domingo, 2 de septiembre de 2012


SABALITO. VUELTA A COSTA RICA Y CAMBIO DE ALOJAMIENTO POR TRABAJO


Sabalito. Nosotros nos quedamos en la cabaña pequeña de la izquierda, y la azul es la casa principal.
Alrededor y por las colinas circundantes, tres hectáreas de terreno albergan la plantación de café.


Afortunadamente la fiebre no duró más que un día y, aunque nos quedamos en David otro día más por seguridad y para recuperarme mejor, enseguida salimos hacia el puesto  fronterizo de Río Sereno, el más tranquilo y con menor afluencia de toda Costa Rica.
Cruzamos sin mayores preocupaciones y nos dirigimos a Sabalito, donde hemos quedado con David, un catalán  de nuestra edad afincado en Costa Rica.
David y Alexia, junto con sus hijos Martí y Ona (de cuatro y dos años, respectivamente), son una familia de Barcelona que hace un par de años se trasladó a la zona cafetalera en la media montaña de Costa Rica donde establecieron su residencia. Nosotros los conocimos en Alajuela durante nuestro primer día en el país, y tras un par de horas de charla, nos invitaron a conocer en el futuro su residencia en la media montaña del sureste de Costa Rica, cerca de la frontera con Panamá y del Parque Internacional La Amistad.

Colocando un pastor eléctrico

Después de nuestro recorrido por el país vecino y con la idea de que pasar un par de días allí puede venirle muy bien a Sahara para jugar con un niño de su edad, nos comunicamos con ellos por email, y nos remiten a su página web, donde leemos que invitan a otros españoles a visitarles intercambiando trabajo por el alojamiento.
Pues esto también nos viene muy bien después del gasto extra del buceo en la Isla de Coiba, y esta puede ser una buena forma de compensarlo. Ellos ya lo tenían pensado, así que cuando les comentamos la idea de quedarnos unos cinco o seis días, les pareció de lo mejor, aunque nos dicen que ellos pensaban en estancias de un mínimo de dos semanas, cosa imposible en nuestro caso.



Vista lateral de la cabaña

La cabaña que nos ofrecen para quedarnos está muy bien, con baño para nosotros y cómodos colchones. Incluso llega la señal de wifi desde la casa principal.

El intercambio resultó beneficioso para todos, ya que nosotros disponíamos de casa y tres comidas diarias gratis, aunque creemos que las hemos pagado justamente con nuestro trabajo. En cuanto a este, consistió en hacer un poco de todo en horario de mañana, teniendo las tardes para descansar, aunque la lluvia ocupó casi todas las horas después del mediodía.

Trabajando en la huerta
En los cinco días y medio que nos quedamos en Sabalito, limpiamos la casa de nuestros anfitriones, colocamos un pastor eléctrico para cercar un trozo de finca que albergará uno de los cerdos, cavamos y abonamos la huerta (en preparación), cargamos bidones de preparado de insecticida para abastecer a los fumigadores en la plantación de café (algo que, desde luego, preferiría no hacer, pero fue el trabajo que estaba programado para el segundo día de nuestra estancia desde antes de saber que iríamos), desgranamos maíz y Carmen fregó mucha, mucha loza (de hecho, prácticamente toda la que se ensució durante los días que permanecimos en la casa).

Los niños jugando en la piscina

En cuanto a Sahara, jugó todo lo que pudo, aunque Martí resulto ser un abusón que todos los días hacía algo desagradable para llamar la atención. A Sahara le pegó, le mordió, le meó encima, compitió constantemente por todo (por ejemplo, si estábamos comiendo todos juntos y Sahara quería ir a hacer pís, Martí se levantaba rápidamente y se encerraba en el baño diciendo que el meaba primero) y se pelearon de vez en cuando.

Tenemos que decir que estamos muy orgullosos del comportamiento de Sahara ante este acoso, pues aunque se defendió y se enfadó algunas veces (y con razón), normalmente intentó razonar con su amigo, llegando a decirle que sus demás amigos no le pegan y que entre amigos eso no se hace, perdonándole en la mayoría de las ocasiones (no en todas porque ya estaba un poco hasta los huevos de él y de su forma de actuar, igual que nosotros). A pesar de todo, se lo pasó bien y creemos que no le vino nada mal, tanto el estar con un par de niños durante casi una semana seguida, como el toparse con un amigo con este comportamiento anormal que le ha hecho tener que enfrentarse a conflictos nuevos y buscar soluciones.
En general la experiencia resultó positiva, pero no sé si volveremos a repetirla de esta forma, ya que en algunas ocasiones sentimos que podíamos estar molestando y a veces la sensación que teníamos era un poco incómoda. Lo mejor, ahorrar; lo peor, los abusos que a veces tenía que soportar nuestro hijo (y el mal rollo de tener que reñirle a un niño que no es tuyo o de que Sahara diga que no se defiende “porque me riñen sus papás”).


Por otro lado, el domingo fue el día libre, y fuimos a dar un paseo en caballo con el vecino de nuestros anfitriones, que tiene varios animales y se dedica, entre otras cosas, a hacer excursiones con los turistas. Nos hizo un precio de amigo y, como no tuvimos más gastos esta semana, disfrutamos todos juntos del recorrido por su finca, que incluía un pequeño trozo de bosque de niebla.


El paseo incluyo un tentempié y, al final, tuve la oportunidad de hacer correr a Pelusa, el caballo de raza Appaloosa que nos llevó a Sahara y a mí. Hacía mucho tiempo ya que no montaba y disfruté de las galopadas, pero tuve la mala suerte de caer del caballo en una de ellas, al perder el control cuando se desvió a la puerta del circuito para intentar salir y no pude dominarlo bien. Afortunadamente, lo único herido fue mi amor propio, por la vergüenza de caerme en público después de contar que había montado bastante a caballo cuando tenía el mío en la casa de Pontesouto. En fin, me levanté, monté de nuevo y me dí un par de vueltas más antes de recoger los animales y dar por terminada la experiencia. Para todos los demás era la primera vez que se subían a un caballo y todos nos fuimos muy contentos para casa.

Un poco cansados pero satisfechos por el ahorro y la experiencia, salimos hacia nuestro siguiente destino: el Parque Nacional Corcovado, previo paso por Puerto Jiménez para organizar la excursión.

Casa principal
Currando: 




  


Los niños jugando en la piscina:



Paseo con lo caballos:

  


Polillas de noche en el porche de la cabaña

Alguna de las polillas en detalle

Loritos Pionopsitta haematotis 

¡Nos vemos en la siguiente!

                                            Vídeos galopando (y cayendo):
    

                                                     

    
Tucán de Swainson Ramphastos swainsonii

1 comentario:

  1. Bueno, quería aclarar que los niños también se lo pasaron muy bien y que nuestra intención no ha sido la de decir que Martí sea un monstruo ni mucho menos. Sahara también pasa por etapas muy malas en las que todos nos hartamos un poco, es lo normal en los niños de esta edad. Yo solo pretendía plasmar en la entrada que la relación entre los pequeños pudo ser mucho mejor y más productiva, y que nos dió pena que no lo fuera.

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