sábado, 16 de febrero de 2013


PARQUE NACIONAL BAHÍAS DE HUATULCO. SELVA BAJA CADUCIFOLIA A ORILLAS DEL OCÉANO PACÍFICO


Vista desde nuestra palapa por la mañana, cuando todavía no hay nadie en la playa

El día 2 de enero, después de salir del Parque Nacional Lagunas de Chacahua en una combinación de pirata, lancha, taxi colectivo y furgoneta, llegamos a Puerto Escondido, donde recogemos nuestras cosas y pasamos una noche antes de dirigirnos hacia el también Parque Nacional de las Bahías de Huatulco.
Al día siguiente hago una visita al médico (que aquí es gratuito en algunas de las muchas farmacias que existen y compiten entre sí) para que me vea un bulto del tamaño de una pelota de golf que me ha salido en la espalda mientras estábamos en Chacahua. El caso es que hace algunos años que tengo un pequeño bulto de grasa, y durante los últimos días en la playa se me fue hinchando y doliendo cada día más. El médico confirma que está infectado y me receta un antiinflamatorio y antibióticos para una semana.

Bahía de San Agustín, vista desde la ermita de la Virgen de la Guadalupe. Nuestra palapa es una de las últimas, cerca del final de la playa.

Después de la consulta salimos en autobús hacia la Bahía de San Agustín, una de las nueve que forman este Parque Nacional marítimo y terrestre, donde se conjugan los arrecifes coralinos con una selva baja caducifolia bastante bien conservada, y a donde llegamos en taxi colectivo a última hora de la tarde.

La primera impresión no fue nada buena, pues bajamos a una playa llena de palapas abarrotadas de gente, e incluso tenemos la sensación de arrepentirnos de salir de Chacahua. Afortunadamente en este caso la primera impresión no es la que cuenta. 

Montamos el mosquitero fuera, donde duerme uno de
nosotros,para poder meter en la tienda todas las mochilas
Un poco decepcionado con un sitio del que nos habían hablado muy bien, recorro la playa hasta el último techado en busca de un lugar un poco más tranquilo en el que instalarnos, y me encuentro con un tipo local de aspecto hippy que me ofrece un lugar en su palapa (que no tiene ningún servicio) por un precio excesivamente alto. Le doy largas y terminamos montando la tienda a cambio del consumo en el último restaurante convencional de la playa. Una vez instalados vemos que esta opción es la mejor si queremos disfrutar de tranquilidad, algo que se confirmará con el paso de los días.

Con los músicos y artesanos

El día siguiente es de relax total, y prácticamente sólo salimos de la palapa para bañarnos durante las horas de luz. Conocimos a un grupo de músicos y artesanos de Puebla con los que estuvimos charlando toda la mañana y Ana, una de ellos, nos enseñó varios puntos de macramé con los que elaborar algunas pulseras y collares.




Pequeño músico y aprendiz de artesana
También conocimos a Claudia, veracruzana con la que Carmen practicó algo de yoga, su hija Suria, que jugó con Sahara hasta que se les acabaron las pilas por la noche, y Kelvin, fotógrafo dominicano radicado en Nueva York. Este último está practicando estos días una técnica de iluminación nocturna con exposiciones largas y ha estado sacando fotos a los músicos las noches pasadas. Hoy nos toca. En principio Kelvin le pide a Carmen si puede ejercer como modelo para una de estas sesiones, pues al parecer su pelo puede lucir muy bien en este tipo de fotos, pero al final terminamos posando todos los miembros de la familia durante la noche. Empezamos Carmen y yo subidos a un árbol seco que sigue en pie a orillas del mar, luego son Carmen y Sahara los objetivos de la cámara y, finalmente, es Carmen sola la protagonista de una muy hermosa fotografía sobre las rocas de la orilla.
Estas sesiones se alargaron al menos unas tres horas, pues para cada foto tuvimos que hacer muchas pruebas de luz y de posiciones hasta lograr el efecto deseado, pero creemos que alguna de las tomas ha debido quedar muy bien, así que ya veremos los resultados en un par de meses, en la página web de nuestro amigo fotógrafo (que también se ha comprometido a enviarnos alguna foto por correo electrónico).
Durante la sesión fotográfica, tuvimos la oportunidad de ver el fenómeno de la fosforescencia en el agua, que brillaba de color verde al contacto con la arena de la orilla, las rocas y nuestros propios pies al movernos por el agua.
Terminamos la jornada tomando algo y charlando en casa del hyppie que me quiso cobrar abusivamente ayer antes de irnos a dormir, ya bastante tarde.

