BELIZE. TOMA DE CONTACTO Y PRIMERA SEPARACIÓN DEL VIAJE
Panorámica de una parte del pueblo de Corozal |
Nuestro permiso de 180 días en
México llega a su fin, así que aprovechamos que Bacalar está a poca distancia
de la frontera con Belize y de que es un sitio donde tranquilidad y belleza se
aúnan para que estemos a gusto, así que lo usamos como cuartel general mientras
cruzamos al país vecino desde aquí. Tendremos que hacerlo de uno en uno por
separado, mientras el otro espera en la laguna, ya que Sahara todavía no tiene
pasaporte y no puede salir de México. Aquí están nuestras respectivas impresiones sobre esta primera toma de contacto con Belize:
Una calle de Corozal, con la cancha de baloncesto, al lado del mar |
Marcos
Me toca cruzar el primero, abrir
camino y ver cómo es Belize, país del que no tenemos ninguna mala referencia,
así que el día 28 de marzo agarro un taxi colectivo y me dirijo a la frontera
de Subteniente López, muy cerca de la ciudad de Chetumal.
Una calle de Corozal |
Una vez más, en la frontera
mexicana, el funcionario de turno me ofrece la posibilidad de arreglar mis
papeles por un “módico” precio sin necesidad de cruzar al país vecino,
posibilidad que rechazo sin pensármelo, ya que prefiero intentar conseguir el
sello por mi cuenta, a ser posible regresando en el mismo día a Bacalar, a
pesar de que me advierten que eso no va a ser posible. Para asegurarse de que
no lo tenga fácil, avisa por radio a sus compañeros y les da mis datos,
previniéndoles de que estén al tanto y no me dejen pasar, pues voy a intentar
cruzar de vuelta hoy mismo.
Camino el kilómetro o kilómetro y
medio que separa el puesto fronterizo mexicano del beliceño para encontrarme
con nuevos problemas. No me dejan entrar en Belize.
Autobús en una calle de Corozal |
Resulta que el funcionario no
quiere sellarme la entrada en el país porque dice que sólo quiero el sello para
renovar mi estancia en México. No está equivocado, pero no entiendo cual es el
problema. Insisto, pero no consigo mucho. Al final me pide una reserva en un
hotel para justificar que voy a hacer turismo en Belize. Como no tengo, me
sugiere que consiga una con la ayuda de la oficina de turismo que se encuentra
al lado de su ventanilla, pero los precios de los hoteles que maneja esta
oficina son demasiado elevados y no pienso pagar una pasta por dormir ni por
entrar al país, así que sigo insistiendo con el agente migratorio, que
finalmente accede a dejarme pasar con la condición de que pase un mínimo de 72
horas dentro de Belize, advirtiéndome de que si intento salir antes de ese
plazo, me anularán el sello de entrada y volveré a estar como al principio.
Los de turismo me dejan conectarme
a Internet y así consigo al menos hablar con Carmen e informarla de cómo está
mi situación en la frontera y de que es más que probable que me quede tres días
en Corozal, el pueblo más cercano al puesto fronterizo.
Puente fronterizo |
Por si cuela, vuelvo a la frontera
mexicana e intento ingresar de vuelta al país, pero me dicen que sin el sello
de salida beliceño no pueden dejarme pasar, así que camino otra vez hasta la
puerta de Belize, donde accedo a este país después de más de cuatro horas desde
que llegué a la frontera esta mañana.
Calle desierta en Corozal, es semana santa |
Cambio dinero y me voy al pueblo de
Corozal, donde pasaré los próximos tres días esperando para regresar a Bacalar, con la mala pata de que me pillan el jueves y viernes santo y todo está cerrado.
Belize es diferente. Único país de
habla inglesa de Centroamérica, la mayor parte de la población es de
ascendencia africana. Corozal me recuerda a otras localidades afrocaribeñas que
hemos conocido durante este viaje, con sus casas de madera, la población negra que las habita y
un ritmo de vida muy pausado.
La cantidad de rastas que se ven en
las calles es inusualmente elevada, la música reggae suena por todas partes y
todo el mundo me ofrece marihuana para comprar.
Otra del pueblo desde un embarcadero |
Lampronycteris brachyotis |
Durante los dos días y medio que
paso aquí, me dedico a pasear por muchas de las calles del pueblo y sus
alrededores, visito una pequeña ruina maya sin mucho aliciente para mi (ya que
no se ve nada, es prácticamente un montículo de tierra) que están excavando en
estos momentos y cuando me voy ya conozco a unos cuantos pobladores del lugar.
Pobladores bañándose en la costanera |
Llama la atención la cantidad y diversidad de credos que conviven en Belize.
Menonitas, rastas, metodistas, miembros de la iglesia de Jesucristo de
los santos de los últimos días, de la iglesia baptista de la libertad, de la
adventista del séptimo día, y así un montón de nombres, cada cual más largo y
rimbombante, además de católicos, protestantes, testigos de Jehová y quién sabe
cuantos más, coexisten pacíficamente en este pequeño país.
Calle desierta |
No es menor la
diversidad cultural, donde los mayas originarios conviven con los descendientes
de los esclavos africanos llegados aquí a principios del siglo XIX, con los numerosos comerciantes
chinos (traídos como mano de obra barata en la década de 1940, al igual que los indios una década más tarde), con los menonitas (judíos
agricultores venidos de Alemania y Canadá), con los descendientes de los
antiguos conquistadores europeos y con todo un abanico de mestizos entre las
distintas razas.
