Gran Plaza de Tikal. A la derecha, Templo del Gran Jaguar, y enfrente, medio tapado por el árbol, el Templo de las Máscaras. Al fondo, la Acrópolis Norte |
Estamos prácticamente solos en la Gran
Plaza de la ciudad maya de Tikal, posiblemente llamada Yax Mutul por sus
antiguos pobladores. Los templos I (o del Gran Jaguar) y II (o de las Máscaras)
se elevan hacia el cielo en los extremos de la plaza, enfrentados como si
compitieran por ver cúal es el que llega más alto con sus hermosas cresterías
de piedra.
Las oropéndolas de Moctezuma (Psarocolius
montezuma) llenan el aire con sus reclamos, tan característicos de esta
zona del continente, mientras a lo lejos se escuchan las llamadas de los monos
aulladores (Alouatta pigra), otro de
los sonidos naturales que siempre nos recordarán a América Central.
Numerosos
bandos de cotorras (Aratinga nana) surcan
el cielo, llenándolo con sus estridentes graznidos.
El lugar, rodeado por una espesa
selva, de la que ya forma parte, emana una magia especial, diferente de la que
pueda sentirse en otras ciudades antiguas que hayamos visitado.
Templo V, inmerso en la selva |
Continuamos caminando por la
Acrópolis Central, un complejo de palacio situado al lado de la plaza y desde
el que se obtienen excelentes vistas de esta a un lado y de una densa y verde
selva desde la que surge el también impresionante templo V al otro.
En la Acrópolis Central |
Tikal promete también en cuanto a fauna se refiere...
Continuamos la visita de la ciudad
pasando junto al Templo III o Templo del Gran Sacerdote, en el que cría una
pareja de halcones pechinaranja (Falco
deiroleucos) que no tardarán en dejarse ver, el Palacio de las Ventanas y
las pirámides gemelas del Complejo N, antes de llegar al imponente Templo IV o
de la Serpiente Bicéfala, el más alto de todo Tikal y de todas las estructuras
precolombinas de América, con sus 70 metros de altura. Ahora mismo, este es el
único templo al que se puede subir, ya que los otros en que estaba permitido se
encuentran en obras.
Pero la vista ofrecida desde lo alto de la pirámide es
colosal. Un manto verde ininterrumpido se extiende en todas direcciones hasta
donde la vista (y los prismáticos y el telescopio) alcanza, y sobre el dosel se
elevan las cresterías de los altos templos de la ciudad, vestigios de un pasado
glorioso que nos recuerdan lo efímera que puede llegar a ser cualquier gran
civilización cuando sobrepasa la capacidad de carga del medio ambiente que la
sostiene.
Pasamos un buen rato en este
edificio, tratando de localizar águilas forestales (principalmente Spizaetus) mientras desayunamos y Sahara
hace un dibujo de la ciudad, ya que cada vez es más habitual que dibuje sobre
los lugares en los que viajamos. No vemos las águilas que buscábamos, pero
observamos un pechinaranja, cóndores reales (Sarcoramphus papa), milanos plomizos (Ictinia plumbea), elanios tijereta (Elanoides forficatus) y un gavilán chapulinero (Buteo magnirostris).
Buscando águilas |
Descendemos y, entre grupos de
monos araña (Ateles geoffroyi
yucatanensis) que patrullan el dosel en busca de los frutos de los que se alimentan, llegamos al Mundo Perdido, nombre que recibe la pirámide perteneciente
a un complejo encerrado de 38 estructuras del Preclásico Tardío (400-300 a.C.),
que se mantuvieron intactas y no fueron afectadas por actividades constructivas
posteriores.
Parece que en esa época, esta pirámide fue una de las
construcciones más grandes en toda la región maya.
Pirámide del Mundo Perdido |
No se
si será tan fácil controlarlo cuando volvamos a ver tarántulas salvajes aunque,
afortunadamente, el guarda nos ayuda a explicarle que no siempre se pueden
coger y que hay que estar atento al comportamiento del arácnido, ya que será el
que nos de pistas sobre su estado de ánimo y alerta.
Mientras manejamos la
araña, vemos otro zorro gris caminando tranquilamente a plena luz del día.
