Peripecias de una familia viajera en busca de la fauna salvaje del Nuevo Mundo
domingo, 29 de junio de 2014
ENDEMISMOS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA. UNOS DÍAS EN MINCA Y ALGO MÁS
Alrededores de Minca y Faunal, desde el poblado de El Campano
El camino, un estrecho sendero rodeado de vegetación por ambos lados,
discurre por una ladera en pendiente de la parte baja de la Sierra Nevada de
Santa Marta, no muy lejos de donde el Mar Caribe lame con sus olas las hermosas
playas de la costa colombiana.
La luna creciente ilumina débilmente el bosque que nos rodea, ayudada
por la luz de nuestras linternas, mientras caminamos en busca de alguno de los
animales nocturnos que pueblan una de las sierras con mayor número de
endemismos de la región.
Al fondo, Santa Marta y el mar
La Sierra Nevada se alza abruptamente desde el nivel del mar hasta los
5.775 metros de su cumbre más alta en tan solo 42 kilómetros, lo que la convierte en
la montaña costera más alta del mundo además de la más alta del país, y en un mosaico de ricos ecosistemas que
albergan una fauna igualmente rica y variada, que en muchos casos ha
evolucionado separada del resto de las poblaciones animales del continente.
Mientras meditamos en todo esto, una serie de fuertes sonidos en el
dosel nos arranca súbitamente de nuestros pensamientos. El ruido de ramas que
se mueven violentamente nos indica que alguien se desplaza a gran velocidad por
las copas de los árboles, y dirigimos el haz de nuestras linternas en dirección
al sonido, donde descubrimos cuatro sombras que saltan de árbol en árbol, cruzándose
en nuestro camino.
Zarihuella sobre las ramas de un árbol
Poco después se detienen, y la familia de monos nocturnos (Aotus griseimembra) comienza a
alimentarse de algún fruto que no podemos distinguir desde el suelo, moviéndose
lentamente entre las delgadas ramas del árbol frutero. Disfrutamos mucho de la
observación a relativa corta distancia, mientras los primates continúan con su
actividad, hasta que deciden continuar su camino y se pierden entre el follaje
ladera arriba, lejos del sendero y de nuestra vista, desapareciendo en el
misterio que sus vidas privadas continúa siendo para nosotros.
También proseguimos nuestro
camino, para descubrir un par de ojos brillantes unos cientos de metros más
adelante, también en lo alto de un árbol, casi al final de la caminata
nocturna. Es una zarihuella (Didelphis
marsupialis), que también aprovecha los frutos que la enorme despensa que
es el bosque nublado ofrece a sus habitantes. Volveremos a verla en días
sucesivos en distintas partes del sendero, comiendo o patrullando su
territorio, y también veremos otros miembros de su especie en distintas partes
del bosque durante nuestros recorridos nocturnos.
La casa de Faunal, donde estamos con Sebastián y su hermano David
Estamos en Faunal, una finca familiar situada cerca de la localidad de
Minca y a poca distancia de la ciudad de
Santa Marta, que ofrece hospedaje y excursiones para avistar fauna por la zona.
Sebastián, uno de los propietarios, contactó con nosotros por medio de facebook ofreciéndonos alojamiento económico a cambio de un poco de trabajo en
la finca, mientras aprovechamos la estancia para observar la fauna de la sierra.
Momotus subrufescens, Pteroglossus torquatus, Herpetotheres cachinnans y Cyanocorax affinis
Colibri coruscans, Chalybura buffonii machos, y Thalurania colombica, hembra y macho
Saltator striatipectus, Tangara gyrola, Arremon schlegeli y Turdus leucomelas
Ramphocelus dimidiatus, Tachyphonus rufus hembra y macho, y Chlorophonia cyanea
Colaptes rubiginosus hembra, Campephilus melanoleucos en su nido y Melanerpes rubricapillus hembra
Leptotila verreauxi
Con el mimético lagarto Anolis solitarius
Anolis solitarius, otro endémico serrano
El murciélago de tienda Uroderma bilobatum
Vídeo corto de un kinkajú (Potos flavus) moviéndose entre las ramas de un árbol. Este fue otro de los mamíferos nocturnos habituales en nuestros recorridos nocturnos por los senderos de Faunal, de forma que tuvimos al menos cinco avistamientos durante la estancia en la finca, con observaciones de individuos alimentándose, desplazándose por el dosel, descansando sobre una rama o vocalizando desde las alturas:
Display de Psarocolius decumanus :
El escondite comedor, donde nos acompañaban montones de pájaros
Teatro de sombras chinescas, con los colibrís como protagonistas
Terminamos pasando diez días en Faunal, que se encuentra en un
emplazamiento envidiable, inmersa en medio del bosque de niebla y a poca
distancia de un hermoso río, donde pequeñas cascadas suceden a pozas
cristalinas en las que darse un baño refrescante. Es el lugar llamado Pozo Azul, que visitamos casi a diario en algún momento para darnos un baño reparador o para caminar un rato por el bosque.