Inglés, español, creole, garífuna y
distintos dialectos mayas son algunas de las lenguas que se hablan y se
escuchan en Belize, donde la cocina también es igual de diversa. En fin, un
país muy diferente a todos los que le rodean.
En el cielo, una vez más me
acompañan las fragatas, volando incansablemente junto a pelícanos, gaviotas o
pagazas sobre el mar junto al que se asienta este viejo pueblo de pescadores.
Tres días después de mi entrada en
Belize me presento de nuevo en el mostrador de inmigración, esta vez para salir
del país.
Una vez más, me ponen problemas y me insinúan que todavía faltan unas
tres horas para que se cumpla la estancia de 72 que me impusieron como condición
para dejarme entrar. Comento que me parece ridículo que me hagan esperar ese
tiempo sentado en la frontera y que si lo supiera vendría más tarde, y al final
consigo que me dejen salir sin más preámbulos ni parsimonias. Vuelvo a entrar
en México y vuelvo a tener 180 días de estancia en el país, aunque solamente
utilizaré una décima parte o tal vez menos antes de volver a cruzar la frontera.
Carmen
Corozal nublado |
Pues nada, ya estoy de regreso en
México después de mi paseo fugaz por el norte de Belize.
La frontera, un paso
necesario. Corozal, un pueblo amigable, tranquilo y donde convive una rica
mezcla de culturas y colores.
La estancia fue breve pero una
buena vivencia con personas que no lo tienen sencillo, pero sí alegría y
esperanza. Son amables, pícaros y de rico ritmo caribeño. Así, al poco de
llegar una no se siente tan ajena.
El tiempo que pasé aquí lo dediqué
a pasear, leer y conversar con la gente del lugar. También visité las cercanas ruinas
mayas de Santa Rita y, aunque es muy poco lo que está al descubierto, me pasé
un par de horas en el lugar en compañía de un operario restaurador que me
estuvo explicando los pormenores de este y otros descubrimientos mayas en
Belize.
En fin, muy a gusto y
bien acogida en este rinconcito beliceño, a pesar de las dificultades
encontradas en la frontera de entrada a este pequeño país.
El día del cruce fronterizo comenzó
muy bien y nada hacía presagiar lo contrario. Después de un copioso almuerzo en
Bacalar compartido con Sahara antes de que se quedara jugando con sus amigos
chilangos, me dirigí a pie hacia el centro y por el camino un vecino del lugar
me llevó en su viejo coche hasta la parada de los colectivos. Al poco el taxi
se llenó y partimos rumbo a la frontera, aunque todavía faltaba un cambio de
transporte para recorrer los kilómetros restantes. Aquí hice dedo y fue un taxi
el que me paró y me llevó gratis hasta la propia frontera.
Bien, hasta aquí todo sobre ruedas
y con sensación de buena vibra, como dicen en México. Así pues, me sitúo en el
mostrador de la frontera mexicana y el agente comienza a preguntarme si
realmente quiero cruzar a Belize, insinuándome otra manera de arreglarlo, pero yo
le confirmo mi deseo de cruzar. Entonces me pide que abone la tasa de salida de
México y, como ya realicé el pago en el banco hace unos días, le entrego el
recibo y ahora protesta diciendo que no es válido pero, como no le hago mucho
caso, termina sellándome sin muchas ganas.
Pescadores en Corozal |
Caminando llego hasta la frontera
de Belize y aquí hago cola detrás de cuatro familias de menonitas cargados de
hijos muy parecidos entre sí y con aspecto no muy saludable. Cuando me llega el
turno, el agente recoge mi pasaporte y comienza el interrogatorio, repitiéndose
la retahíla de preguntas y desconfianzas que soportó Marcos. A pesar de
explicarle mi situación (que debido a que estamos en espera del envío del
pasaporte renovado de nuestro hijo y se nos cumple el tiempo de estancia
permitido en México ambos padres debemos cruzar por separado, habiendo cruzado
ya mi compañero; y que una vez que llegue el pasaporte renovado tenemos
intención de regresar a Belize todos juntos y colaborar con organizaciones
belizeñas en defensa de la naturaleza y bla, bla, bla) nada le convence y en
unas cuantas ocasiones me manda regresar a México, pero yo insisto.
Trabajador en las ruinas de Santa Rita |
Pasa más
gente por la ventanilla y yo vuelvo a insistir e insistir…, y así continúo
hasta que ya se mosquean un poco (su compañero se une) y me comienzan a pedir
dinero; yo no me amilano pero empiezan a amenazarme…y concluimos, después de
unas dos horas de tejemaneje, con el pago de 50 beliceños (unos 18 euros) y una
estancia mínima de dos días en el país. Uf!, ha sido duro pero lo conseguí!!!
De vuelta, después de realizar el
debido pago de tasas, me encuentro en la ventanilla al mismo hombre que me
atendió de entrada, así que me coloco en la fila de la compañera.
Me toca. La mujer empieza a hacerme
preguntas y para mi sorpresa, el hombre le habla y ella me sella el pasaporte
al instante. Listo! Camino hasta la frontera mexicana, hago el papeleo
oportuno, me sellan y regreso a dedo a Bacalar, donde me esperan para llenarme
de mimos...qué más se puede pedir!
Bonito reencuentro...y eso que sólo
fueron 2 días!!!
Corozal:
Murciélagos Lampronycteris brachyotis:
Rana sin identificar |
Vídeo de un momento de la procesión de Semana Santa:
Hay que ver qué tablas teneís ya para negociar con esa gente. Somo blancos, billetes con dos patas... estoy aprendiendo mucho sobre el asunto gracias a vosotros. Un abrazo
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