Nuestra siguiente parada es la
Plaza de los Siete Templos, donde comemos y jugamos un buen rato en un entorno
muy guapo antes de que el enano y yo nos acerquemos al Templo V, imponente
edificio que ostenta el honor de ser la segunda estructura más alta de Tikal
con sus 57 metros de altura. Mientras, Carmen se encuentra con un gran ejemplar
de la bonita serpiente Spilotes pullatus,
gracias a las llamadas de alarma de urracas pardas (Cyanocorax morio) y tucanes pico iris (Ramphastos sulphuratus), aunque no puede fotografiarla porque no
lleva cámara encima.
Templo V |
De vuelta hacia la Gran Plaza, nos
encontramos con un enjambre de hormigas marabunta (Ecitoninae), una subfamilia de formícidos nómadas, que recorren el
bosque formando ejércitos de hasta un millón de individuos y deteniéndose en
campamentos temporales que pueden servir para una sola noche o para varias semanas,
en función del ciclo reproductivo de las propias hormigas.
Cada mañana,
abandonan el campamento formando una columna en busca de presas que se va
abriendo en abanico y patrullando la selva, tanto a nivel del suelo como
trepando a la vegetación y pudiendo llegar hasta el dosel. A su paso, una
miríada de insectos sale de sus escondrijos en un intento de escapar a la
capacidad predadora de las hormigas, que a pesar de ser prácticamente ciegas,
se comunican eficazmente mediante señales químicas y, gracias a que son veloces
corredoras, confluyen sobre sus presas cazándolas de forma cooperativa, tal
como hacen las manadas de lobos (Canis
lupus) o leones (Panthera leo)
entre los mamíferos. Gracias a esta técnica, pueden llegar a atacar pequeños
mamíferos, ranas arborícolas, serpientes o pichones de aves en sus nidos.
Existe un grupo de aves llamadas
hormigueras (Thamnophilidae)
asociadas a estos enjambres de hormigas marabunta. Estas aves, junto con
determinadas especies de carpinteros (Picidae),
trepatroncos (Dendrocolaptidae),
tangaraes (Thraupinae, Emberizidae) y otros, siguen a las
columnas de hormigas atrapando a los insectos en fuga que se alejan de las
cazadoras.
Aunque la primera vez que vimos una marabunta en Panamá conseguimos
identificar 17 especies de aves que las perseguían, esta vez no hubo tanta
suerte y sólo pudimos observar al trepador rojizo (Dendrocincla homochroa) que se alimentaba con los supervivientes de
la caza social de los formícidos.
Templo I en la Gran Plaza |
Seguimos caminando y volvemos a
pasar por la Gran Plaza, que tiene la capacidad de asombrarnos de nuevo como si
no la hubiésemos visto esta misma mañana, y desde aquí nos adentramos por la
Acrópolis Norte en dirección a los complejos O, P, M, R y Q, de pequeño tamaño
y dispersos por la zona norte de la ciudad.
Resumiendo, en esta zona caminamos
bastante, aprovechamos para que Sahara duerma la siesta, descansamos un rato y
disfrutamos de más ruinas, entre ellas algunas de las pirámides gemelas como
las del complejo Q, un tipo de edificaciones casi exclusivo de Tikal y alguna
otra ciudad vecina y aliada de esta, que se construían para celebrar el fin de
un K´atun o ciclo de veinte años y el inicio del siguiente.
Templo I desde la Acrópolis Central. Carmen y Sahara caminan por un juego de pelota |
Además, en Tikal
pueden observarse estelas, altares, juegos de pelota y otras construcciones menores
características de las antiguas ciudades mayas.
Ya de salida, nos topamos de frente
con un venado de cola blanca (Odocoileus
virginianus) que se nos queda mirando un rato antes de irse,
proporcionándonos la mejor observación de esta especie hasta la fecha.
Acrópolis Central |
Templo V |
En fin, se podría hablar mucho más
de Tikal, lugar que también merecería una exploración más a fondo en un segundo
día, tanto por su espectacularidad como por su gran tamaño, pero tanto el
precio de la entrada (el más alto que hemos pagado hasta ahora) como el
cansancio de caminar todo el día y del viaje hasta aquí desde Bullet Tree
(ayer, 13 de junio, salimos de nuestra cabaña después de recoger a Sahara en el
cole; comimos en el Cayo; nos dirigimos en bus a la frontera entre Belize y
Guatemala y de allí agarramos otro a El Remate, donde llegamos por la tarde y
nos alojamos), nos recomiendan dejarlo pasar.