El día siguiente, 5 de enero, alquilamos un kayak y un equipo de snorkel después del desayuno, y nos vamos remando hasta la playa del Riscalillo, en la siguiente bahía en dirección sur. Para llegar, cruzamos un pequeño tramo de mar abierto, donde vemos una tortuga marina (probablemente la negra o prieta, Chelonia agassizi) descansando en la superficie, que se sumerge y pasa bajo el kayak cuando pasamos a su lado.

Sahara preparado para conocer su primer arrecife 
Ya en la playa, nos equipamos y salimos de uno en uno a hacer snorkel sobre el arrecife, que en esta zona está a flor de agua. Vemos una gran cantidad de peces de diferentes especies y Sahara se mete por primera vez en su vida en el agua con unas gafas y tubo de buceo. Le encanta. Permanecemos en el agua hasta que tirita de frío y no aguanta más, pero sale muy emocionado con la cantidad de peces que ve nadando entre los corales.


De vuelta en la playa, se encuentra con Balán, un niño de su edad que conoció ayer en una palapa  vecina de la nuestra y cuyo nombre significa “hombre jaguar”, y juegan juntos en la orilla hasta que nos montamos de vuelta en el kayak para volver a nuestra bahía y devolver la embarcación. Mientras tanto, un reportero de la televisión local me entrevista para una noticia sobre ecología en el Parque Nacional, pero no conseguimos encontrar el enlace en la red ni ver la noticia en la televisión.

En el kayak

De regreso paramos en la playa de Cacalutilla, y tenemos un pequeño accidente en la orilla a la hora de embarcar de nuevo, cuando una ola nos voltea y todos rodamos por el agua antes de poder subirnos al kayak y salir de la rompiente. Nada que lamentar, aunque el enano se asusta un poco.

Encantado con "su" kayak
Después de devolver el kayak y comer, volvemos al agua para aprovechar el alquiler del equipo de snorkel, esta vez en la propia playa de San Agustín, donde todavía existe un trozo de arrecife a pocos metros de la orilla. Pasamos el resto de la tarde buceando y Sahara vuelve a disfrutar de la vida marina, viendo muchos peces globo de diferentes especies y nadando con distintos peces ángel y mariposa. Una vez más, salimos del agua cuando ya no aguanta el frío, y nos vamos a descansar de un largo día a nuestra palapa, no sin antes cenar, jugar y disfrutar de unas cervezas frías mientras conocemos a los nuevos vecinos de tienda que han llegado hoy.

Amanece otro día en San Agustín, y nosotros lo aprovechamos para salir a caminar en dirección sur por los senderos que discurren entre la selva baja, uniendo las distintas bahías del parque.
La primera playa a la que llegamos es la de Riscalillo, donde ayer buceamos entre los corales, y hacemos una pequeña parada para bañarnos y refrescarnos un poco de tanto calor.
Sahara hace nuevas amigas como siempre, y juega con ellas y su delfín inflable hasta que nos vamos para continuar nuestra caminata. El padre de las niñas nos regala un coco para el camino, que aceptamos gustosamente, ya que a Sahara le encantan.

Pequeña cala en la que comemos y degustamos el coco

Nuevo sendero entre la vegetación y nueva cala, esta vez de pequeño tamaño, en la que comemos, vemos un coatí y conocemos a un par de recolectores de una especie de caracol marino (caracol púrpura Plicopurpura pansa) del que obtienen un tinte morado a partir de su baba antes de dejarlo en libertad de nuevo, actividad realizada por los indígenas de la costa oaxaqueña desde antiguo. Seguimos caminando y, tras un buen rato caminando, llegamos a la pequeña bahía de Jicaral, en la que viven temporalmente los recolectores de caracol que conocimos al mediodía y donde vemos varios rastros de nidos de tortuga e incluso el cadáver de un neonato de tortuga prieta. 


Llegamos de noche a la palapa, y hacemos una hoguera  con la leña que recogimos en el  camino de vuelta, donde compartimos unas cervezas con Itandehui (Ita, flor que cae del cielo en idioma mixteco) y Alvin, una pareja muy maja del Distrito Federal, que controlan bastante sobre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el uso de las plantas alucinógenas mexicanas y otros temas similares, sobre los que nos ponen un poco al día.