Una de las tareas de que nos encargamos durante nuestra estancia fue la recolección de
café. La finca es una antigua explotación cafetera, abandonada y ocupada por el
bosque regenerado, donde sigue habiendo cientos de plantas de café dispersas
entre la vegetación natural. El trabajo es algo más arduo de lo que sería
normal en una plantación al uso, donde las plantas, podadas y dispuestas en
líneas, facilitan las labores de recolección. Pasamos bastantes horas
escogiendo y cosechando los frutos escarlatas de esta antigua planta africana,
oriunda de las tierras altas de Etiopía, mientras nuestros recipientes se
llenaban y día tras día completábamos un par de sacos de arpillera de valiosos
granos de café orgánico.
Aunque esta no fue nuestra única labor durante las jornadas pasadas en la finca. Además de la recolección de los frutos de una de las bebidas más consumidas en el planeta, también desbrozamos de maleza un pequeño sector alrededor de la casa y tallamos un tramo de escaleras en la
tierra para unir un par de terrazas en el patio trasero, siempre rodeados por
la avifauna serrana que visita habitualmente los comederos situados al efecto.
Preparando estacas para afianzar las escaleras
Como siempre, la familia trabaja unida
Águila andina juvenil
Pero no todo fue trabajo durante nuestra estancia, ni mucho menos. También
recorrimos los alrededores en busca de otros animales, con la fortuna de
observar dos de las águilas más esquivas y desconocidas de América del Sur en
tan solo una hora en una de nuestras caminatas, el águila solitaria (Buteogallus solitarius) y el águila poma o andina (Spizaetus isidori), ambos
juveniles del año, probablemente en dispersión o en las cercanías de los territorios paternos. También recogimos alguna información
sobre avistamientos de adultos de ambas especies, que tal vez son relativamente
comunes en los bosques mejor conservados de esta sierra.
Águila andina juvenil en vuelo
Sahara y su nuevo amigo "Rayo"
Familia Kogi de la Sierra Nevada
Decoración facial con semillas de la sierra
Uno de los mayores atractivos de la sierra desde el punto de vista
ornitológico es la Reserva de El Dorado, perteneciente a la Fundación Proaves,
una de las organizaciones más activas en cuanto a la protección de las aves de
Colombia. En esta reserva, situada a media ladera y a unos 20 kilómetros de Faunal,
viven 21 especies de aves endémicas de la Sierra Nevada, además de otros
pájaros igualmente interesantes, así que no lo dudamos cuando Sebastián nos
ofreció llevarnos y acompañarnos durante el recorrido a cambio de los gastos de
gasolina y poco más. La visita, que duró todo el día, fue bastante productiva,
sobre todo en cuanto a colibrís, y vimos un buen número de especies nuevas para
nosotros y más de media docena de endemismos santamartenses, como el recién
descrito autillo de Santa Marta (Megascops gilesi) o el colibrí inca de cola blanca (Coeligena phalerata).
Algunos vídeos de colibrís alimentándose en los bebederos de El Dorado:
Caminando por El Dorado
Sahara buscando ranas con Sebas
Ranas del género Eleutherodactylus, también endémicas de la Sierra Nevada
Grupo de Chlorophonia cyanea acompañadas por Thaupis cyanocephala
Aulacorhynchus lautus, endémico
Penelope argyrotis, endémica del norte de Colombia y Venezuela
Chamaepetes goudotii
Para rematar, durante una de nuestras visitas regulares al río, localizamos
un buen número de púas de puercoespín (Coendou
prehensilis) en un sendero, bajo un arbolillo cubierto de una maraña de
enredaderas secas. Tal acumulación de espinas no podía significar otra cosa más
que el refugio del roedor o, al menos, uno de sus caminos habituales, se
encontraba sobre nosotros, así que rastreamos la zona hasta que lo localizamos
durmiendo hecho una bola prácticamente sobre nuestras cabezas, aprovechando una de las camas naturales que los tallos de las enredaderas forman sobre el
arbolillo. Decidimos volver al atardecer, para verlo moverse cuando inicie sus
recorridos nocturnos de cada día, pero consigue darnos esquinazo gracias a la
oscuridad reinante, así que volvemos al día siguiente, y esta vez logramos
incluso alguna foto para ilustrar el encuentro.
Coendou prehensilis
Dejamos Faunal el día 14 de diciembre de 2013, pero no nos vamos muy lejos, ya que nuestra siguiente parada es la ciudad de Santa Marta, a poca distancia de Minca.
Sahara despidiéndose de Barbosa, el perro de Faunal
Álbum fotográfico:
Anolis solitarius
Puercoespín
Colibri coruscans
Colibri coruscans
Sarcoramphus papa
Herpetotheres cachinnans
Pteroglossus torquatus
Cyanocorax affinis
Pyrrhomyias cinnamomeus
Diglossa albilatera, macho alimentándose
Diglossa albilatera, hembra
Chlorophonia cyaneus
Chlorophonia cyaneus con macho de Tangara heinei
Arremon schlegeli
Anolis solitarius
Anadia pulchella, juvenil, también endémica de la sierra
Un par de ranas del género Eleutherodactylus
Vídeo de una avispa transportando una araña a su nido
No hay comentarios:
Publicar un comentario