martes, 18 de septiembre de 2012


PENÍNSULA DE OSA I. PARQUE NACIONAL CORCOVADO, TODA LA FAUNA AL ALCANCE DE LA MANO


De izquierda a derecha y de arriba abajo: Saimiri oerstedii, Pecari tajacu, Ara macao,  Tamandua mexicana,  Tapirus bairdii, Caligo atreus, Tigrisoma mexicanum Mastogodryas melanolomus.

Tramo de costa en el Parque Nacional Corcovado


Después de nuestra estancia en Sabalito, vamos a Puerto Jiménez a prepararnos para nuestra expedición al PN Corcovado. Nos hacemos con un camping gas, compramos víveres para una semana y, lo más importante, reservamos y pagamos nuestras entradas para cinco días y el derecho de acampada para pernoctar las cuatro noches que se permiten como máximo en el parque.

También aprovechamos el par de días que pasamos en Puerto Jiménez para descansar y, como no, para ver algo de fauna, observado limícolas en la playa y disfrutando de los vuelos de los guacamayos rojos (Ara macao) por todo el pueblo.

Caiman crocodilus

Además nos hablaron de un sendero en una pequeña laguna en el que se pueden observar y alimentar a los cocodrilos, así que hacia allí nos encaminamos con medio kilo de recortes de carne que caimanes (Caiman crocodilus) y cocodrilos (Crocodylus acutus) se zamparon casi de nuestra mano sin ningún reparo.



Secuencia de una llamada de atención de un cocodrilo a un caimán, más pequeño



Caminando de Carate a La Leona

Tras estos días de descanso y preparativos, nos encaminamos hacia el interior del Parque Nacional Corcovado, que con sus aproximadamente 45.747 hectáreas terrestres y 5.375 marinas, es la joya de la corona de Costa Rica en cuanto a espacios protegidos se refiere.





Campamento contra la lluvia
Día 1 (23/08/12).- Después de dar de comer a los saurios de la laguna y de alimentarnos nosotros mismos, cogemos el taxi colectivo que realiza el trayecto entre Puerto Jiménez y Carate, que en este caso es un camión de transporte de ganado reconvertido en “autobús” al agregarle unos asientos hechos de tablas en los laterales. Tras casi tres horas de saltos, bandazos  y traqueteos por una pista que ha visto tiempos mejores, llegamos a Carate, desde donde comenzamos a caminar por la playa bajo una llovizna persistente hacia el parque. 
Dos kilómetros y medio más adelante llegamos ya casi de noche a La Leona, nuestra puerta de entrada a Corcovado. Desde hace unos cuantos meses no se puede acampar en el puesto de los guardas, así que nos quedamos a dormir unos 200 metros antes de llegar, y montamos la tienda en el porche de una de las cabañas que encontramos en una especie de camping que aparentemente está desierto. Algo más tarde llegan tres israelitas con los que acabaremos haciendo buenas migas, seguidos del cuidador del campamento, con el que negociamos la dormida.

Día 2 (24/08/12).- Después de desayunar y recoger el campamento, nos dirigimos al puesto de los guardas a registrar nuestra entrada y el resto de formalidades, tras lo cual comenzamos el pateo de 16 kilómetros que nos separa del puesto de Sirena, nuestro destino dentro del parque nacional.


Caminando por la selva
Caminamos con ilusión y esperanzas, pues en principio este lugar es de los mejores del continente para observar jaguares, uno de nuestros principales objetivos en este viaje.

Caminamos con energía, ya que para completar el camino hay que cumplir con unos horarios impuestos por las mareas, que nos abrirán o cerrarán el paso en algunas zonas de playa y en los ríos de mayor caudal (además, en algunos de ellos entran tiburones toro durante la marea alta, un compañero no muy deseado que añadir a los cocodrilos).


Cruzando uno de los ríos del camino

Caminamos por la selva, por uno de los últimos retazos que quedan del bosque originario que cubría gran parte de la costa pacífica del centro y sur de américa.

Camino por la playa
Caminamos por la playa, a veces con la arena por los tobillos, haciendo algo más dura la caminata que tenemos por delante.

Caminamos en llano, afortunadamente, aunque en contadas ocasiones hay que salvar algún repecho y el camino cruza bastantes quebradas con agua.

Caminamos calzados al principio, pero acabamos descalzos después de tantos arroyos que debemos cruzar para seguir caminando.

