 |
De izquierda a derecha y de arriba abajo: Saimiri oerstedii, Pecari tajacu, Ara macao,
Tamandua mexicana, Tapirus bairdii, Caligo atreus, Tigrisoma mexicanum y Mastogodryas melanolomus. |
 |
Tramo de costa en el Parque Nacional Corcovado |
Después de nuestra estancia en
Sabalito, vamos a Puerto Jiménez a prepararnos para nuestra expedición al PN
Corcovado. Nos hacemos con un camping gas, compramos víveres para una semana y,
lo más importante, reservamos y pagamos nuestras entradas para cinco días y el
derecho de acampada para pernoctar las cuatro noches que se permiten como
máximo en el parque.
También aprovechamos el par de días
que pasamos en Puerto Jiménez para descansar y, como no, para ver algo de
fauna, observado limícolas en la playa y disfrutando de los vuelos de los
guacamayos rojos (
Ara macao) por todo
el pueblo.
 |
Caiman crocodilus |
Además nos hablaron de un sendero en una pequeña laguna en el que se
pueden observar y alimentar a los cocodrilos, así que hacia allí nos
encaminamos con medio kilo de recortes de carne que caimanes (
Caiman crocodilus) y cocodrilos (
Crocodylus acutus) se zamparon casi de
nuestra mano sin ningún reparo.
 |
Secuencia de una llamada de atención de un cocodrilo a un caimán, más pequeño |
 |
Caminando de Carate a La Leona |
Tras estos días de descanso y
preparativos, nos encaminamos hacia el interior del Parque Nacional Corcovado,
que con sus aproximadamente 45.747
hectáreas terrestres y 5.375 marinas, es la joya de la corona
de Costa Rica en cuanto a espacios protegidos se refiere.
 |
Campamento contra la lluvia |
Día 1 (23/08/12).- Después de dar
de comer a los saurios de la laguna y de alimentarnos nosotros mismos, cogemos
el taxi colectivo que realiza el trayecto entre Puerto Jiménez y Carate, que en
este caso es un camión de transporte de ganado reconvertido en “autobús” al agregarle
unos asientos hechos de tablas en los laterales. Tras casi tres horas de
saltos, bandazos y traqueteos por una
pista que ha visto tiempos mejores, llegamos a Carate, desde donde comenzamos a
caminar por la playa bajo una llovizna persistente hacia el parque.
Dos
kilómetros y medio más adelante llegamos ya casi de noche a La Leona, nuestra
puerta de entrada a Corcovado. Desde hace unos cuantos meses no se puede
acampar en el puesto de los guardas, así que nos quedamos a dormir unos 200 metros antes de
llegar, y montamos la tienda en el porche de una de las cabañas que encontramos
en una especie de camping que aparentemente está desierto. Algo más tarde
llegan tres israelitas con los que acabaremos haciendo buenas migas, seguidos
del cuidador del campamento, con el que negociamos la dormida.
Día 2 (24/08/12).- Después de
desayunar y recoger el campamento, nos dirigimos al puesto de los guardas a
registrar nuestra entrada y el resto de formalidades, tras lo cual comenzamos
el pateo de 16
kilómetros que nos separa del puesto de Sirena, nuestro
destino dentro del parque nacional.
 |
Caminando por la selva |
Caminamos con ilusión y esperanzas,
pues en principio este lugar es de los mejores del continente para observar
jaguares, uno de nuestros principales objetivos en este viaje.
Caminamos con energía, ya que para
completar el camino hay que cumplir con unos horarios impuestos por las mareas,
que nos abrirán o cerrarán el paso en algunas zonas de playa y en los ríos de
mayor caudal (además, en algunos de ellos entran tiburones toro durante la
marea alta, un compañero no muy deseado que añadir a los cocodrilos).
 |
Cruzando uno de los ríos del camino |
Caminamos por la selva, por uno de
los últimos retazos que quedan del bosque originario que cubría gran parte de
la costa pacífica del centro y sur de américa.
 |
Camino por la playa |
Caminamos por la playa, a veces con
la arena por los tobillos, haciendo algo más dura la caminata que tenemos por
delante.
