VISITA A LA RESERVA DE LA BIOSFERA Y LA CIUDAD MAYA DE CALAKMUL
04/04/2013
Diluvia, y los rayos surcan el
cielo en todas direcciones. El sonido de los truenos que los acompañan ponen
una nota tenebrosa sobre la posibilidad de llegar por nuestra cuenta a Calakmul.
La carretera que pasa por delante de nuestro hotel y une Chetumal con Escárcega
se ha convertido en un río desbocado que apenas nos deja cruzar la calle y
comprar algunos víveres para el desayuno de mañana.
Después de más de cuatro horas de
viaje desde la laguna de Bacalar, comprobamos que no existe posibilidad de
llegar en transporte público hasta esta área protegida a la que solamente se
puede acceder con vehículo propio, tour organizado o pagando los exorbitantes
precios que manejan los taxistas de Ixpujil. Decidimos probar mañana desde
Conwás, desde donde “solo” faltarían 60 kilómetros para llegar
a la zona arqueológica y puede que la excursión nos salga algo más barata.
05/04/2013
Campamento en Calakmul |
A media mañana agarramos un autobús
hacía Conwás, y durante el trayecto charlamos un rato con un viajero que lleva
viviendo muchos años cerca de Chichén Itzá y que visita a menudo la ciudad maya
de Calakmul. Nos confirma que podemos acampar de forma totalmente gratuita en
el puesto de los guardas de la reserva, en el kilómetro 20 de la carretera que
entra hasta las ruinas, nos dice que es posible ir desde allí hasta la zona
arqueológica haciendo raid y nos comenta que él mismo observó jaguares (Panthera onca) en dos ocasiones al entrar
temprano por la mañana en bicicleta. Para terminar, nos indica la entrada al
camino que se dirige a una cueva en la que vive una gran cantidad de murciélagos,
recomendándonos visitarla antes de irnos de esta zona.
Con todos estos datos nuevos,
decidimos bajarnos en la entrada de la carretera que lleva a Calakmul y no
seguir hasta Conwás, a dos kilómetros de aquí, puesto que ya compramos en
Ixpujil los alimentos que necesitaremos durante nuestra estancia en la reserva.
Nos sentamos a esperar que pase
algún coche para hacer dedo, y antes de una hora estamos enlatados con todas nuestras
cosas en el asiento trasero de un pequeñísimo utilitario conducido por un par
de turistas italianos.
Nos dejan en el puesto de la guardería, donde montamos nuestro campamento para mañana acceder temprano a la zona arqueológica desde aquí. Los guardas nos confirman que tanto jaguares como pumas (Puma concolor) y ocelotes (Leopardus pardalis) se dejan ver de vez en cuando en la carretera de acceso y que ellos han observado a todos estos gatos en varias ocasiones.
Yo me voy a dar una vuelta de unos
cinco kilómetros por la tarde mientras la familia duerme la siesta. Como no veo
ninguna vereda, simplemente sigo la carretera y lo único que veo además de
pájaros, es un pequeño grupo de murciélagos Micronycteris
microtis descansando en su refugio diurno, un tubo de desagüe bajo el firme
de la calzada.
A la vuelta, casi de noche, un
grupo de los raros y endémicos pavos ocelados (Meleagris
ocellata) se pasea tranquilamente arriba y abajo por nuestro campamento,
ofreciéndonos la oportunidad de verlos con todo lujo de detalles.
Pavos ocelados y dibujo de uno de ellos hecho por Sahara |
06/04/2013
Vista de la selva circundante desde lo alto de una de las pirámides |
Son las 10:30, y el calor ya
aprieta bastante en la zona arqueológica y el bosque en que se encuentra.
La pareja de águilas elegantes (Spizaetus ornatus) sobrevuela el dosel,
desplegando toda una serie de trucos aéreos durante su display de cortejo, al
tiempo que vocalizan sin cesar. El macho, más pequeño, realiza una serie de
picados y remontes alternos por encima del lugar donde su compañera remonta el
vuelo, subiendo en círculos. Vuelos en paralelo, batidos rápidos de alas y
contactos de las garras en el aire son algunas de las acrobacias que estas
bellas aves rapaces desarrollan para estrechar los lazos de pareja, mientras
reafirman su posesión sobre el territorio.
