza común (
Tyto alba)
y, para
rematar el paseo, un coyote
(Canis
latrans) solitario aullando a la noche. De vuelta en la tienda, búhos de
virginia (Bubo virginianus) y
coyotes nos amenizan con sus llamadas nocturnas.
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Parte de la antigua ciudad zapoteca |
Al principio pensábamos pasar sólo
una noche en este lugar, pero ante lo jugoso de las observaciones y escuchas
conseguidas, decidimos repetir. La espera de la mañana no nos aporta nada
nuevo, aparte de los ya habituales vuelos de las aguilillas de cola roja (Buteo jamaicensis) y los caracaras (Caracara cheriway).
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Buscando carnívoros desde nuestra atalaya |
A media mañana salimos a por más víveres al cercano pueblo de Tlacolula, para lo que nos toca caminar algo más
de un kilómetro y luego agarrar un taxi colectivo hasta esa población, donde
comemos y nos aprovisionamos para un día más antes de volver a nuestro puesto
de espera, donde esta vez sólo vemos aves rapaces de nuevo, destacando un
milano de cola blanca (
Elanus leucurus)
cazando entre los cultivos.
A los pocos segundos de recoger la
óptica por falta de luz, un grupo de coyotes comienza a aullar en una de las
sierras de alrededor. Montamos el telescopio rápidamente a ver si aún podemos
localizarlos, pero ya no se ve nada. Quizá si hubiesen llamado quince minutos
antes, los habríamos visto….
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Tlacuache |
Por la noche volvemos a salir con
las linternas, pero esta vez Sahara se queda durmiendo en la tienda de campaña
ya que el día ha sido algo duro, y nosotros vemos algunos chotacabras (
Caprimulgus salvini) y un tlacuache o
zarihuella (
Didelphis marsupiales)
durante la caminata.
Una vez en la cama, volvemos a deleitarnos con las
llamadas de búhos y coyotes, todo un lujo que no se puede disfrutar en
cualquier parte.
Aunque la espera de la mañana vuelve
a ser infructuosa, Yagul ha demostrado ser un sitio impresionante para la
observación de fauna en el que seguramente podríamos triunfar todavía más si
nos quedásemos más tiempo, aunque a todo hay que poner un límite y no nos
podemos quejar en absoluto, así que volvemos a Oaxaca a recoger las mochilas
que hemos dejado en la pensión, recorremos por última vez el mercado en busca
de chapulines y algunas cosas más y salimos en autobús en dirección a Puerto
Escondido, en la costa oaxaqueña.
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Juego de pelota |
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Vista de la antigua ciudad, de camino a la espera |
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Esperando.... |
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...y buscando |
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Desde aquí triunfamos |
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Retrato de un retrato |
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Chotacabras |
Vídeos de aguililla de cola roja:
Caracaras y paisaje de Yagul:
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