domingo, 13 de enero de 2013


RESERVA DE LA BIOSFERA TEHUACÁN-CUICATLÁN (I). UN DESIERTO CON MUCHA VIDA


Vista general de los bosques de cactáceas en Zapotitlán Salinas, cubriendo todas las laderas

Nuestro primer destino después de salir definitivamente de Chichicaxtle es la ciudad de Tehuacán, previa parada para hacer noche en Córdoba. Desde aquí visitaremos la reserva de Tehuacán-Cuicatlán, pero primero buscamos un alojamiento en el que pasar una primera noche, informarnos sobre nuestro destino y dejar las mochilas mientras estamos en el campo.

Ambiente semidesértico de Zapotitlán


Con todo organizado, salimos hacia Zapotitlán Salinas, donde visitamos el Jardín Botánico, nuestro siguiente cuartel general. Este jardín cuenta con cabañas y una zona para acampar con un mínimo de servicios, como baños y sombra, así que montamos la tienda dispuestos a pasar unos días buscando la fauna del lugar. Una vez más, esperamos tener algo de suerte y poder observar algún carnívoro interesante, ya que coyotes (Canis latrans), zorros grises (Urocyon cinereoargenteus) y linces rojos (Lynx rufus) viven en esta zona.


Estamos en el interior desértico del estado de Pueblo, fronterizo con el de Oaxaca, donde las condiciones de sequía se deben al efecto de sombra creado por la Sierra Madre Oriental, que recoge la humedad antes de que pueda llegar al Valle de Tehuacán.


Tetechos
La vegetación dominante en la región es el matorral xerófilo o seco (concretamente matorral crasicaule), una muy curiosa mezcla de cactáceas columnares (como el tetecho Neobuxbauma tetetzo, el garambullo Myrtillocactus geometrizans, el baboso Pachycereus hollianus, el candelabro P. weberi o el viejito o cardón blanco Cephalocereus columna-trajani) y globosas (como el asiento de suegra Echinocactus platyacanthus, las viznagas ganchuda Pherocactus latispinus, xoquita P. flavovirens, piñita P. robustus, o de plumita Mammillaria pectinifera, el excremento de burro M. jaciana, el tencholote Cilindropuntia tunicata o el chiche de conejo Coriphanta pallida), matorrales y plantas espinosas
Sahara subido a un "árbol" de pata de elefante
(como los ágaves pitzomel Agave marmorata, el ixle o maguey blanco A. lurida, magueicito Echeveria setosa o la candelilla Euphorbia antisicilitica)  y algunos árboles dispersos (como el mezquite Prosopis laevigata, el palo verde Cercidium praecox, el chaparro amargo Castella erecta, los copales Bursera copaliphera, B. aloexylon, B. submoniliformis, B. cianea, la hipomea Hypomea pausiflora, el sangre de drago Jatropha neopausiflora o el sotolín o pata de elefante Beaucarnea gracilis y B. purpusii), muchas de ellas utilizadas con diversos fines por los pobladores locales desde hace miles de años.


La impresionante diversidad florística de la comarca alcanza su máxima espectacularidad en los bosques de viejitos y tetechos, donde miles de estos cactus cubren grandes extensiones de terreno, asemejándose a un ejército en formación, sobre todo en el caso de los viejitos, ya que su peculiar estrategia reproductiva hace que todos los individuos mantengan la punta doblada hacia el norte para proteger sus inflorescencias de la elevada insolación a la que están sometidos todo el año. 



Viejitos y tetechos dominando el paisaje

Pasamos tres días y dos noches en este campamento, caminando entre los bosques de cactus en busca de pájaros nuevos y de los rastros de los mamíferos que nos gustaría ver, además de haciendo esperas para intentar observarlos.



Una de las esperas realizadas antes de la atardecida
El primer día, tras montar el campamento, caminamos por los alrededores y conocemos a Jesús, el encargado, que nos acompaña hasta el cauce del río, pasando por una zona de cárcavas excavadas por el agua donde hay muchos restos de cerámicas antiguas, pertenecientes a los antiguos pobladores Popolocas, que se reunían en esta región en busca de sal, debido a la abundancia de manantiales de agua salada existentes en la zona. Al atardecer hacemos una espera que resulta infructuosa, al igual que las del día siguiente tanto por la mañana como por la tarde.