Marcos, Ita, Carmen y Alvin, en nuestra palapa

El día 8 decidimos irnos a dormir a la playa de Riscalillo, así que salimos con víveres después de la comida y de hacer un poco de snorkel por la mañana en el arrecife.

Amanecer en el campamento

Montamos el campamento bajo un pequeño árbol de la orilla y cenamos a la luz de la fogata, donde alargamos la velada hasta la medianoche, disfrutando del espectacular cielo estrellado que se divisa desde aquí. Amanecemos en una playa totalmente desierta, en la que nos bañamos y la disfrutamos durante parte de la mañana. Nos vamos antes de que aparezcan las primeras embarcaciones de turistas, pasamos por la playa de Jicaral y continuamos caminando por el bosque hasta la playa de Carrizalillo, donde comemos y desde la que decidimos regresar a nuestra palapa en San Agustín.

Otra vista de nuestro campamento en la playa de Riscalillo

Por el camino veo una serpiente voladora o chichicua (Spilotes pullatus), muy guapa, y en Riscalillo nos encontramos a Rafa y Nati, médico y modelo estudiante de medicina de Rosario, Argentina, que son nuestros vecinos de tienda en la palapa de Viry. Unos personajes locales que también se encuentran en la playa nos ofrecen llevarnos de vuelta en una lancha y aceptamos a pesar de que están un poco ebrios, aunque llegamos sin problemas en un rato. Nos dejan en la otra punta de la bahía, así que aprovechamos para visitar la pequeña ermita de la Virgen de Guadalupe que está en lo alto de un pequeño cerro, desde donde vemos una estupenda panorámica de toda la playa.

Nueva hoguera en la playa, que disfrutamos en compañía de las otras dos parejas con las que compartimos la palapa antes de que Rafa exprima el bulto de mi espalda, que ya ha comenzado a supurar. Es una operación bastante dolorosa, en la que hace que expulse todo el pus antes de inyectarme agua oxigenada a presión en el agujero con una jeringuilla. Duele, pero al menos me libro del incómodo absceso que llevaba días martirizándome. A pesar de esta operación, todavía sacamos fuerzas para dar una pequeña vuelta con las linternas a ver si conseguimos observar algo de fauna, y en pocos cientos de metros recorridos vemos siete zarigüeyas, posiblemente de las dos especies del género Didelphis, una mofeta o zorrillo (Mephitis macroura) y un chotacabras (Caprimulgus sp.).

Al día siguiente, seguimos nuestro camino hacia el último destino playero de esta etapa del viaje, aunque una vez más nos cuesta dejar un sitio tan paradisíaco en el que ya nos llevamos bien con la gente. Nos despedimos de Alvín e Ita, pues los argentinos se fueron por la mañana temprano y agarramos un taxi colectivo hacia la carretera principal, donde cogeremos un autobús en dirección al sur.    


                                                 Algunas panorámicas más de las bahías de Huatulco:

Riscalillo, con nuestro campamento en medio de la playa

Riscalillo, desde la cama 

En primer término, playa de Cacalutilla y a su izquierda San Rafael, desde el kayak

Otra de Riscalillo, cuando nos vamos

Paleando de vuelta a San Rafael

Atracando en Cacalutilla

Jicaral

Jicaral, con los hilos recién teñidos secándose al sol

Otra de Jicaral, con el campamento de los teñidores recolectores de caracol al fondo, a la izquierda

Una pequeña vista de la selva baja que se extiende detrás de las playas de Huatulco

Grupo de músicos y artesanos de Puebla

                                                              Sahara y Suria jugando en una hamaca:


                                                                  Jugando con unas niñas y un inflable:


Y con Armando, el niño de nuestra palapa, mudo y con un autismo leve o algo así, con el que Sahara tuvo algún problemilla de comunicación (sin gran importancia, lo sorprendente es que se entendieran tan bien):


                                                                              Unas fotos de pateo:













Y del campamento en la playa:
Ayudando con la leña



Amanecer


Ya recogimos, y seguimos la ruta

Snorkel

Campamento de los tintoreros

Suelo coralino en alguna de las bahías

Unas mascotas poco convencionales (Pecari tajacu)


Algunas zarigüellas y un chotacabras vistos por la noche, probablemente de las dos especies más similares entre sí (Didelphis marsupialis y D. virginiana):






Y un par de vídeos del camino a través de la selva baja caducifolia que cubre gran parte de la costa oeste de  Oaxaca y Chiapas:




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