Caminamos en la penumbra del
bosque, un poco después de que asomen las primeras luces. Eduardo, Irvin,
Pilar, Carmen, Sahara y yo nos encontramos en un territorio de águila adornada
o elegante (Spizaetus ornatus), una
de las rapaces más bellas del neotrópico, y estamos haciendo algo de tiempo
pajareando mientras el día se calienta un poco, momento en el que puede que
aumenten su actividad y acudan a cebar al pollo, que ya cuenta con unos cuatro
meses de edad y hace tiempo que abandonó el nido.
Para todos menos para Eduardo es
una especie nueva, a la que además teníamos muchas ganas de ver. En nuestro
caso, tuvimos una oportunidad en Ecuador, cuando colaborábamos con Ruth y el
PCAHE (Programa de Conservación del Águila Harpía en Ecuador) en el monitoreo de un nido de águila harpía (Harpia harpyja) y
un monitor indígena Cofán nos llevó a observar un nuevo nido que habían
localizado. Parecía de Spizaetus,
sobre todo por el tipo de restos de presas que pudimos encontrar debajo, pero
después de unas horas de infructuosa espera, tuvimos que abandonar la zona sin
ver nada.
Afortunadamente hoy nuestra suerte cambió.
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Pollo volandero de águila elegante
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El águila se va, y casi al
instante, comenzamos a escuchar un reclamo no muy lejano. Es el pollo, y todos
nos ponemos en marcha a ver si podemos localizarlo. Algunas decenas de metros
más adelante Eduardo lo descubre posado en una rama, no muy lejos del árbol
nido. Ahora sí que estalla la emoción. Está tan sólo unos metros por encima de
nosotros y podemos observarlo perfectamente. Guapísimo.
Nos pasamos la siguiente media hora
alucinando, mientras él reclama, se acicala, observa a su alrededor y descansa
tranquilo posado en su atalaya. Mientras tanto, en varias ocasiones, uno de los
adultos se deja ver y pasa volando sobre el dosel forestal, emitiendo a veces
su propio reclamo, quizás animando al pequeño a que vuele con él, a que no se
deje ver tanto.
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Todos flipando, mirando el pollo en su percha |
Cuando el pollo se va, salimos al
claro por el cual hemos entrado a la selva, donde sabemos gracias a informes de
los pobladores locales que es posible observar a media mañana a los adultos del
águila elegante, junto a su prima el águila tirana (Spizaetus tirannus) y, a veces, el gavilán blanco (Leucopternis albicollis). Efectivamente. Volvemos a disfrutar con
las elegantes en vuelo, e incluso nos deleitan con displays territoriales (o
sea, picados y remontes alternos que nos dejan boquiabiertos). Además, aparece
la tirana (otra que nunca habíamos visto) y tenemos la oportunidad de
observarla muy bien tanto en vuelo como posada a distancia. Un día redondo, y
sólo ha pasado la mañana…
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El equipo al completo |
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Eduardo y Sahara con un Catharus mustelinus |
Esta observación de dos de las
águilas forestales más imponentes del trópico americano fue el momento cumbre
de cuatro días pasados en la región de Los Tuxtlas entre el 5 y el 9 de
noviembre. Una vez más, tenemos que agradecer a Eduardo Martínez Leyva por su
ayuda, ya que nos llevó y nos trajo de vuelta de la zona aprovechando
su trabajo allí, nos permitió quedarnos en la casa que Pronatura tiene
alquilada en Catemaco y nos mostró el lugar de anidación de estas
impresionantes águilas que tanto hemos disfrutado.
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Saltando sobre un puente colgante camino de la Laguna Azul |
El primer día ya llegamos bastante
tarde después de unas tres horas de viaje desde Chichicaxtle, así que nos
aprovisionamos para los días siguientes y nos instalamos en la casa de
Catemaco.
A la mañana siguiente dirigimos nuestros pasos
hacia la Laguna Escondida y la más pequeña Laguna Azul, lugares que Eduardo nos
recomendó por su belleza paisajística.
Un poco de transporte en “pirata”,
la versión mexicana de las chivas panameñas, es decir, una furgoneta tipo
ganadera adaptada para el transporte de personas; un poco en raid (o sea, a
dedo) y luego otro poco caminando; total unas tres o cuatro horas de viaje.
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Dendrophidion vinitor |
En el camino hacemos una parada en
la Estación Biológica, donde recorremos un pequeño sendero en el que vemos
algunos pájaros, una serpiente cabezuda (Dendrophidion vinitor) y un agutí negro mexicano (Dasyprocta mexicana). Desde aquí,
salimos hacia la laguna Escondida, conseguimos que una ranchera nos pare
haciendo dedo y nos lleve hasta el pueblo, desde donde comenzamos a caminar.
Aunque la selva en esta zona está
bastante maltratada y parcheada en islas rodeadas de potreros y carreteras, el
pateo estuvo bien y fue entretenido, con muchos pájaros y ardillas (Sciurus aureogaster) para
observar.