Caminamos en llano,
afortunadamente, aunque en contadas ocasiones hay que salvar algún repecho y el
camino cruza bastantes quebradas con agua.
Caminamos calzados al principio,
pero acabamos descalzos después de tantos arroyos que debemos cruzar para
seguir caminando.
Caminamos aplastados por el peso de
nuestras mochilas, en las que llevamos toda la comida, la ropa, la tienda, los
sacos, el agua para hoy, las ópticas…, y que cada vez parece que pesan más
sobre nuestro hombros doloridos.
Caminamos agotados, siguiendo el
sendero por la inercia del propio viaje, deseando llegar a nuestro destino y
descargar nuestras espaldas de las losas que las oprimen.
 |
Tamandúa observado durante el camino |
Caminamos viendo fauna, lo que
ayuda a que el caminar no sea tan pesado, y que nos recuerda por qué seguimos caminando.
Caminamos por el final del sendero,
en busca del lugar en el que descansaremos de nuestra caminata y, de repente…
…dejamos de caminar.
 |
Está fuerte como un toro |
Hemos cubierto el trayecto en unas
siete horas y media con una parada de casi una hora para comer, un tiempo
record para llevar con nosotros un niño de cuatro años, y dentro de lo normal
para la gente que viene desde La Leona (con un rango de cinco a nueve horas).
Todo el mundo alucina con Sahara (desde guardas y guías hasta los demás
viajeros que se han hecho el camino) y no es para menos, pues aunque no carga
mochila, el camino es lo suficientemente duro para un adulto acostumbrado a
patear, y mucho más para un pequeño que en ningún momento fue transportado por
nosotros (salvo para cruzar los ríos anchos ya mencionados y quizá en algún
paso especialmente difícil del trayecto). Todo un campeón que hace que sus
padres hinchen el pecho con orgullo ante el resto de personas que se encuentran
en este lugar.
 |
Tapir, el gigante americano |
Corcovado promete, pues en este
primer día dentro del parque, hemos podido ver dos tamandúas u osos hormigueros
arborícolas (
Tamandua mexicana), un
grupo de unos 25-30 coatís (
Nasua narica),
grupos de monos aulladores (
Alouatta
palliata) y arañas (
Ateles geoffroyi),
huellas bastante frescas de ocelote (
Leopardus
pardalis) y ¡un tapir (
Tapirus
bairdii) comiendo fruta! Todo esto en el propio sendero de camino a Sirena,
sin buscar demasiado y teniendo en cuenta la falta de atención derivada del
cansancio. Si, Corcovado promete bastante. Veremos que pasa…
De momento montamos el campamento
en una esquina de la plataforma de madera cubierta que se utiliza como lugar de
acampada y, antes de descansar, me doy el último paseíllo del día por lo que
pueda pasar…aunque no pasa nada.
 |
¡Impresionante! |
El encuentro con el tapir es uno de
esos que uno cree que no va a tener nunca, ya que es un animal muy esquivo que
a pesar de su gran tamaño sabe esconderse muy bien y pasar desapercibido hasta
para el ojo más experto, pero Corcovado es un lugar especial en este sentido,
ya que es uno de los mejores sitios para observar este gran herbívoro, y es
raro estar varios días aquí y no tener al menos un encuentro con la danta, como
se le llama por estos lares.
 |
Coatí |
Día 3 (25/08/12).- Madrugamos para
salir a buscar fauna en los senderos, algo que se convertirá en la tónica de
los días que pasaremos en Sirena. Después pasamos el resto del día dedicándonos
a ello, excepto una pequeña parada que hacemos para comer y tras la cual Carmen
se queda con Sahara para que se eche una siesta después de la paliza de ayer.

A
lo largo de la jornada acabamos observando un venado rojo (
Mazama americana), una ardilla (
Sciurus
granatensis), dos agutís (
Dasyprocta
punctata), tropas de monos aulladores y araña, tres pecarís de labios
blancos o chanchos de tropa (
Tayassu
pecari), que nos chascan los dientes para avisarnos de que nos mantengamos
a distancia y los dejemos en paz y, para terminar el día, un grupo de al menos
30 coatís haciendo sus nidos para pasar la noche en lo alto de un árbol, además
de las huellas frescas de un jaguarundi (
Puma
yagouaroundi).