Por la noche, mientras Sahara duerme en la tienda,  nos damos un paseo con las linternas, y vemos un par de ratones arborícolas (Reithrodontomys mexicanus) y algún que otro sapo verde de buen tamaño, además de algunos murciélagos.  


Sahara y la sal de Zapotitlán
El segundo día nos acercamos al pueblo a por provisiones y exploramos una buena parte del cauce del río Zapotitlán o río Salado. Hacemos la espera de la tarde a un par de kilómetros de nuestro campamento, desde una pequeña salina que domina el paisaje circundante.
Regresamos de noche ayudados con la luz de las linternas, pero no tenemos la suerte de ver nada y al llegar al campamento, lo encontramos invadido por un grupo de una docena de estudiantes de biología de Michoacán, que se han adueñado de todo el espacio y hasta de una pequeña mesa que nos habían prestado para comer. La situación no nos gusta nada, y menos cuando ni nos saludan al llegar a pesar de tener rodeada nuestra tienda, así que recogemos nuestras cosas directamente y nos mudamos a otro techo cercano, no sin refunfuñar durante un buen rato.

Vista de una de las pequeñas explotaciones de sal de la zona de Zapotitlán Salinas


Sahara con su labio hinchado delante de un asiento de suegra
Debido a este cambio inesperado y a la pérdida de nuestra pequeña mesa, Carmen comienza a preparar la cena sobre un mostrador elevado que hay en nuestro nuevo refugio, y quiso la mala suerte que Sahara tratara de alcanzarlo subiéndose a una silla bastante inestable. A causa de la oscuridad, calculó mal y no llegó, así que la silla se cayó hacia delante y el enano aterrizó con la cara contra el suelo desde más de un metro de altura. Se partió un labio, que instantáneamente triplicó su tamaño normal y comenzó a chorrear sangre, además de golpearse un ojo, que también se hinchó y dejar un par de incisivos bailando y la encía superior sangrando y ennegrecida. La cosa parecía fea y hasta pensamos que quizá necesitaría puntos en el labio, pero lo lavamos bien y le aplicamos frío para la hinchazón y pronto vimos que no era tan grave. De todas formas, no tenemos forma de salir de aquí hasta mañana (si fuese más grave sería otra cosa), así que le damos una cena a base de líquidos y lo acostamos para ver cómo amanece.
Después del susto, cenamos y decidimos darnos una vuelta con las linternas para aliviar la tensión,  aunque sólo vemos un par de los ratones arborícolas de ayer.

Cauce del río


En el punto de espera
El tercer día amanezco temprano para hacer la última espera en esta zona y, tras un par de horas sin fortuna y cuando ya estaba a punto de empezar a recoger, sobre las 8:30, la suerte cambió. Llevaba buena parte de la mañana controlando desde mi posición una aguililla de cola roja (Buteo jamaicensis) posada sobre un cactus en una ladera alejada y esperaba poder verla en vuelo para confirmar la identificación. De repente ya no estaba, así que cambié de sitio para tener una mejor vista de la ladera por si la veía volando, cuando veo un movimiento a unos veinte metros por debajo de mi posición. ¡Es un cacomixtle (Bassariscus astutus)!, caminando a plena luz del día entre las cárcavas arenosas donde vimos los restos de cerámica. Después de esta breve observación, regreso muy contento a la tienda de campaña, pues no pensaba encontrarme en ningún momento con este pequeño carnívoro de cola peluda y anillada relativamente parecido a una gineta (Genetta genetta), y menos a tan poca distancia y en pleno día.