Caminamos aplastados por el peso de nuestras mochilas, en las que llevamos toda la comida, la ropa, la tienda, los sacos, el agua para hoy, las ópticas…, y que cada vez parece que pesan más sobre nuestro hombros doloridos.

Caminamos agotados, siguiendo el sendero por la inercia del propio viaje, deseando llegar a nuestro destino y descargar nuestras espaldas de las losas que las oprimen.

Tamandúa observado durante el camino
Caminamos viendo fauna, lo que ayuda a que el caminar no sea tan pesado, y que nos recuerda por qué seguimos caminando.

Caminamos por el final del sendero, en busca del lugar en el que descansaremos de nuestra caminata y, de repente…


…dejamos de caminar.


Está fuerte como un toro
Hemos cubierto el trayecto en unas siete horas y media con una parada de casi una hora para comer, un tiempo record para llevar con nosotros un niño de cuatro años, y dentro de lo normal para la gente que viene desde La Leona (con un rango de cinco a nueve horas). Todo el mundo alucina con Sahara (desde guardas y guías hasta los demás viajeros que se han hecho el camino) y no es para menos, pues aunque no carga mochila, el camino es lo suficientemente duro para un adulto acostumbrado a patear, y mucho más para un pequeño que en ningún momento fue transportado por nosotros (salvo para cruzar los ríos anchos ya mencionados y quizá en algún paso especialmente difícil del trayecto). Todo un campeón que hace que sus padres hinchen el pecho con orgullo ante el resto de personas que se encuentran en este lugar.

Tapir, el gigante americano
Corcovado promete, pues en este primer día dentro del parque, hemos podido ver dos tamandúas u osos hormigueros arborícolas (Tamandua mexicana), un grupo de unos 25-30 coatís (Nasua narica), grupos de monos aulladores (Alouatta palliata) y arañas (Ateles geoffroyi), huellas bastante frescas de ocelote (Leopardus pardalis) y ¡un tapir (Tapirus bairdii) comiendo fruta! Todo esto en el propio sendero de camino a Sirena, sin buscar demasiado y teniendo en cuenta la falta de atención derivada del cansancio. Si, Corcovado promete bastante. Veremos que pasa…

De momento montamos el campamento en una esquina de la plataforma de madera cubierta que se utiliza como lugar de acampada y, antes de descansar, me doy el último paseíllo del día por lo que pueda pasar…aunque no pasa nada.

¡Impresionante!
El encuentro con el tapir es uno de esos que uno cree que no va a tener nunca, ya que es un animal muy esquivo que a pesar de su gran tamaño sabe esconderse muy bien y pasar desapercibido hasta para el ojo más experto, pero Corcovado es un lugar especial en este sentido, ya que es uno de los mejores sitios para observar este gran herbívoro, y es raro estar varios días aquí y no tener al menos un encuentro con la danta, como se le llama por estos lares.



Coatí
Día 3 (25/08/12).- Madrugamos para salir a buscar fauna en los senderos, algo que se convertirá en la tónica de los días que pasaremos en Sirena. Después pasamos el resto del día dedicándonos a ello, excepto una pequeña parada que hacemos para comer y tras la cual Carmen se queda con Sahara para que se eche una siesta después de la paliza de ayer.


A lo largo de la jornada acabamos observando un venado rojo (Mazama americana), una ardilla (Sciurus granatensis), dos agutís (Dasyprocta punctata), tropas de monos aulladores y araña, tres pecarís de labios blancos o chanchos de tropa (Tayassu pecari), que nos chascan los dientes para avisarnos de que nos mantengamos a distancia y los dejemos en paz y, para terminar el día, un grupo de al menos 30 coatís haciendo sus nidos para pasar la noche en lo alto de un árbol, además de las huellas frescas de un jaguarundi (Puma yagouaroundi).



Durante toda la mañana nos acompañó la lluvia, que cayó con fuerza y nos hizo mantenernos quietos bajo los paraguas varias veces durante la pateada, algo que aunque incómodo, añadió una pizca más de aventura al paseo de hoy. Es que a veces parece que nos guste sufrir…

La señorita Pepis en la selva



Pecarís buscando alimento
Día 4 (26/08/12).- El día de hoy ha sido muy parecido al de ayer, con la única diferencia de que después de la comida, Sahara se queda durmiendo en la tienda mientras nosotros nos damos una caminata de sobremesa. Hoy vimos seis venados, dos agutís, un perezoso de tres dedos (Bradypus variegatus), grupos de monos araña, aulladores y ardilla (Saimiri oerstedii) y 30-40 pecarís de collar (Pecari tajacu).