Durante toda la mañana nos acompañó
la lluvia, que cayó con fuerza y nos hizo mantenernos quietos bajo los paraguas
varias veces durante la pateada, algo que aunque incómodo, añadió una pizca más
de aventura al paseo de hoy. Es que a veces parece que nos guste sufrir…
 |
La señorita Pepis en la selva |
 |
Pecarís buscando alimento |
Día 4 (26/08/12).- El día de hoy ha
sido muy parecido al de ayer, con la única diferencia de que después de la
comida, Sahara se queda durmiendo en la tienda mientras nosotros nos damos una
caminata de sobremesa. Hoy vimos seis venados, dos agutís, un perezoso de tres
dedos (
Bradypus variegatus), grupos
de monos araña, aulladores y ardilla (
Saimiri
oerstedii) y 30-40 pecarís de collar (
Pecari
tajacu).
 |
Matapalo o liana extranguladora |
Hoy se ha visto un puma no
demasiado lejos de aquí. Unos españoles que venían caminando de La Leona sin
prismáticos, cámara ni nada, se lo han cruzado y les ha pasado a pocos metros.
Además, creo que ya se van mañana y no demuestran en absoluto alegría o síntoma
alguno de haber flipado con el encuentro. Una vez más, se confirma lo injusto
que es a veces esto de la observación de fauna. En fin, al menos en eso de los
grandes carnívoros, tenemos la satisfacción de que la mayoría de nuestros
encuentros han sido provocados gracias al esfuerzo y, cada vez más, a la
experiencia acumulada, por qué no decirlo.
La anécdota de hoy la
protagonizaron Carmen y una pequeña hormiguita roja. Al parecer, la segunda se
metió en el oído de la primera, que apenas pudo dormir escuchando como un
insecto se paseaba con sus pequeñas patitas por el interior de su cabeza. Nuestros
amigos israelitas intentan ayudarla poniéndole en la oreja miel (a ver si
sale), una vela encendida (se supone que el calor y la luz la harán salir) y un
ungüento oloroso desagradable para los insectos. Afortunadamente, a lo largo
del día de mañana, dejará de moverse, Carmen podrá dejar de preocuparse por las
posibles consecuencias de esta inusual convivencia y ya no tendrá que fumar por
la oreja (milagroso remedio que los guías del parque le han comentado para
estos casos).
 |
En un sendero |
 |
Un pequeño descansillo |
Día 5 (27/08/12).- La jornada fue
muy parecida a las de días anteriores, aunque hoy el sendero no discurrió por
terreno llano, sino que nos pasamos unas cuatro o cinco horas subiendo y
bajando cerros con bastante pendiente. Durante gran parte del trayecto, sobre
todo en la zona más alta, vemos muchos rastros de chanchos de tropa, que nos
acompañan por el sendero, lo cruzan hacia los laterales, se adentran en los
charcos en los que se bañan y observamos señales de alimentación. En
conclusión, parece que aquí hay jabalís por todas partes, puede que ande por la
zona un grupo grande, lo que añade un poco de tensión a la pateada.
Estos cerdos salvajes son uno de
los mamíferos más agresivos y peligrosos del centro y sur del continente
americano, famosos por su mal carácter, su valentía y su sentido de defensa del
grupo, pudiendo enfrentarse a pumas (Puma
concolor), jaguares (Panthera onca)
y cazadores humanos sin ningún temor. Dicen que ante un ataque, lo único que se
puede hacer es subirse a un árbol y esperar a que se vayan, cosa que por lo
visto pueden tardar horas en decidir hacer.
Si se mata uno, se enfurecen
todavía más, y cuentan las historias que han mantenido a pumas y jaguares
durante horas sin poder bajarse de un árbol tras haber capturado a uno de los
miembros de la manada, o que han descuartizado en minutos a algún cazador
infeliz que tras dispararles no encontró donde refugiarse a tiempo.
Debido a esta profusión de rastros,
caminamos despacio y con todos los sentidos alerta, lo que hace que en varias
ocasiones podamos también percibir su fuerte aroma.