De momento acampamos en un lodge
ubicado en la entrada de la zona arqueológica, aunque creemos que mañana
cambiaremos nuestra tienda de ubicación por una algo más salvaje y económica…
Al día siguiente nos damos una
vuelta por la pista de acceso a la zona arqueológica y los alrededores de la
entrada, observando varios coatís, tanto machos adultos solitarios como grupos
de hembras y subadultos, acompañados de crías de corta edad.
También vemos
zorros grises, ardillas y pavos ocelados (Meleagris
ocellata), entre otras aves.
Pavos ocelados, endémicos de una pequeña región donde confluyen Guatemala, México y Belize |
Recogemos la tienda y salimos del
lodge. Compramos unos tamales en un puesto de la carretera y se da la
coincidencia de que uno de los clientes con los que hablamos fue chiclero (los
chicles se elaboraban hasta hace poco con la resina del zapote Manilkara zapota, que se recolectaba a
mano en medio de las selvas peteneras, yucatecas y belizeñas mediante la
realización de incisiones en el tronco del árbol) durante parte de su vida, e
inspecciona el brazo de donde me extrajeron los colmoyotes (Dermatobia hominis) hace unos días. ¡Todavía
quedan algunos dentro!
El hombre me exprime el brazo de
nuevo, pero esta vez se nota la técnica adquirida con la experiencia y me saca
rápidamente dos gusanos de buen tamaño, cubiertos por varios anillos de espinas
o pelos urticantes negros que les dan un aspecto nada agradable.
Asoma un
tercero, que consigue escabullirse y enterrarse de nuevo en mi carne, esta vez
más profundo, así que no logramos sacarlo.
No hay problema, ya que mi compadre
me aplica sobre la herida el látex de los frutos del árbol conocido como huevos
de caballo (Stemmadenia donnell-smithii ),
llamado así precisamente por la forma de dicho fruto. Tapamos el ungüento con
un trozo de papel, que se queda pegado al instante, y con esto esperamos que
las larvas que quedan se ahoguen y me deshaga definitivamente de ellas.
Aguada Dimick |
Después de esta “delicada cirugía”,
caminamos por una pista de tierra para localizar algún sitio en el que poder
acampar en el monte. Llegamos a una aguada donde hay montada una plataforma de
observación, así que el lugar nos parece ideal para montar el campamento, cosa
que hacemos inmediatamente.
Vemos otra marabunta, acompañada por la misma
especie de trepador que ayer, encendemos un fuego para cocinar y pasamos el
resto del día sobre la plataforma, esperando a cualquier animal que quiera
dejarse ver. Atardece y tan solo vemos un joven de halcón pechinaranja perchado
en los alrededores de la charca, probablemente el polluelo de la pareja que
cría en el Templo III, ya que podemos distinguir la anilla que nuestro amigo
Jonathan Urbina, del Fondo Peregrino, le ha colocado hace un par de semanas.
Pasando la tarde en la plataforma, cada uno a lo suyo |
No tenemos grandes reservas de agua
para poder beber y hacernos una sopa para cenar, así que decidimos recorrer el
kilómetro y medio que nos separa del camping oficial que está cerca de la
entrada de Tikal para rellenar nuestros recipientes con el líquido elemento, y por el camino vemos una pequeña serpiente Coniophanes schmidti y otro zorro gris.
Después de la cena me quedo dormido
contándole un cuento a Sahara en la tienda, vestido y todo, así que cuando me
despierto salgo a lavarme los dientes y prepararme para dormir.
Unos ojos
centellean en el camino, y yo me apresuro a volver a la tienda a por los
prismáticos, aunque dudo que el animal siga estando ahí a la vuelta.
Efectivamente, ya no está en el mismo sitio. Está más cerca. Lo enfoco con la
luz y la óptica y me quedo de piedra. Es un margay (Leopardus wiedii), que continua su avance en mi dirección sin
inmutarse siquiera por mi presencia ni por el haz de luz que lo ilumina de
lleno.