Matapalo o liana extranguladora

Hoy se ha visto un puma no demasiado lejos de aquí. Unos españoles que venían caminando de La Leona sin prismáticos, cámara ni nada, se lo han cruzado y les ha pasado a pocos metros. Además, creo que ya se van mañana y no demuestran en absoluto alegría o síntoma alguno de haber flipado con el encuentro. Una vez más, se confirma lo injusto que es a veces esto de la observación de fauna. En fin, al menos en eso de los grandes carnívoros, tenemos la satisfacción de que la mayoría de nuestros encuentros han sido provocados gracias al esfuerzo y, cada vez más, a la experiencia acumulada, por qué no decirlo.




La anécdota de hoy la protagonizaron Carmen y una pequeña hormiguita roja. Al parecer, la segunda se metió en el oído de la primera, que apenas pudo dormir escuchando como un insecto se paseaba con sus pequeñas patitas por el interior de su cabeza. Nuestros amigos israelitas intentan ayudarla poniéndole en la oreja miel (a ver si sale), una vela encendida (se supone que el calor y la luz la harán salir) y un ungüento oloroso desagradable para los insectos. Afortunadamente, a lo largo del día de mañana, dejará de moverse, Carmen podrá dejar de preocuparse por las posibles consecuencias de esta inusual convivencia y ya no tendrá que fumar por la oreja (milagroso remedio que los guías del parque le han comentado para estos casos).

En un sendero


Un pequeño descansillo
Día 5 (27/08/12).- La jornada fue muy parecida a las de días anteriores, aunque hoy el sendero no discurrió por terreno llano, sino que nos pasamos unas cuatro o cinco horas subiendo y bajando cerros con bastante pendiente. Durante gran parte del trayecto, sobre todo en la zona más alta, vemos muchos rastros de chanchos de tropa, que nos acompañan por el sendero, lo cruzan hacia los laterales, se adentran en los charcos en los que se bañan y observamos señales de alimentación. En conclusión, parece que aquí hay jabalís por todas partes, puede que ande por la zona un grupo grande, lo que añade un poco de tensión a la pateada.

Estos cerdos salvajes son uno de los mamíferos más agresivos y peligrosos del centro y sur del continente americano, famosos por su mal carácter, su valentía y su sentido de defensa del grupo, pudiendo enfrentarse a pumas (Puma concolor), jaguares (Panthera onca) y cazadores humanos sin ningún temor. Dicen que ante un ataque, lo único que se puede hacer es subirse a un árbol y esperar a que se vayan, cosa que por lo visto pueden tardar horas en decidir hacer.
Si se mata uno, se enfurecen todavía más, y cuentan las historias que han mantenido a pumas y jaguares durante horas sin poder bajarse de un árbol tras haber capturado a uno de los miembros de la manada, o que han descuartizado en minutos a algún cazador infeliz que tras dispararles no encontró donde refugiarse a tiempo.

Debido a esta profusión de rastros, caminamos despacio y con todos los sentidos alerta, lo que hace que en varias ocasiones podamos también percibir su fuerte aroma.
De repente los escuchamos, afortunadamente en un tramo del camino bastante abierto, recto y con visibilidad, mucho mejor que topárselos de frente en alguno de los sinuosos túneles de vegetación por los que hemos pasado. Carmen y Sahara se quedan donde estamos y el pequeño se encarama a unas lianas a algo más de metro y medio sobre el nivel del suelo, mientras yo me acerco a ver si los veo. Efectivamente, ahí están. Son sólo dos y salen al camino a un par de metros de donde estoy yo. Me ven y siguen su camino cruzando el sendero y metiéndose detrás de un árbol.

Mala foto de un par de chanchos de tropa
chasqueándome los dientes 
Rodeo el tronco, a ver si puedo hacer alguna foto decente y me sitúo muy cerca de ellos, siempre con un pie preparado para encaramarme a una altura en caso de embestida. El encuentro es bastante emocionante, sobre todo cuando comienzan a chasquearme los dientes y a mover la cabeza amenazadoramente en mi dirección. Es un farol, tras el cual se alejan entre la vegetación, supongo que olvidándome tan rápido como si nunca hubiera existido, pero a mi el encuentro me sirve para escribir unos cuantos párrafos de este relato. La verdad es que uno no acaba de acostumbrarse a estos encuentros y me alejo un poco nervioso hacia donde se encuentra mi familia.

