RESERVA DE LA BIOSFERA TEHUACÁN-CUICATLÁN
(I). UN DESIERTO CON MUCHA VIDA
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Vista general de los bosques de cactáceas en Zapotitlán Salinas, cubriendo todas las laderas |
Nuestro primer destino después de
salir definitivamente de Chichicaxtle es la ciudad de Tehuacán, previa parada
para hacer noche en Córdoba. Desde aquí visitaremos la reserva de
Tehuacán-Cuicatlán, pero primero buscamos un alojamiento en el que pasar una
primera noche, informarnos sobre nuestro destino y dejar las mochilas mientras
estamos en el campo.
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Ambiente semidesértico de Zapotitlán |
Con todo organizado, salimos hacia
Zapotitlán Salinas, donde visitamos el Jardín Botánico, nuestro siguiente cuartel
general. Este jardín cuenta con cabañas y una zona para acampar con un mínimo
de servicios, como baños y sombra, así que montamos la tienda dispuestos a
pasar unos días buscando la fauna del lugar. Una vez más, esperamos tener algo
de suerte y poder observar algún carnívoro interesante, ya que coyotes (Canis latrans), zorros grises (Urocyon cinereoargenteus) y linces rojos
(Lynx rufus) viven en esta zona.
Estamos en el interior desértico
del estado de Pueblo, fronterizo con el de Oaxaca, donde las condiciones de sequía se deben al efecto de
sombra creado por la Sierra Madre Oriental, que recoge la humedad antes de que pueda
llegar al Valle de Tehuacán.
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Tetechos |
La vegetación dominante en la
región es el matorral xerófilo o seco (concretamente matorral crasicaule), una muy
curiosa mezcla de cactáceas columnares (como el tetecho
Neobuxbauma tetetzo,
el garambullo
Myrtillocactus geometrizans,
el baboso
Pachycereus hollianus, el candelabro
P. weberi o el viejito o cardón blanco
Cephalocereus columna-trajani) y globosas (como el asiento de
suegra
Echinocactus platyacanthus,
las viznagas ganchuda
Pherocactus latispinus, xoquita
P. flavovirens, piñita
P. robustus, o de plumita
Mammillaria pectinifera, el excremento
de burro
M. jaciana, el tencholote
Cilindropuntia tunicata o el chiche de
conejo
Coriphanta pallida),
matorrales y plantas espinosas
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Sahara subido a un "árbol" de pata de elefante |
(como los ágaves pitzomel
Agave marmorata, el ixle o maguey blanco
A. lurida, magueicito
Echeveria
setosa o la candelilla
Euphorbia
antisicilitica)
y algunos árboles dispersos (como el mezquite
Prosopis laevigata, el palo verde
Cercidium praecox, el chaparro amargo
Castella erecta, los copales
Bursera copaliphera,
B. aloexylon,
B. submoniliformis,
B. cianea, la hipomea
Hypomea pausiflora, el sangre de drago
Jatropha neopausiflora o el sotolín o
pata de elefante
Beaucarnea gracilis
y
B. purpusii), muchas de ellas
utilizadas con diversos fines por los pobladores locales desde hace miles de
años.
La impresionante diversidad
florística de la comarca alcanza su máxima espectacularidad en los bosques de
viejitos y tetechos, donde miles de estos cactus cubren grandes extensiones de
terreno, asemejándose a un ejército en formación, sobre todo en el caso de los
viejitos, ya que su peculiar estrategia reproductiva hace que todos los
individuos mantengan la punta doblada hacia el norte para proteger sus
inflorescencias de la elevada insolación a la que están sometidos todo el año.
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Viejitos y tetechos dominando el paisaje |
Pasamos tres días y dos noches en
este campamento, caminando entre los bosques de cactus en busca de pájaros
nuevos y de los rastros de los mamíferos que nos gustaría ver, además de
haciendo esperas para intentar observarlos.
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Una de las esperas realizadas antes de la atardecida |
El primer día, tras montar el
campamento, caminamos por los alrededores y conocemos a Jesús, el encargado,
que nos acompaña hasta el cauce del río, pasando por una zona de cárcavas
excavadas por el agua donde hay muchos restos de cerámicas antiguas,
pertenecientes a los antiguos pobladores Popolocas, que se reunían en esta
región en busca de sal, debido a la abundancia de manantiales de agua salada
existentes en la zona. Al atardecer hacemos una espera que resulta infructuosa,
al igual que las del día siguiente tanto por la mañana como por la tarde.
Por
la noche, mientras Sahara duerme en la tienda,
nos damos un paseo con las linternas, y vemos un par de ratones
arborícolas (Reithrodontomys mexicanus)
y algún que otro sapo verde de buen tamaño, además de algunos murciélagos.
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Sahara y la sal de Zapotitlán |
El segundo día nos acercamos al
pueblo a por provisiones y exploramos una buena parte del cauce del río Zapotitlán o río Salado.
Hacemos la espera de la tarde a un par de kilómetros de nuestro campamento,
desde una pequeña salina que domina el paisaje circundante.