No puedo resistir la tentación de ir a avisar a Carmen y, esta vez,
cuando volvemos, ya no está.
La observación me da esperanzas de
ver más cosas, así que me voy a dar una vuelta por los alrededores, aunque solo
veo algún cocodrilo de pantano (Crocodylus
moreletti) en la aguada.
A la mañana siguiente le toca a
Carmen darse una vueltecita en la que observa bastantes pájaros, entre los que
destacó una pareja de tapacaminos comunes (Nyctidromus
albicollis) que se comportan como si estuvieran criando.
No tarda mucho en
localizar un pollito en el suelo que fotografía antes de alejarse rápidamente
del lugar.
Después vemos algún cocodrilo en la aguada mientras esperamos a que
Sahara se despierte para ir a dar un paseo por un sendero cercano.
Durante la
caminata comienza a llover, y el enano y yo lo solucionamos usando hojas de
palmera a modo de paraguas, pero cuando la tormenta arrecia más, nos refugiamos
bajo el tronco de un árbol caído que atraviesa el sendero, y allí aguardamos a
que escampe, mientras nuestro hijo inmortaliza la situación con un bonito
dibujo.
Aguada y plataforma |
Terminada nuestra aventura,
recogemos el campamento y nos subimos en una combi que nos lleva de vuelta a El
Encuentro.
Aquí agarramos otra a la frontera, cruzamos a Belize de vuelta y nos
subimos en el autobús que nos lleva a San Ignacio, donde hacemos compra en el
mercado, publicamos una entrada del blog y volvemos a casa en un taxi
colectivo, donde llegamos al atardecer.
Una vez más, el kinkajú (Potos flavus) nos da la bienvenida
mientras preparamos la cena, mostrándose muy cerquita.
¡Parece mentira pero ya echábamos de menos estar en nuestra cabañita!
¡Parece mentira pero ya echábamos de menos estar en nuestra cabañita!
Algunas fotos más:
Otra vista de la Gran Plaza |
Contemplando el paisaje desde lo alto del Templo IV |
Buscando rapaces |
Mundo Perdido |
Sahara delante del Templo V |
Gran Plaza y Templo I desde la Acrópolis Norte |
Sahara durmiendo la siesta en el Complejo P |
Complejo P |
Templo I, Gran Plaza |
Sahara y Templo V |
Acrópolis Central |
Templo entre la vegetación |
Estela |
Templos I y II, enfrentados |
Dibujando sobre el Templo IV. Luce una herida en un labio de una caída al salir del cole |
Pirámide del Mundo Perdido |
Tarántula |
Feliz |
Mundo Perdido |
Explorando |
Trepatroncos |
Templo V:
Gran Plaza |
Familia al completo en la Acrópolis Norte |
Aguada Dimick |
Desayunando en la plataforma de la aguada |
Esperando a que a algún animal se le ocurra venir a beber |
Pateo por el bosque desde nuestro campamento antes de volver a casa:
Paraguas naturales |
Arañazos en el tronco de un árbol, seguramente de jaguar (Panthera onca) |
A cubierto de la lluvia bajo un tronco caído |
Un poquito de fauna:
Mono araña colgado de su cola |
Comiendo fruta |
Zorro gris |
Coatís un poco asustados |
Una cría de pocas semanas |
Sacopterix bilineata:
¿Carollia perspicillata?:
Amazona autumnalis |
Meleagris ocellata |
Amazona farinosa |
Ramphastos sulfuratus |
Columba speciosa |
Algunos insectos en la entrada de Tikal |
Oruga |
Algunos vídeos:
Vista de las ruinas desde el templo IV:
Coatís:
Oropéndola de Moctezuma:
Ardilla yucateca:
Monos araña:
Hormigas marabunta:
Me gusta la presentacion de este interenate lugar Tikal, felicitaciones por el trabajo realizado
ResponderEliminarSUPER EXCELENTE REPORTE DE TODO DE TIKAL
ResponderEliminarDisfruten de mis fotos de aves en facebook con el nombre de Atitlan Birding Tours attn Pablo Chumil
www.mayalandtravel.com