La vía de escape...
Un poco después, y sin que aún nos hayamos movido del sitio, aparece otro individuo, que pasa a pocos metros de donde nos encontramos. Sahara ya estaba en el suelo, y rápidamente nos pide que lo ayudemos a subir otra vez a la liana, por si acaso…

Seguimos caminando y el bicho se nos cruza un par de veces más como un fantasma, tanto por delante como por detrás, sin casi dar tiempo de que nos giremos para verlo, pero en este caso, la verdad es que está mucho más asustado que nosotros y acaba desapareciendo entre la espesura.
Más tarde, ya llegando a nuestro campamento, vemos un tamandúa y al acercarnos a hacerle unas fotos, sale a pocos centímetros de nuestros pies la temible terciopelo o equis (Bothrops asper), esta vez un ejemplar joven, de unos 40 centímetros de longitud que escapa internándose entre la vegetación.

También vemos un venado y, en los senderos de la tarde, dos agutís y un cocodrilo de unos dos metros en el Río Claro, el río que hemos tenido que cruzar para llegar aquí (tres veces en mi caso) y que volveremos a cruzar para irnos.

Dos coatís cerca del crepúsculo
Además vemos varios coatís, primero dos individuos juntos por la mañana y después unos de ellos solo, un macho. Por la tarde, vemos un grupo de unos 50 rastreando por el suelo de la selva, caminando y escarbando en numerosos lugares en busca de cangrejos y otros alimentos que llevarse al estómago.
Los coatís viven en grandes grupos de hembras y cachorros que prospectan, se alimentan y duermen juntos durante todo el año; mientras que los machos son solitarios, acercándose a estos grupos familiares solamente cuando alguna de las hembras entra en celo, que probablemente es lo que vimos esta mañana con esos dos individuos que caminaban juntos.


Un árbol de fantasía

Día 6 (28/08/12).- Hoy nos toca irnos, y madrugamos con el amargo sabor de la despedida. Parece que la estancia no hubiera llegado a mucho o, por lo menos, nosotros nos quedaríamos mucho más tiempo aquí (al menos hasta ver algún felino).

Bueno, todavía nos queda el día de hoy, y la jornada será larga, nunca se sabe qué nos deparará el destino…
Norops sp. en la tela de una Nephila clavipes
A la amanecida, antes de salir hacia La Leona, un murciélago de tamaño mediano se queda atrapado en una tela de araña de la común Nephila clavipes. Sorprendentemente, al momento se acercan dos de sus congéneres que comienzan a volar a su alrededor hasta que se libera, aparentemente con su ayuda y se van volando juntos. La tela de esta araña es de una solidez increíble, y ya hemos visto atrapados en su trampa a una chicharra azul (Fidicina sp.) y una lagartija de pequeño tamaño (Norops sp.).  

Hoy la marea está baja a las cinco de la mañana, Así que salimos con las primeras luces, después de recoger la tienda y el resto de nuestro equipaje. Las mochilas pesan mucho menos que el primer día y eso nos hace pensar que la marcha no va a ser tan dura.

Cruzando el río, con el machete preparado, por si acaso...
Después de cruzar el Río Claro, hacemos la primera parada para desayunar, en un sitio que nos parece bueno para hacer una espera cerca de donde vieron el puma hace dos o tres días. Nos lo tomamos con calma antes de seguir caminando y más adelante nos topamos con un grupo de 15 pecarís de collar, a los que nos quedamos viendo un buen rato.



Inofensivo pecarí de collar
Con todo esto, cuando llegamos a la punta de Salsipuedes, ya no se puede pasar. Esperamos casi tres horas, comemos y descansamos (algunos hasta echamos una pequeña siesta), pero la marea baja más despacio de lo esperado (fue alta a las doce, y a las diez y media ya no podíamos pasar), así que buscamos una alternativa y decidimos atajar por un camino que nos han indicado por el interior, evitando la punta rocosa.
Pasamos, y además volvemos a encontrarnos el grupo de pecarís y les sacamos fotos y vídeos a corta distancia, estando un rato más viéndolos.

Seguimos caminando y nos encontramos también un grupo grande de coatís buscando comida por el suelo, una tropa de monos carablanca (Cebus capucinus), además de aulladores, arañas y ardillas, o sea, las cuatro especies de monos, y una inofensiva serpiente ranera o espantabuelas (Mastogodryas melanolomus) muy bonita.