Zona de cárcavas, donde pude observar un cacomixtle en pleno día


Maurino explicando algo a Carmen bajo la sombra de un garambullo 
Dedicamos el resto de la mañana a realizar una excursión guiada por los alrededores de Zapotitlán con Maurino, con quien quedamos para aprender más acerca de la flora y fauna de la región. El paseo es muy productivo, al menos en lo que respecta a la flora, y vemos muchos ejemplares de todas las especies nombradas más arriba y de muchas más, entre ellas algunos de los patas de elefante más grandes y antiguos de la reserva. Además, Maurino reconoce los cantos de las aves que viven por aquí y los hábitos de reptiles y mamíferos, de los que vemos alguna madriguera. También conoce la historia de la zona y de sus habitantes originarios, las tradiciones, los usos de las plantas e incluso habla náhuatl y representa para nosotros el antiguo rito de llamar a las principales fuerzas de la naturaleza (los antiguos dioses totonacos) utilizando una caracola marina decorada con cintas de colores que simbolizan a esas fuerzas naturales.

Después de esta clase magistral sobre el desierto oaxaqueño y sus habitantes, volvemos a comer a nuestro campamento, lo recogemos y hacemos un recorrido autoguiado (ahora que ya conocemos las plantas) por dentro del jardín botánico antes de volver de regreso a Tehuacán, donde pasaremos una última noche para luego seguir nuestro camino hacia la parte sur de la reserva en los alrededores de Cuicatlán. 


Durante nuestro recorrido autoguiado en el jardín Botánico

Viendo la zona de cárcavas y el cauce del río Salado

Cauce del río Salado

                                                       Unas cuantas vistas de las salinas:





Paisaje de cactáceas

Durante la caminata con Maurino

Haciendo una espera sobre una salina

Viajeros del desierto

                                                                     Pateando:
En el jardín botánico

Entre los cactus

Por el lecho del río

Con Maurino

Sahara y viznaga piñita

Carmen y tetecho

Sahara y asiento de suegra

Carmen y cactus híbrido

Sahara y bosquete de patas de elefante

                                                              Algunos paisajes:





El "árbol" pata de elefante es una de las estrellas de la reserva:

Ejemplar con una edad estimada de más de 1.500 años
(Sahara trepó a todos los que vió)

El mayor ejemplar de la reserva, con una edad estimada de entre 1.800 y más de 2.000 años

Midiendo el tronco del más antiguo, antes de abrazarlo y de realizar los ritos precolombinos de llamada a las fuerzas de la naturaleza

                                                             Algunas fotos de plantas:
Tetecho (ramificado)

Viejitos (sin ramificaciones e inclinados hacia el norte)

Híbrido entre tetecho y viejito (ramificado, pero con
las inflorescencias de la punta orientadas al norte)

Baboso. Debajo está Carmen

Asientos de suegra. Sus inflorescencias son comestibles

Viznaga ganchuda

Viznaga piñita

Viznaga xoquita

Tencholote. Sus espinas, altamente quebradizas, son muy dolorosas

Excremento de burro

Pata de elefante

Palo verde. Este árbol puede realizar la fotosíntesis por medio de su tronco en época de sequía.
Además, entre junio y agosto, es el hogar de la larva comestible de la mariposa Paradiiphia fumosa 

¡Hasta la siguiente!

                                      Algunos vídeos caminando entre las cárcavas con Jesús:


En este aparecen excrementos de zorro o cacomixtle y restos de cerámica totonaca:

                                                  

                                                         En una de las salinas de la zona:

Ritual precolombino:

Pájaro carpintero Melanerpes hypopolius agujereando un tetecho:
                                                 






5 comentarios:

  1. Siempre el leer sus anécdotas y experiencias me lleva a una gran aventura....
    Gracias por compartirlas siempre es un deleite leerlas, que vengan muchas mas!!
    Buena vibra besos y abrazos grandes a los 3!!!
    Pily

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  2. Queridos amigos, gracias una vez más por compartir vuestras vivencias. Que siga vuestra aventura y que lo paséis muy bien disfrutando de lugares tan increibles. Un fuerte abrazo. Vuestro amigo Manolo, desde La Serena.

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  3. Vaya paisajes! Es tan diferente a lo que estamos acostumbrados..
    Espero que el pequeño Tarzán estea recuperado. Un abrazo a todos

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  4. Zapotitlan Salinas pertenece al estado de Puebla, no Oaxaca y si la memoria no me traiciona los antiguos pobladores eran popolocas

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  5. Tienes toda la razón, anónimo (tampoco cuesta nada identificarse), ahora mismo lo corrijo

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