SAN IGNACIO Y NUESTROS PRIMEROS HALCONES PECHINARANJAS
El día 23 de abril por la tarde
llegamos a San Ignacio o Cayo, pequeño pueblo situado cerca de la frontera con
Guatemala, donde suponemos que quedaremos al día siguiente con Roni, un amigo
de Yerai y nuestro contacto en Belize para colaborar en distintos proyectos de
campo. Con él conoceremos también al resto de la gente del proyecto de
protección de los nidos de guacamayo rojo (Ara
macao), a los que acompañaremos al Parque Nacional Chiquibul por un par de
días.
El camino desde Cayo Caulker ha
sido largo y pesado. Primero cruzamos a tierra en un water-taxi hasta Belize
City en un trayecto de algo menos de una hora, para allí subirnos durante las
siguientes tres horas y media a un antiguo autobús escolar estadounidense
reconvertido al transporte regular de pasajeros, algo común en gran parte de
los países de América Central.
Sima en la que cría la pareja de halcones |
Al día siguiente las noticias no
son las mejores, ya que no hay sitio suficiente en el coche que se va a
Chiquibul para que podamos ir con ellos. Como plan alternativo, Roni nos
propone que acompañemos al personal de Peregrine Fund que realiza el
seguimiento de la población de halcón pechinaranja (Falco deiroleucos), que irán esta tarde a visitar un nido de esta
especie cercano al Cayo. Nos recogen a mediodía y nos vamos al monte, a un
lugar donde en una de las dos enormes simas existentes cría la pareja de
halcones. Ya sólo el sitio es bastante espectacular y merecen la pena la espera
y la caminata de media hora desde donde dejamos el coche.
Este bonito falcónido es una de las
aves rapaces que todavía no hemos visto durante el viaje, debido a que es
extremadamente rara, manteniendo solamente dos pequeñas poblaciones conocidas a
nivel mundial, la existente en Belize y parte de Guatemala, y otra de menor
entidad en Panamá, además de un número indeterminado de ejemplares a lo largo
de la geografía sudamericana.
Al poco rato de llegar a la zona
desde donde se observa mejor el interior de la sima llega uno de los miembros
de la pareja, el macho, que se posa en la rama de un árbol a muy poca distancia
de nosotros, dándonos una estupenda oportunidad para disfrutar al máximo de su
observación (o sea, fliparla un rato). Pasamos el resto de la tarde viéndolos
llegar e irse de la zona, volando y posados por separado, intercambiando
llamadas entre ellos y perchándose a menudo en el mismo posadero de antes, muy
cerca de nuestra posición.
Al final, antes de irnos, ambos
halcones aparecen con sendas presas, y mientras el macho se come la suya
después de llamar sin éxito a su pareja para entregársela, ella se dirige
directamente al nido llevando su propia captura, lo que nos hace pensar en la
existencia de pollos de buen tamaño.
La otra sima |
Salimos del lugar de noche, subidos
a la caja de la ranchera para tener una mejor vista de cualquier animal que
pudiera cruzarse en la pista de acceso a la zona, aunque no tenemos mucha
suerte y solo vemos chotacabras o tapacaminos comunes (Nyctidromus albicollis).
Volvemos al pueblo de San Ignacio, donde
nos quedamos una noche más antes de irnos a pajarear por unos días a Crooked
Tree, uno de los mejores lugares para la observación de aves (sobre todo
acuáticas) en todo Belize.
En San Ignacio, Río Macal y pueblo:
Devorando un panal de abejas salvajes del género que encontramos en el campo:
Algunos vídeos:
En San Ignacio, Río Macal y pueblo:
Devorando un panal de abejas salvajes del género que encontramos en el campo:
Algunos vídeos:
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