Nuestro amigo acaba de pasar...
De repente, en una de las salidas que el sendero de la selva tiene hacia la playa, encontramos un rastro muy reciente de puma. Esta aquí y salimos pitando tras las huellas, a ver si podemos encontrarlo. En un momento dado, el rastro se da la vuelta y un poco más tarde cambia bruscamente de dirección y se adentra en la selva. La sensación que tenemos leyendo las señales es que el animal pudo escucharnos, darse la vuelta y seguirnos por un corto trecho, aunque también pudiera ser que cualquier otra cosa le hiciera dar vuelta (como el olor de una presa, por ejemplo). De todas formas, el rastro no tiene más de una hora u hora y media como mucho, el felino está cerca y no lo hemos visto por muy poco.

Tamandúa descendiendo de un árbol
Unos pocos cientos de metros más adelante, encontramos un tamandúa (presa frecuente de este gato) bajándose de un árbol, lo cual nos hace pensar que el puma ha podido pasar por aquí, ya que todos los ejemplares de este hormiguero arborícola que hemos visto estaban caminando por el suelo y se han subido a los árboles al descubrir nuestra presencia (normalmente a través del olfato), por lo que pensamos que este es un comportamiento antipredatorio que en esta ocasión ha podido usar para esconderse del felino.

¡Hasta otra, Corcovado!

Seguimos caminando durante algunas horas más, y el camino comienza a parecernos interminable. También las mochilas parece que pesan cada vez más, a pesar de que vamos gastando el agua y la comida que traíamos preparada. En definitiva, estamos hechos polvo y no vemos el momento de llegar al final.
Cuando podemos descargarnos y montar el campamento es totalmente de noche, y llevamos más de 12 horas de camino (quizá 13 o 14, no lo hemos comprobado), estamos molidos y nos ha parecido casi más duro que a la ida, aunque el dolor de hombros no es tan agudo. Ahora solo queda montar la tienda, cocinar, cenar y ¡a dormir!



Día 7 (29/08/12).- Hoy no tenemos prisa. Solo nos queda recorrer los dos kilómetros y medio que nos separan de Carate y el taxi colectivo no sale hacia Puerto Jiménez hasta las cuatro de la tarde, así que desayunamos, recogemos y comemos con calma.
La idea era darnos un paseo por esta zona, pero durante casi toda la mañana se instala una lluvia persistente que hace que se nos quiten un poco las ganas.

Cópula de tortugas olivaceas
De camino hacia Carate vemos muchos guacamayos rojos y algunos rastros de tortugas olivaceas o loras paslamas (Lepidochelys olivacea) hacia sus nidos. De repente, un bulto en el mar llama nuestra atención y descubrimos a un par de estas tortugas copulando sobre las olas cerca de la playa. Pasamos un rato viendo el espectáculo y un poco después vemos otra nadando contra el oleaje casi en la orilla. Un buen final para estos días en los que parte de la gran fauna del sur del continente ha estado al alcance de nuestra mano.

Además de todos los mamíferos y reptiles mencionados, pudimos disfrutar de un gran número de aves. Casi estamos llegando a las 300 especies observadas en este viaje (que aunque no son muchas, nos parecen suficientes para el esfuerzo que hacemos, que no es exagerado) y entre las que vimos en Corcovado destacamos las siguientes, por poner un ejemplo (los nombres son de la guía de Centroamérica que traemos):
Guacamayo rojo (como ya dijimos, vimos muchos ejemplares y, a veces, muy cerca).
Guacamayos en vuelo
Garzas tigre (Tigrisoma mexicanum) en el propio tejado y alrededores del campamento en Sirena. Nos despertaban con sus rugidos por las mañanas.
Ibis blanco (Eudocimus albus).    
Gavilán ranero (Geranospiza caerulescens), gavilán negro mayor (Buteogallus urubitinga), caracara avispero (Daptrius americanus), halcón de monte (Micrastur semitorquatus).
Pavón grande (Crax rubra), que vimos a diario en pequeños bandos de un macho con varias hembras; pajuil (Penelopina nigra); tinamú grande (Tinamus major), también abundante.
Andarríos solitario (Tringa solitaria), chorlitejo semipalmeado (Charadrius semipalmatus), correlimos occidental (Calidris mauri), pigüilo (Catoptrophorus semipalmatus).  
Tapacaminos común (Nyctidromus albicollis).
Buteo magnirostris
Jacobino nuquiblanco (Florisuga mellivora), Ermitaño colilargo (Phaethornis longirostris), trogon cabeciverde (Trogon rufus), momoto común (Momotus momota).
Buco barbón (Malacoptila panamensis), tucán de Swainson (Ramphastos swainsonii).
Garzas tigre
Carpintero piquiclaro (Campephilus guatemalensis), hormiguero dorsicastaño (Myrmeciza exsul), gallito hormiguero cabecinegro (Formicarius nigricapillus), piquichato coronirrufo (Platyrinchus coronatus).
Tángara piquiganchuda (Lanio leucothorax), tángara terciopelo (Ramphocelus passerinii), tángara cabecigrís (Eucometis penicillata)….         y muchas más…