De repente los escuchamos,
afortunadamente en un tramo del camino bastante abierto, recto y con visibilidad,
mucho mejor que topárselos de frente en alguno de los sinuosos túneles de
vegetación por los que hemos pasado. Carmen y Sahara se quedan donde estamos y
el pequeño se encarama a unas lianas a algo más de metro y medio sobre el nivel
del suelo, mientras yo me acerco a ver si los veo. Efectivamente, ahí están.
Son sólo dos y salen al camino a un par de metros de donde estoy yo. Me ven y
siguen su camino cruzando el sendero y metiéndose detrás de un árbol.
 |
Mala foto de un par de chanchos de tropa
chasqueándome los dientes |
Rodeo el
tronco, a ver si puedo hacer alguna foto decente y me sitúo muy cerca de ellos,
siempre con un pie preparado para encaramarme a una altura en caso de
embestida. El encuentro es bastante emocionante, sobre todo cuando comienzan a
chasquearme los dientes y a mover la cabeza amenazadoramente en mi dirección.
Es un farol, tras el cual se alejan entre la vegetación, supongo que
olvidándome tan rápido como si nunca hubiera existido, pero a mi el encuentro
me sirve para escribir unos cuantos párrafos de este relato. La verdad es que
uno no acaba de acostumbrarse a estos encuentros y me alejo un poco nervioso
hacia donde se encuentra mi familia.
 |
La vía de escape... |
Un poco después, y sin que aún nos
hayamos movido del sitio, aparece otro individuo, que pasa a pocos metros de
donde nos encontramos. Sahara ya estaba en el suelo, y rápidamente nos pide que
lo ayudemos a subir otra vez a la liana, por si acaso…
Seguimos caminando y el bicho se
nos cruza un par de veces más como un fantasma, tanto por delante como por
detrás, sin casi dar tiempo de que nos giremos para verlo, pero en este caso,
la verdad es que está mucho más asustado que nosotros y acaba desapareciendo
entre la espesura.
Más tarde, ya llegando a nuestro
campamento, vemos un tamandúa y al acercarnos a hacerle unas fotos, sale a
pocos centímetros de nuestros pies la temible terciopelo o equis (Bothrops asper), esta vez un ejemplar
joven, de unos 40
centímetros de longitud que escapa internándose entre la
vegetación.
También vemos un venado y, en los
senderos de la tarde, dos agutís y un cocodrilo de unos dos metros en el Río
Claro, el río que hemos tenido que cruzar para llegar aquí (tres veces en mi
caso) y que volveremos a cruzar para irnos.
 |
Dos coatís cerca del crepúsculo |
Además vemos varios coatís, primero
dos individuos juntos por la mañana y después unos de ellos solo, un macho. Por
la tarde, vemos un grupo de unos 50 rastreando por el suelo de la selva,
caminando y escarbando en numerosos lugares en busca de cangrejos y otros
alimentos que llevarse al estómago.
Los coatís viven en grandes grupos
de hembras y cachorros que prospectan, se alimentan y duermen juntos durante
todo el año; mientras que los machos son solitarios, acercándose a estos grupos
familiares solamente cuando alguna de las hembras entra en celo, que
probablemente es lo que vimos esta mañana con esos dos individuos que caminaban juntos.
 |
Un árbol de fantasía |
Día 6 (28/08/12).- Hoy nos toca
irnos, y madrugamos con el amargo sabor de la despedida. Parece que la estancia
no hubiera llegado a mucho o, por lo menos, nosotros nos quedaríamos mucho más
tiempo aquí (al menos hasta ver algún felino).
Bueno, todavía nos queda el día de
hoy, y la jornada será larga, nunca se sabe qué nos deparará el destino…
 |
Norops sp. en la tela de una Nephila clavipes |
A la amanecida, antes de salir
hacia La Leona, un murciélago de tamaño mediano se queda atrapado en una tela
de araña de la común
Nephila clavipes.
