Esta vez el principal protagonista fue Sahara, que disfrutó como un enano jugando con sus amigos de Yaviza y Playona
Ya cuando llegamos a Metetí, de camino al Parque Nacional Darién, nos
recibieron con emoción en el alojamiento que usamos en nuestra primera visita.
Pero en Yaviza no esperábamos una
acogida tan calurosa como la recibida.
Nuestra anfitriona en una de las pocas pensiones del
pueblo nos dejó la habitación casi a la mitad del precio que el año pasado, en
el comedor en que almorzamos se alegraron mucho de volver a vernos, y por la
calle se escuchaba el nombre de nuestro hijo allí por donde pasábamos, ya que
los niños todavía se acordaban de él.
Una casa de Yaviza
Jugando bajo la lluvia:
Así que cuando salimos de la selva
después de los días pasados en Rancho Frío, decidimos quedarnos tres días más
en este pequeño poblado.
No tenemos ninguna prisa por llegar a Ciudad de
Panamá, ya que nuestra avioneta para la frontera con Colombia no sale hasta el
día 5 de noviembre; y el alojamiento es más económico en Yaviza que allí o en
Metetí, donde por otra parte, no tenemos demasiadas cosas interesantes que
hacer.
La pandilla de nuestra calle. De izquierda a derecha:
Campesino arreglando el techo de su rancho
No podíamos haber tomado una decisión mejor.
Sahara hace una buena
pandilla en los alrededores de la pensión, y se pasa el día jugando en la
calle, lo que le viene de miedo.
Nosotros aprovechamos para descansar,
escribir, asimilar nuestras últimas experiencias y explorar un poco los
alrededores del pueblo, donde añadimos unas cuantas especies de aves nuevas a
nuestra lista y yo tengo una buena observación de águila tirana (Spizaetus tirannus), un bonito
complemento a las otras águilas empenachadas que acabamos de ver los días
pasados.
Una buena colección de parumas
Arquitectura típica de la zona
Dos hermanos jugando con un coche improvisado
El puente que conecta las dos mitades del pueblo, pasando sobre el río Chucunare
¿Nos vamos o qué?
A pesar de todo, después de la estancia en Yaviza, pasamos nuestras dos
últimas noches en Metetí para poder visitar a nuestros amigos emberá de la
comunidad de Playona antes de volver a la capital.
Una vez más y tal como esperábamos, Sahara es el que más disfruta de esa
corta excursión, en la que juega con gran cantidad de niños, muchos de los
cuales también lo recordaban de nuestra anterior visita a la aldea.
En casa de Doraida, la abuela de Belkys
Con Belkys y otras amigas en el patio del cole
Reencuentro con Yajaira, la tía de Belkys
Con Belkys
visitamos la escuela durante el recreo, donde una gran pandilla en la que se
integra nuestro cachorro pasa el rato escalando uno de los árboles del patio
mientras los miembros de la orquesta escolar ensayan para el desfile de la
independencia de dentro de unos días.
Después del colegio, vamos al río, donde los niños continúan con los
juegos, las luchas, las risas y la diversión mientras se alivian de los calores
tropicales en el agua.
Carmen también hizo algunas amigas
La vida cotidiana en el río
Con nuestro hijo pletórico, regresamos en canoa a Puerto Limón, donde
hacemos raid a una camioneta que nos lleva hasta Metetí, para pasar la noche
antes de regresar a la capital el día 1 de noviembre en un viaje de ocho horas de autobús.
Embarcadero de Yaviza visto desde el puente
¡Pronto abandonaremos América Central para internarnos en el sur del
continente, donde continuará nuestro viaje y la incansable búsqueda de fauna
salvaje en todos los ecosistemas que podamos visitar!
Desfile para la elección de reyes y reinas infantiles de cada provincia, en Metetí:
La casa en la que Sahara pasó muchas horas del día después de anochecer
Paisaje urbano en Yaviza
¿Puedo entrar?