Nosotros las observamos fascinados
desde lo alto de la gran pirámide de Kalakmul, también llamada Estructura II, donde
nos subimos para observarlas mejor tras encontrarlas por casualidad posadas en
la rama de un gran árbol, mientras paseábamos entre las ruinas. Nunca nos
cansaremos de ver a estas preciosas águilas, unas de las más impresionantes de
todo el continente.
Desde otra pirámide |
De hecho, disfrutamos de su presencia y de la de algunas
otras rapaces (milano plomizo Ictinia
plumbea, gavilán bidentado Harpagus
bidentatus, águila negra mayor Buteogallus
urubitinga) durante varias horas, antes de seguir nuestro paseo por esta
hermosa ciudad maya, donde subimos a un par de pirámides más. También tiene
mucho que ver el que se encuentren aquí para que decidamos volver a visitar las
ruinas mañana o al día siguiente, y así poder disfrutarlas una vez más, ya que
es una de las ciudades que más nos han gustado hasta la fecha.
En lo alto de la estructura II de Calakmul |
Estructura II |
Bastante poco visitada, la antigua metrópoli
de Calakmul tiene un encanto especial, totalmente integrada en la vasta selva
caducifolia que la rodea, desde donde se escuchan los reclamos territoriales de
distintos grupos de monos aulladores negros (Allouatta pigra). Enemiga de su vecina Tikal cuando estaban
habitadas, hoy en día rivaliza con ella en la espectacularidad de sus templos y
monumentos, muchos de ellos de gran tamaño. También es la ciudad en la que se
ha encontrado una mayor cantidad de estelas, más de un centenar en diversos
estados de conservación, además de contener en sus templos algunos de los más
impresionantes murales mayas existentes hoy en día, aunque cerrados para el
público.
Ardilla Sciurus deepei |
A primera hora de la tarde
decidimos plantearnos la bajada, ya que al ser sábado, los obreros con los que
subimos en la ranchera esta mañana a primera hora (pasando bastante frío en la incómoda
caja abierta del vehículo y observando muchos pavos ocelados durante la hora
que duró el trayecto), solamente hacen media jornada y no pueden llevarnos al
atardecer, tal y como teníamos pensado. Hacemos raid a los primeros turistas
que abandonan la ciudad, una pareja de argentinos que nos llevan directamente
hasta nuestro campamento antes de seguir su camino. Yo aprovecho las horas de
luz que nos quedan para ir a dar una vuelta a una aguada de la que me hablaron
los guardas, en la que localizo varios rastros de diferentes mamíferos, mientras
Carmen y Sahara descansan del largo día pasado entre las ruinas.
Plaza central |
07/04/2013
Camino de la aguada |
Estamos sentados en una de las
aguadas que nos indicaron los guardas, asistiendo en silencio a la función que
se representa aquí cada día. Empieza a calentar el sol, y no es mala hora para
que algún animal se acerque a calmar la sed.
Estos puntos en los que se
mantiene una cierta cantidad de agua durante la época seca están dispersos por
toda el área cubierta por la selva caducifolia característica de las planicies
de la Península de Yucatán, ya sea en forma de cenotes o de pequeñas charcas y
zonas húmedas como las que encontramos en Calakmul.
Es en ellas donde toda
clase de vertebrados acuden a beber, e incluso sirvieron como reservorio de
agua a los antiguos habitantes de las abundantes poblaciones mayas que existían
en la zona.
El movimiento de pequeños
paseriformes alrededor de la lámina de agua es constante, alguna garza
solitaria descansa cerca de la orilla y una aguililla de cola corta (Buteo brachyurus) se posa en lo alto de
una rama, comprobando que no existe ningún peligro en los alrededores antes de
descender a refrescarse y tomar agua.