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Laguna Azul |
En la Laguna Azul hay unas cabañas
abandonadas que esperamos ocupar con la tienda de campaña para pasar la próxima
noche, pero cuando estamos llegando empieza a diluviar y nos mojamos completos
antes de poder encontrar el refugio de las cabañas. Cuando las encontramos, ya
calados hasta los huesos, asaltamos una por una ventana abierta y montamos el
campamento dentro. Una vez con un tejado sobre nuestras cabezas, nos cambiamos
la ropa por una seca y descubrimos un grupo de murciélagos (Saccopteryx bilineata) que serán
nuestros compañeros de habitación.
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Saccopteryx bilineata en la cabaña que ocupamos en la Laguna Azul |
También encontramos un montón de
leña seca en un antiguo baño, así que pensamos en hacer un fuego para la noche,
pero al ir a recogerla para encender la fogata, descubrimos que albergaba una
gran colonia de termitas, a las que preferimos respetar y olvidarnos de la
hoguera por una vez.
La Laguna Azul es muy atractiva,
sobre todo por el color de sus aguas, en virtud de las cuales recibe su nombre,
pero este color seguramente tenga que ver también con la fría temperatura de
estas. A pesar de ello, por la mañana tanto Carmen como Sahara se dan un baño
revitalizante para comenzar el día, antes de darnos la vuelta y regresar hacia
Catemaco. Como no, una vez más nos pilla la lluvia por el camino, pero esta vez
es sólo una fina llovizna que no llega a mojarnos demasiado.
Por la tarde Eduardo nos informa de
que Irvin y Pilar han decidido venirse para Los Tuxtlas y de que llegarán esta
misma noche, así que realizaremos alguna que otra excursión juntos, como la
realizada al día siguiente a Ruíz Cortínez a observar las águilas selváticas
cuyo relato abre esta entrada.
También esta noche conocemos a
Edgar, otro miembro de Pronatura que se dedica a proyectos de producción y
reforestación de planta autóctona en la media y alta montaña del estado de
Veracruz. Le pedimos información acerca del Pico de Orizaba, con la suerte de
que nos ofrece llevarnos desde Xalapa y ahorrarnos bastantes horas de incómodo viaje
en autobús. Contentos y gratamente sorprendidos con esta noticia, quedamos en
comunicarnos con él y concretar una fecha para la excursión a la montaña más
alta de México.
La tarde del jueves 8, después de
la triunfada de la mañana en Ruíz Cortínez, salimos con Pilar e Irvin a darnos
una vuelta y pajarear un rato por una pequeña reserva llamada Nanciyaga, donde
observamos unas cuantas aves y dimos un tranquilo paseo.
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Algunas aves capturadas para su anillamiento: Phaethornis mexicanus, Seiurus aurocapillus, Turdus grayi, Wilsonia citrina y Dumetella carolinensis |
El viernes por la mañana, bien
temprano antes de que amanezca, salimos todos juntos para echar una mano a Eduardo
en su trabajo anillando pájaros. Instalamos las redes entre campos cultivados y
bosque a orillas de la laguna de Catemaco, y pasamos una mañana muy entretenida
anillando. Atrapamos 16 aves, pertenecientes a 13 especies distintas, además
de observar diferentes acuáticas en la propia laguna.
Una de las observaciones
más potentes de águila pescadora (Pandion
haliaetus) que hayamos tenido nunca, ocurrió esta mañana en la orilla de la
laguna, cuando un ejemplar de esa especie cayó al lago desde el árbol bajo el
que nos encontrábamos, pescando una mojarra de buen tamaño a escasos diez
metros de nosotros. A poco nos salpica y sin prismáticos pudimos ver todos los
detalles de su anatomía y sentir el esfuerzo que tuvo que realizar para volver
a levantar el vuelo desde debajo del agua.
Sahara se lo pasó de miedo, como
siempre que salimos a anillar pájaros, ya que lo que a él más le gusta es tener
a los animales en la mano y liberarlos después.
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Más pájaros capturados en las redes: Habia fuscicauda, Amazilia candida, Icteria virens, Tolmomyias sulphurensis, Setophaga ruticilla, Seiurus noveboracensis |
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Iguana iguana |
Por la tarde, y antes de irnos de
regreso a Chichicaxtle, todavía tenemos tiempo para acercarnos de nuevo a la
Estación Biológica e intentar ver un par de especies de rapaces nocturnas
(Strix nigrolineata y Pulsatrix perspicillata) de las que no hace mucho Eduardo controlaba sus dormideros. Esta vez
no hubo suerte, pero al menos lo intentamos.
De camino todavía hacemos una
pequeña parada en un pueblo para ver las enormes iguanas verdes (Iguana iguana) que viven sobre los
árboles que rodean el puente de la localidad.
Finalmente la semana fue altamente
productiva, con unas 30 especies nuevas de aves observadas, entre las que se
encuentran algunas de las rapaces más mágicas de América.
Escrito por Marcos Mallo
Sahara debe ser el niño mas feliz del mundo! :D
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