Crocodylus acutus en Puerto Jiménez

                                          Algunos cruces de ríos:




Fotos pateando en los senderos:










Y por la playa:







Sahara con sus amigos:
Mordedores,

gigantes,



cosquillosos,
y también humanos (llegados en barco o avión).

Fotos de Sahara porque si:


Y de vuelta a Puerto Jiménez en el colectivo
Doble arco iris

Aparatoso sistema de fototrampeo, con tres flashes, sensor
de movimiento doble, etc

                                          Y alguna foto más de fauna:







Monos araña

Mazama americana camuflado
Guacamayo rojo

Iguana verde (Iguana iguana) tomando el sol
Norops capito

Fidicina sp.

Seta parecida a Falus impudicus

                                          Huellas de tapir:


Y de puma:

Hasta la próxima!!


Algunos vídeos (bastantes) interesantes:
Caminando hacia Corcovado


                                             
Nosotros y tamandúa

                                             
Tamandúa

                                               
Cruzando el río

                                             
Y cruzando el río

Tapir:
                                             

                                              

                                             

    
Y tapir con Sahara (supercerca)

                                              
                                                             Garzas tigre llamando al amanecer

Macho de pavón

                                              
Pecarí de collar

                                              
Tinamú grande

                                              
                                                                               Venado

Coatí

Monos araña:
                                              


                                              


                                             




                                              

                                              

                                              


                                              
Tras los rastros de los chanchos de tropa

                                              
                                                                Tamandúa y terciopelo

Tamandúa
                                              

                                 

                                                                 Otro cruce de río

Coatís

                                             
                                                                     Paisaje y escalador

                                                                     Pecarís de collar:

                                              

                                              

                                              






































4 comentarios:

  1. Qué pasada! Enhorabuena por las observaciones! Espero que tengais suerte con los grandes carnívoros que bien la mereceis. Es sorprendente la cantidad de "ruido" en la selva (cuanta vida!!).Los videos del tapir son acojonantes. Un abrazo para toda la familia y total admiración por el pequeño tarzán ;)
    Seguid disfrutando así de la vida!

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  2. Hola familia!! soy Vítor Xosé Cabaleiro, anillasteis conmigo (y con Emilio y Ana) en Caroi- Cotobade (que lejos...verdad? ). Aunque sigo vuestro blog "de cando en vez", hoy me decido a saludaros y que lo sigáis pasando muy bien. Por cierto, Sahara, guapísimo!!

    Lo dicho, abrazos y un beso a Sahara!

    Vítor Xosé Cabaleiro Barroso

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    1. Hola Víctor o, si no me equivoco, Zapata para los amigos, no? si, claro que nos acordamos, fuimos con Lapido, el "padrino" de Sahara, jejeje
      pues gracias por seguir nuestra aventura, aunque sea de vez en cuando, esta entrada es de hace más de un año, pero acabamos de estar la semana pasada otra vez en corcovado, esta vez con mucha menos suerte, porque el campamento de Sirena cierra los meses de octubre por mantenimiento y no pudimos ir hasta allí, pero siempre se ven cosillas........
      un saludo
      Marcos, Carmen y Sahara

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  3. Zapata para los amigos, no te equivocas. La entrada de hace un año porque es la página que me sale al darle a favoritos para entrar. Después me di cuenta je je !

    Bueno, pues lo dicho, a pasarlo bien y ,cuando vengais, por aquí estaré por si os apetece salir algún día de pajareo.

    Saúdos,
    Vítor

    PD: efectivamente, ese día estaba Lapido y Manuel, que memoria tengo, snif

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