Disfrutamos durante un rato del
espectáculo, antes de seguir nuestro camino por el estrecho sendero que conduce
a la carretera y al área de acampada, donde encenderemos el fuego una vez más
para preparar nuestra comida y descansaremos durante las horas de mayor
insolación, pero no antes de acercarnos a la otra aguada en la que estuve ayer,
más cercana a nuestro campamento. Por el camino tenemos la suerte de ver
bastante bien y por primera vez al esquivo gavilán bicolor (Accipiter bicolor), tanto posado como
volando entre una percha y la siguiente, antes de que se pierda definitivamente
en la espesura.
Andamos un poco escasos de comida,
pero un trabajador del museo existente en el puesto de control de la guardería
se ofrece a traernos algunas cosas para el almuerzo de mañana, lo cual nos
viene genial para visitar con calma la zona arqueológica antes de irnos.
Plataforma donde hago una espera (algo deformada por la panorámica) |
Hoy es día de aguadas, ya que por
la tarde vuelvo por tercera vez al último punto de agua en el que estuvimos
esta mañana. Trepo a una antigua y desvencijada estructura construida sobre un
árbol para la observación de la fauna que acude a beber, y hago una espera de
un par de horas hasta la anochecida desde esta plataforma de troncos
apolillados. No acude ningún mamífero, pero estos puntos de agua nos han
proporcionado algunos avistamientos de pájaros nuevos como el tinamú pizarroso
(Crypturellus boucardi), el vireo
yucateco (Vireo magister), el chipe
de Kentucky (Oporornis formosus) o el
chipe gusanero (Helmitheros vermivorus),
entre otros.
08/04/2013
Seis treinta de la mañana. Vuelvo a
recorrer el camino hasta la zona arqueológica con los trabajadores que nos
llevaron anteayer, el resto de la familia vendrá un poco más tarde, haciendo
dedo, pues se quedan esperando la llegada de los víveres nuevos. El día
amaneció menos frío y el camino en la caja de la camioneta se lleva mejor.
Hoy,
además de pavos, vemos un venado de cola blanca (Odocoileus virginianus) cruzando la carretera. Más tarde, Carmen y
Sahara verán un par de pecarís de collar (Pecari
tajacu) desde el coche en el que los recoge una pareja de turistas
franceses que los dejan en la puerta de la ciudad antigua unas dos horas después
de mi llegada (y conseguimos un descuento por regresar, con lo que únicamente
pagamos una entrada por los dos).
Al llegar, aunque por separado, nos
vamos directamente a la parte más alta de la Estructura II, donde desayunamos y
desde donde pensamos repetir las magníficas observaciones de las águilas
elegantes del otro día.
Sorprendentemente, nos vamos cuatro horas más tarde sin
verlas ni escucharlas, algo que nos parece muy raro después del comportamiento
territorial y reproductivo tan marcado que demostraron hace tan solo dos días.
A
pesar de todo, disfrutamos del vuelo de otras rapaces, y vimos águilas negras
mayores, milanos plomizos, gavilanes bidentados y varios ejemplares de los
bellos zopilotes o cóndores reales (Sarcoramphus
papa), que no se habían dejado ver el sábado.
Acrópolis (otro buen sitio para jugar al escondite) |
Todavía nos damos una vuelta por la
plaza de la ciudad y sus alrededores, y descubrimos una pequeña familia de
monos araña yucatecos (Ateles geoffroyi
yucatanensis), de coloración muy distinta de los pertenecientes a las
subespecies A. g. panamensis y A. g. ornatus que observamos en Costa
Rica.
Estructura II |
Bajamos a dedo a primera hora de la
tarde en el coche de una familia de alemanes, con los que vemos un coatí (Nassua narica), que presenta la
coloración rojiza típica de los ejemplares de la Península de Yucatán, además
de un buen número de pavos ocelados que realizan sus displays de celo.