Sorprendentemente, al momento se acercan dos de sus congéneres que comienzan a
volar a su alrededor hasta que se libera, aparentemente con su ayuda y se van
volando juntos. La tela de esta araña es de una solidez increíble, y ya hemos
visto atrapados en su trampa a una chicharra azul (
Fidicina sp.) y una lagartija de pequeño tamaño (
Norops sp.).
Hoy la marea está baja a las cinco
de la mañana, Así que salimos con las primeras luces, después de recoger la
tienda y el resto de nuestro equipaje. Las mochilas pesan mucho menos que el
primer día y eso nos hace pensar que la marcha no va a ser tan dura.
 |
Cruzando el río, con el machete preparado, por si acaso... |
Después de cruzar el Río Claro,
hacemos la primera parada para desayunar, en un sitio que nos parece bueno para
hacer una espera cerca de donde vieron el puma hace dos o tres días. Nos lo
tomamos con calma antes de seguir caminando y más adelante nos topamos con un
grupo de 15 pecarís de collar, a los que nos quedamos viendo un buen rato.
 |
Inofensivo pecarí de collar |
Con todo esto, cuando llegamos a la
punta de Salsipuedes, ya no se puede pasar. Esperamos casi tres horas, comemos
y descansamos (algunos hasta echamos una pequeña siesta), pero la marea baja
más despacio de lo esperado (fue alta a las doce, y a las diez y media ya no
podíamos pasar), así que buscamos una alternativa y decidimos atajar por un
camino que nos han indicado por el interior, evitando la punta rocosa.
Pasamos, y además volvemos a
encontrarnos el grupo de pecarís y les sacamos fotos y vídeos a corta
distancia, estando un rato más viéndolos.
Seguimos caminando y nos encontramos
también un grupo grande de coatís buscando comida por el suelo, una tropa de
monos carablanca (Cebus capucinus),
además de aulladores, arañas y ardillas, o sea, las cuatro especies de monos, y
una inofensiva serpiente ranera o espantabuelas (Mastogodryas melanolomus) muy bonita.
 |
Nuestro amigo acaba de pasar... |
De repente, en una de las salidas
que el sendero de la selva tiene hacia la playa, encontramos un rastro muy
reciente de puma. Esta aquí y salimos pitando tras las huellas, a ver si
podemos encontrarlo. En un momento dado, el rastro se da la vuelta y un poco
más tarde cambia bruscamente de dirección y se adentra en la selva. La
sensación que tenemos leyendo las señales es que el animal pudo escucharnos,
darse la vuelta y seguirnos por un corto trecho, aunque también pudiera ser que
cualquier otra cosa le hiciera dar vuelta (como el olor de una presa, por
ejemplo). De todas formas, el rastro no tiene más de una hora u hora y media
como mucho, el felino está cerca y no lo hemos visto por muy poco.
 |
Tamandúa descendiendo de un árbol |
Unos pocos cientos de metros más
adelante, encontramos un tamandúa (presa frecuente de este gato) bajándose de
un árbol, lo cual nos hace pensar que el puma ha podido pasar por aquí, ya que
todos los ejemplares de este hormiguero arborícola que hemos visto estaban
caminando por el suelo y se han subido a los árboles al descubrir nuestra
presencia (normalmente a través del olfato), por lo que pensamos que este es un
comportamiento antipredatorio que en esta ocasión ha podido usar para
esconderse del felino.
 |
¡Hasta otra, Corcovado! |
Seguimos caminando durante algunas
horas más, y el camino comienza a parecernos interminable. También las mochilas
parece que pesan cada vez más, a pesar de que vamos gastando el agua y la
comida que traíamos preparada. En definitiva, estamos hechos polvo y no vemos
el momento de llegar al final.
Cuando podemos descargarnos y
montar el campamento es totalmente de noche, y llevamos más de 12 horas de
camino (quizá 13 o 14, no lo hemos comprobado), estamos molidos y nos ha
parecido casi más duro que a la ida, aunque el dolor de hombros no es tan
agudo. Ahora solo queda montar la tienda, cocinar, cenar y ¡a dormir!
Día 7 (29/08/12).- Hoy no tenemos
prisa. Solo nos queda recorrer los dos kilómetros y medio que nos separan de
Carate y el taxi colectivo no sale hacia Puerto Jiménez hasta las cuatro de la
tarde, así que desayunamos, recogemos y comemos con calma.