Yajaira y su hija Melani
Un lavadero inmenso
Camino del río para limpiar la caza
Carne de paca (Cuniculus paca)
Jugando con una piragua de tronco
Todas muy guapas
Dibujos de Sahara para los abuelos (no pude girarlos):
Más vídeos:
Mujer Emberá pelando arroz en Playona:
Pobladores bajando en canoa a Playona:
jueves, 23 de agosto de 2012
DARIÉN. LA
ÚLTIMA FRONTERA SALVAJE (III)
Volvemos a visitar a nuestros amigos
emberás (02-05/08/12)
Pintados con Jagua (Genipa americana) a las afueras de la aldea de Playona
Después de la
tarde de descanso tras el viaje desde el Parque Nacional Darién, Sahara se
encuentra mucho mejor y ya no tiene fiebre, así que nos dirigimos otra vez a
Playona con los víveres que nos quedan de nuestra expedición por la selva y con
la intención de pasar allí un par de noches. Además llevamos carne de sobra
para invitar a toda la familia de Belkis a un par de buenas comidas.
La acogida fue
muy buena, y enseguida Rosalía, la mamá de Belkis, nos ofrece su casa para
montar la tienda de campaña durante el tiempo que pasemos allí.
Hizo muchos amigos, aunque en la foto no esté muy integrado
Para Sahara esta
visita resulta muy productiva, además de necesaria después de tantos días en la
selva sin ver un solo niño de su edad. Se pasa el día jugando con su amiga,
aunque no es hasta el día siguiente cuando se empieza a integrar con el resto
de niños del vecindario.
La verdad es que en ese sentido estos poblados son
geniales, ya que abundan los niños de todas las edades que pululan libremente
por la aldea, se bañan en el río y hacen un poco lo que quieren.
Pero una de
las cosas que más le gustó al enano fue dormir por primera vez en casa de una
amiguita y poder jugar con ella de la mañana a la noche.
Sahara en medio del poblado
Nosotros
recorremos el poblado de arriba abajo, paseamos por los alrededores y
preguntamos a todos los vecinos a ver si alguno tiene jagua, ya que nos
queremos pintar otra vez y no hemos podido conseguirla antes de llegar.
Parece
que la cosa está difícil y nos comunican que el único árbol que queda en la
zona está en el huerto de la familia de nuestros anfitriones, que aparentemente
no muestran gran interés en llevarnos.
Lavando ropa entre juego y juego
Durante nuestro
segundo día en el poblado vamos a darnos un baño y a lavar la ropa en el río, y
enseguida nos vemos rodeados por un montón de niños con los que pasamos un muy
buen rato jugando en el agua hasta no poder más.
Camino del huerto
A la vuelta del
baño, la familia de Rosalía nos sorprende diciéndonos que comamos rápido para
ir al huerto a recoger jagua, que esta tarde nos van a pintar.
Su huerto está
río abajo, y llegamos tras un bello paseo en piragua, primero a remo y luego a
motor.
Recogemos un
saco lleno de frutos de jagua, además de otro de mangos y algunos limones, y
casi toda la familia participa en la excursión con alegría.
Sesión de pintado
Después toca rayar los frutos, suficientes
para pintar a una poca de gente, aunque solamente nosotros vamos a ser
decorados. El resto del líquido conseguido será para que nos lo llevemos para
próximas veces. De todas formas, quedan frutos suficientes como para pintar a
medio poblado, aunque hoy ningún emberá se va a pintar con nosotros… Terminamos
la decoración corporal ya avanzada la noche y nos vamos a acostar. Hasta mañana
las pinturas no adquirirán el color oscuro que nos protegerá la piel de los
picores y los rayos solares.
La mañana
siguiente la dedicamos a darnos una pequeña vuelta por la aldea y la selva
circundante mientras Sahara juega con sus amigos por última vez, y a darnos un
baño rápido antes de irnos en la primera piragua que podemos agarrar antes del
mediodía.
Volvemos a
Metetí a pasar nuestra última noche en el Darién, y por la tarde terminamos de
pintar a Sahara, que ayer se quedó dormido a mitad de sesión, y descansamos un
poco antes de nuestro largo viaje de vuelta a Ciudad de Panamá mañana temprano.