Regresamos de noche
ayudados con la luz de las linternas, pero no tenemos la suerte de ver nada y
al llegar al campamento, lo encontramos invadido por un grupo de una docena de
estudiantes de biología de Michoacán, que se han adueñado de todo el espacio y
hasta de una pequeña mesa que nos habían prestado para comer. La situación no
nos gusta nada, y menos cuando ni nos saludan al llegar a pesar de tener
rodeada nuestra tienda, así que recogemos nuestras cosas directamente y nos
mudamos a otro techo cercano, no sin refunfuñar durante un buen rato.
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Vista de una de las pequeñas explotaciones de sal de la zona de Zapotitlán Salinas |
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Sahara con su labio hinchado delante de un asiento de suegra |
Debido a este cambio inesperado y a
la pérdida de nuestra pequeña mesa, Carmen comienza a preparar la cena sobre un
mostrador elevado que hay en nuestro nuevo refugio, y quiso la mala suerte que
Sahara tratara de alcanzarlo subiéndose a una silla bastante inestable. A causa de la oscuridad, calculó
mal y no llegó, así que la silla se cayó hacia delante y el enano aterrizó con
la cara contra el suelo desde más de un metro de altura. Se partió un labio,
que instantáneamente triplicó su tamaño normal y comenzó a chorrear sangre,
además de golpearse un ojo, que también se hinchó y dejar un par de incisivos
bailando y la encía superior sangrando y ennegrecida. La cosa parecía fea y
hasta pensamos que quizá necesitaría puntos en el labio, pero lo lavamos bien y
le aplicamos frío para la hinchazón y pronto vimos que no era tan grave. De
todas formas, no tenemos forma de salir de aquí hasta mañana (si fuese más
grave sería otra cosa), así que le damos una cena a base de líquidos y lo
acostamos para ver cómo amanece.
Después del susto, cenamos y
decidimos darnos una vuelta con las linternas para aliviar la tensión, aunque sólo vemos un par de los ratones
arborícolas de ayer.
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Cauce del río |
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En el punto de espera |
El tercer día amanezco temprano
para hacer la última espera en esta zona y, tras un par de horas sin fortuna y
cuando ya estaba a punto de empezar a recoger, sobre las 8:30, la suerte
cambió. Llevaba buena parte de la mañana controlando desde mi posición una
aguililla de cola roja (
Buteo jamaicensis)
posada sobre un cactus en una ladera alejada y esperaba poder verla en vuelo
para confirmar la identificación. De repente ya no estaba, así que cambié de
sitio para tener una mejor vista de la ladera por si la veía volando, cuando
veo un movimiento a unos veinte metros por debajo de mi posición. ¡Es un
cacomixtle (
Bassariscus astutus)!,
caminando a plena luz del día entre las cárcavas arenosas donde vimos los
restos de cerámica. Después de esta breve observación, regreso muy contento a
la tienda de campaña, pues no pensaba encontrarme en ningún momento con este
pequeño carnívoro de cola peluda y anillada relativamente parecido a una gineta
(
Genetta genetta), y menos a tan poca
distancia y en pleno día.
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Zona de cárcavas, donde pude observar un cacomixtle en pleno día |
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Maurino explicando algo a Carmen bajo la sombra de un garambullo |
Dedicamos el resto de la mañana a
realizar una excursión guiada por los alrededores de Zapotitlán con Maurino,
con quien quedamos para aprender más acerca de la flora y fauna de la región.
El paseo es muy productivo, al menos en lo que respecta a la flora, y vemos
muchos ejemplares de todas las especies nombradas más arriba y de muchas más,
entre ellas algunos de los patas de elefante más grandes y antiguos de la
reserva. Además, Maurino reconoce los cantos de las aves que viven por aquí y
los hábitos de reptiles y mamíferos, de los que vemos alguna madriguera.
También conoce la historia de la zona y de sus habitantes originarios, las
tradiciones, los usos de las plantas e incluso habla náhuatl y representa para
nosotros el antiguo rito de llamar a las principales fuerzas de la naturaleza
(los antiguos dioses totonacos) utilizando una caracola marina decorada con
cintas de colores que simbolizan a esas fuerzas naturales.
En este aparecen excrementos de zorro o cacomixtle y restos de cerámica totonaca:
En una de las salinas de la zona:
Ritual precolombino:
Pájaro carpintero Melanerpes hypopolius agujereando un tetecho:
Siempre el leer sus anécdotas y experiencias me lleva a una gran aventura....
ResponderEliminarGracias por compartirlas siempre es un deleite leerlas, que vengan muchas mas!!
Buena vibra besos y abrazos grandes a los 3!!!
Pily
Queridos amigos, gracias una vez más por compartir vuestras vivencias. Que siga vuestra aventura y que lo paséis muy bien disfrutando de lugares tan increibles. Un fuerte abrazo. Vuestro amigo Manolo, desde La Serena.
ResponderEliminarVaya paisajes! Es tan diferente a lo que estamos acostumbrados..
ResponderEliminarEspero que el pequeño Tarzán estea recuperado. Un abrazo a todos
Zapotitlan Salinas pertenece al estado de Puebla, no Oaxaca y si la memoria no me traiciona los antiguos pobladores eran popolocas
ResponderEliminarTienes toda la razón, anónimo (tampoco cuesta nada identificarse), ahora mismo lo corrijo
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