La idea era darnos un paseo por
esta zona, pero durante casi toda la mañana se instala una lluvia persistente
que hace que se nos quiten un poco las ganas.
 |
Cópula de tortugas olivaceas |
De camino hacia Carate vemos muchos
guacamayos rojos y algunos rastros de tortugas olivaceas o loras paslamas (
Lepidochelys olivacea) hacia sus nidos.
De repente, un bulto en el mar llama nuestra atención y descubrimos a un par de
estas tortugas copulando sobre las olas cerca de la playa. Pasamos un rato
viendo el espectáculo y un poco después vemos otra nadando contra el oleaje
casi en la orilla. Un buen final para estos días en los que parte de la gran
fauna del sur del continente ha estado al alcance de nuestra mano.
Además de todos los mamíferos y
reptiles mencionados, pudimos disfrutar de un gran número de aves. Casi estamos
llegando a las 300 especies observadas en este viaje (que aunque no son muchas,
nos parecen suficientes para el esfuerzo que hacemos, que no es exagerado) y entre
las que vimos en Corcovado destacamos las siguientes, por poner un ejemplo (los
nombres son de la guía de Centroamérica que traemos):
Guacamayo rojo (como ya dijimos,
vimos muchos ejemplares y, a veces, muy cerca).
 |
Guacamayos en vuelo |
Garzas tigre (Tigrisoma mexicanum) en el propio tejado y alrededores del
campamento en Sirena. Nos despertaban con sus rugidos por las mañanas.
Ibis blanco (Eudocimus albus).
Gavilán ranero (Geranospiza caerulescens), gavilán negro
mayor (Buteogallus urubitinga),
caracara avispero (Daptrius americanus),
halcón de monte (Micrastur semitorquatus).
Pavón grande (Crax rubra), que vimos a diario en pequeños bandos de un macho con
varias hembras; pajuil (Penelopina nigra);
tinamú grande (Tinamus major),
también abundante.
Andarríos solitario (Tringa solitaria), chorlitejo
semipalmeado (Charadrius semipalmatus),
correlimos occidental (Calidris mauri),
pigüilo (Catoptrophorus semipalmatus).
Tapacaminos común (Nyctidromus albicollis).
 |
Buteo magnirostris |
Jacobino nuquiblanco (
Florisuga mellivora), Ermitaño colilargo
(
Phaethornis longirostris), trogon
cabeciverde (
Trogon rufus), momoto
común (
Momotus momota).
Buco barbón (Malacoptila panamensis), tucán de Swainson (Ramphastos swainsonii).
 |
Garzas tigre |
Carpintero piquiclaro (
Campephilus guatemalensis), hormiguero
dorsicastaño (
Myrmeciza exsul),
gallito hormiguero cabecinegro (
Formicarius
nigricapillus), piquichato coronirrufo (
Platyrinchus
coronatus).
Tángara piquiganchuda (
Lanio leucothorax), tángara terciopelo (
Ramphocelus passerinii), tángara cabecigrís (
Eucometis penicillata)…. y muchas más…
 |
Crocodylus acutus en Puerto Jiménez |
Algunos cruces de ríos:
Fotos pateando en los senderos:
Y por la playa:
Sahara con sus amigos:
 |
Mordedores, |
 |
gigantes, |
 |
cosquillosos, |
 |
y también humanos (llegados en barco o avión). |
Fotos de Sahara porque si:
 |
Y de vuelta a Puerto Jiménez en el colectivo |
 |
Doble arco iris |
 |
Aparatoso sistema de fototrampeo, con tres flashes, sensor
de movimiento doble, etc |
Y alguna foto más de fauna:
 |
Monos araña |
 |
Mazama americana camuflado |
 |
Guacamayo rojo |
 |
Iguana verde (Iguana iguana) tomando el sol |
 |
Norops capito |
 |
Fidicina sp. |
 |
Seta parecida a Falus impudicus |
Huellas de tapir:
Y de puma:
 |
Hasta la próxima!! |
Algunos vídeos (bastantes) interesantes: