Peripecias de una familia viajera en busca de la fauna salvaje del Nuevo Mundo
viernes, 16 de mayo de 2014
CAPURGANÁ Y SAPZURRO. DÍAS DE RELAX EN EL URABÁ CHOCOANO CARIBEÑO
Bahía y pueblo de Sapzurro
Atardece sobre la bahía de Sapzurro.
Un par de pelícanos pardos (Pelecanus occidentalis) la atraviesa de
sur a norte volando a baja altura, casi rozando con las puntas de las alas la tranquila
superficie de un mar Caribe en calma, camino del lugar de su descanso nocturno.
Mientras, un solitario delfín de nariz de botella (Tursiups trucatus) abandona las someras aguas en las que ha estado
pescando parte de la tarde y se dirige a mar abierto.
Las selvas tropicales que
acarician las orillas de la bahía se tiñen de naranja, y las sombras de los
cocoteros estiran al máximo su silueta sobre la blanca arena de la playa.
Abandonan el agua los últimos niños que todavía permanecían jugando a
chapotear cerca de la orilla y la música comienza a sonar en los
establecimientos que ocupan la primera línea de costa, casi en el centro de la
pequeña población que comparte su existencia con las aves, los peces, la arena
y las palmeras en esta parte del mundo a la que solo se puede acceder por vía
marítima o caminando.
La población se llama Sapzurro, al igual que la bahía en que se encuentra, y junto con sus vecinas Capurganá
–primeras localidades colombianas al oeste del mar Caribe- y La Miel –también la
primera población panameña al este del mismo mar-, deja transcurrir la vida
tranquilamente en una pequeña porción de paraíso.
Otra vista de la bahía de Sapzurro
Después del vuelo en avioneta que nos llevó el 5 de noviembre desde
Ciudad de Panamá hasta Puerto Obaldía -donde mi mochila llegó abierta y los
paraguas rotos, y luego me di cuenta de que me faltaba la navaja multiusos que
encontré en las ruinas de Nakum, en Guatemala- y de pasar los trámites
migratorios para abandonar el país, nos subimos a la lancha que cubre el
trayecto de menos de una hora hasta Capurganá, primer pueblo colombiano en el
caribe, perteneciente al Golfo de Urabá y a la región del Chocó, continuación natural del Darién
panameño y una de las últimas regiones realmente peligrosas en este país
sudamericano debido a la presencia de guerrilleros, paramilitares y
narcotraficantes.
El mural que hizo Sahara (con ayuda de su mamá) sobre nuestro viaje de Panamá a Colombia
Nuestro alojamiento en Capurganá
Comprando carne en la carnicería local
La cocina de nuestro alojamiento
La cocina y, detrás, la cabaña
Creo que ya está hecha
Otro día de cocinillas
Y también para cenar, mientras Sahara hace ejercicios
Noche de luna llena en la plaza del pueblo
Militares colombianos
Pero Capurganá es un pueblo muy tranquilo, tanto que para
sellar nuestros pasaportes debimos esperar varias horas a que nos los devolvieran formalizados, tiempo que
aprovechamos para comer, instalarnos en un alojamiento y cambiar parte de
nuestros dólares a la moneda local, los pesos colombianos.
Los coches no existen en esta parte del mundo debido a su aislamiento, y
todo el transporte, ya sea de personas o de materiales, se realiza por medio de
carros de madera tirados por caballos, como antaño sucedía en el resto del
planeta.
En carro se transportan los materiales de construcción...
Se transporta la arena....
Los carros sirven como taxi...
Para realizar excursiones...
Paseos más tranquilos
Y grandes tours...
Mulas transportando madera
Los días en Capurganá pasaron casi sin que nos diéramos cuenta, entre
paseos por la selva en busca de pájaros, días lluviosos resguardados en nuestra
cabaña y refrescantes baños en las pozas del río y en las playas del mar,
además de una excursión de tres días de duración a la vecina Sapzurro, en la
que aprovechamos para visitar también La Miel, volviendo una vez más a
territorio panameño, donde tuvimos la fortuna de ver nuestra primera pareja de
las escasas y poco conocidas águilas solitarias (Buteogallus solitarius).
Ibycter americanus
A pesar de no tener mucho más que decir acerca de estos días, más que
nada por no aburrir a nadie narrando nuestros movimientos paso a paso,
disfrutamos mucho de las primeras jornadas que pasamos en Colombia, y
observamos bastantes aves nuevas y muchas rapaces, entre las que destacaron las
águilas solitarias que ya nombré más arriba, un gavilán plomizo (Leucopternis plumbeus), y cinco caracaras
avisperos (Ibycter americanus), que
no conseguimos ver en nuestra última visita al Parque Nacional Darién.
Uroderma bilobatum
Además,
vimos varios cóndores reales (Sarcorhampus
papa), gavilanes blancos (Leucopternis
albicollis), águilas tiranas (Spizaetus
tyrannus), aguilillas camineras (Buteo magnirostris), de cola corta (B. brachyurus) y grises (B. nitidus), zopilotes de cabeza negra (Coragyps atratus), y zopilotes de cabeza
roja (Cathartes aura), aguilillas de
alas anchas (Buteo platypterus) y de
Swainson (B. swainsoni), águilas
pescadoras (Pandion haliaetus), un halcón
peregrino (Falco peregrinus) y un esmerejón
(F. columbarius) en migración, además
de muchos paseriformes, psitácidos, ardillas (Sciurus granatensis) o monos aulladores (Alouatta palliata) y titís (Saguinus
geoffroyi).
Didelphis marsupialis
Uroderma bilobatum
Uroderma bilobatum
Migración de rapaces
Rhinella marina
Sahara también aprovechó la estancia para socializar y hacer un montón de amigos en el pueblo, con los que jugaba mañana, tarde y noche:
Sahara con Karla y Nicole, unas de sus mejores amigas en Capurganá
A la rueda, rueda, de pan y canela...
...y échate a dormir!
A veces un poco brutos, pero se lo pasaban bien
El día 15 de noviembre, después de semana y media en la zona, nos subimos a la lancha rápida que nos llevará a Turbo tras un recorrido de casi dos horas. En el trayecto vemos un pequeño grupo de delfines comunes (Delphinus delphis) y bastantes aves marinas. Desde Turbo, ya podemos agarrar un autobús que nos lleva a Montería y de allí a Sincelejo, donde llegamos ya de noche. El día siguiente lo dedicamos a viajar camino de Cartagena de Indias, donde llegamos a media tarde para instalarnos en esa ciudad, que tiene fama de ser una de las más bellas de América...
Pero que mural tan bonito!! Ay como extraño el calor caribeño!! Abrazos familia!
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