Campamento |
Recogemos rápidamente la tienda y
el resto de nuestras cosas, pues queremos intentar llegar esta tarde a tiempo
para ver la salida de los murciélagos en la cueva, llamada Volcán de
Murciélagos, nombre que promete mucho. Tardamos bastante en conseguir un raid,
y de hecho salimos con los trabajadores que nos han llevado hasta las ruinas,
ya cerca de la atardecida.
Cabaña cerca de Conwás |
Nos dejan en unas cabañas cercanas a Conwás, donde
pernoctaremos, pero antes conseguimos que el dueño se comprometa a llevarnos a
la cueva en su moto, así que primero yo y luego Carmen y Sahara nos instalamos
de paquete para recorrer los diez kilómetros que nos separan del volcán de los
quirópteros.
La moto no es muy rápida, y yo
tengo serias dudas de que el resto de la familia llegue a tiempo, más cuando
los murciélagos comienzan a salir de la cueva y todavía no han llegado, pero al
final todos disfrutamos del espectáculo.
Volcán de Murciélagos |
Al principio sólo se escuchan
algunos chillidos aislados, pero a medida que disminuye la intensidad de la
luz, aumenta el número de chasquidos y otras vocalizaciones procedentes de la boca
de la cueva que se encuentra en el fondo de esta pequeña sima.
La boca de la cueva, repleta de murciélagos |
Aun es de día, pero los primeros
individuos comienzan a salir, primero de uno en uno, luego en pequeños grupos
y, al poco rato, en una línea continua de cientos, miles, decenas y centenas de
miles y así hasta los de uno a tres millones de murciélagos que se estima
habitan en esta cueva del estado de Quintana Roo.
El sonido producido por ese gran
enjambre de quirópteros mientras giran en círculos dentro de la depresión para
coger algo de altura y dirigirse a sus lugares de alimentación, es sobrecogedor;
el olor que sale del agujero, muy penetrante.
Las distintas especies utilizan
diferentes estrategias para abandonar la hondonada en la que se encuentra su
refugio, así que mientras vemos como se forma una “carretera” aérea de un metro
de anchura y varios cientos de longitud formada por algunos miles de estos
mamíferos alados, centenares de ellos nos rodean y esquivan al desparramarse en
cascada en todas direcciones a la altura del suelo por el borde de la sima,
donde nos encontramos nosotros.
Disfrutamos del espectáculo durante
casi una hora, y cuando nos fuimos, los murciélagos, pertenecientes a entre siete
y nueve especies (Pteronotus davyi, P.
gymnonotus, P. parnellii, P. personatus, Mormoops megalophylla, Natalus
mexicanus, Myotis keaysi, Nyctinomops laticaudatus, Glossophaga soricina),
seguían saliendo de forma masiva sin que se apreciara una disminución
significativa en el número de integrantes del grupo de salida. Como curiosidad,
destacar que observamos un individuo totalmente blanco, posiblemente albino o
perteneciente a la especie Diclidurus
albus, no reportada para la cueva en los documentos que consultamos.
09/04/2013
Salimos hacia Mérida en el autobús
que pasa por aquí a las doce de la mañana. Nos toca viajar durante las próximas
siete horas y media para llegar a esa ciudad, donde recogeremos el pasaporte
nuevo de Sahara, llegado hace un par de días desde España.
Hacemos transbordo en Campeche y
llegamos a nuestro destino de noche, aunque no muy tarde, ya que por una vez
nos dejamos de autobuses de segunda y recorremos la última etapa del viaje en
un transporte directo.
Afortunadamente ya conocemos el
lugar y nos alojamos en el mismo hotel en el que estuvimos durante nuestra
primera visita, donde también nos conocen y somos bien recibidos. Todavía nos
queda tiempo para acercarnos al parque de la Plaza de San Juan, para que el
enano pueda jugar un poco con otros niños y tal vez reencontrarse con alguno de
los amigos de su pandilla.
Muchas más fotos (disculpas si son repetitivas):
De pavos mientras Sahara hace los deberes:
De águilas en las ruinas:
Del cola corta en la aguada:
De la espera en la plataforma:
De los monos araña:
De un caminante:
Y de la cueva del Volcán de Murciélagos:
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