Vista panorámica desde uno de los puntos de observación durante la búsqueda de los gavilanes picogancho |
Atardece en Mountain Pine Ridge
Forest Reserve.
El día está oscuro, pues un cielo
cubierto de nubes amenaza lluvia desde hace al menos un par de horas. De cuando
en cuando se escucha a lo lejos el retumbar de los truenos.
Yo camino despacio por un estrecho
sendero que atraviesa el bosque, atento a cualquier sonido, a cualquier
movimiento. Bajo los árboles la cantidad de luz es todavía menor. Un grupo de
dos o tres tinamús grandes (Tinamus major)
se alejan corriendo por el sendero, internándose en la espesura del sotobosque
unos metros más adelante.
De repente lo escucho, no muy
lejos. Es la llamada de un jaguar. Me quedo petrificado por unos instantes, sin
saber qué hacer, ¿me acerco?, ¿lo espero aquí?, ¿era o no era?... Uno a uno van
pasando los segundos. Medio minuto, un minuto, minuto y medio, dos…, pero el
sonido no vuelve a repetirse.
Decido subirme a la horquilla de un
árbol, a poco más de metro y medio del suelo. Desde mi precaria atalaya, imito
media docena de veces la llamada de celo de estos grandes gatos, con la
esperanza de atraerlo hacia aquí. Pero no pasa nada.
Un antiguo excremento a menos de
cien metros de mi tienda de campaña confirma su presencia, y Roni me cuenta que
todas las semanas la cámara trampa capta imágenes de puma y jaguar en este
sendero.
A medida que pasa más tiempo me asaltan
mayores dudas sobre si lo que escuché era o no un tigre (nombre usado en toda latinoamérica para el gran gato manchado), pero una vez
descartados los monos aulladores (Alouatta
pigra) y la garza tigre (Tigrisoma mexicanum),
no quedan muchos candidatos que hayan podido hacer ese sonido.
Una vez que llega la noche, me
interno en el sendero armado con mi linterna, con la esperanza de que la
alianza con las sombras me favorezca y pueda ver algo interesante, pero se ve
que hoy no es el día y vuelvo a mi tienda de campaña sin ver nada.
Al día siguiente, 12 de mayo, camino
hasta un mirador natural desde el que hay bastantes posibilidades de avistar a
la rara y esquiva águila blanquinegra (Spizaetus
melanoleucos).
Avanza el día, y al igual que en las dos jornadas
anteriores, veo muchos milanos plomizos (Ictinia
plumbea), elanios tijereta (Elanoides
forficatus), algunos cóndores reales (Sarcoramphus
papa) y tengo las mejores observaciones hasta la fecha de águila negra
mayor (Buteogallus urubitinga).
Cuando la mañana ya está bastante avanzada y empiezo a plantearme comenzar la
bajada de vuelta hacia San Ignacio, aparece una rapaz cicleando a mi derecha.
Está volando un poco por debajo de mi posición y coge altura sobre mi cabeza.
¡Es un adulto de águila blanquinegra!, y la veo perfectamente, tanto por arriba
como por debajo antes de que se aleje. Un poco más tarde vuelve y puedo
observarla durante un par de minutos más.
Pollo de milano plomizo en su nido
Un gran final para los dos días y
medio pasados en Mountain Pine Ridge, en los que obtuve también muy buenas
observaciones de águilas tiranas (Spizaetus
tirannus) con displays de celo y territoriales, de gavilanes cabecigrises (Leptodon cayanensis) y bidentados (Harpagus bidentatus) y de los más
comunes gavilanes grises (Buteo plagyatus)
y de cola corta (Buteo brachyurus), además del nido de una pareja de milanos plomizos con un pollo volandero.
Roni (sentado frente a mi con la camiseta blanca), los voluntarios del BRRI
y un guía local (en la hamaca)
El objetivo de esta visita era el
de ayudar a Roni y a los tres voluntarios del Belize Raptor Research Institute
(BRRI) a localizar un nido de gavilán picogancho (Chondrohierax uncinatus) en la zona en la que se reprodujo el año
pasado. Desgraciadamente, ni siquiera logramos ver a ninguno de los dos adultos
durante las dos mañanas que dedicamos a la búsqueda de esta discreta ave que se
alimenta de ciertas especies de caracoles.
Tángara cuellirroja (Ramphocelus sanguinolentus)
Aun así, y aparte de la gran
cantidad de rapaces observadas, muchas de ellas escasas y esquivas y, por lo
tanto, difíciles de ver, la visita también mereció la pena por los
avistamientos de paseriformes, entre los que vi media docena de especies nuevas
para mí.
Tucancillo collarejo (Pteroglossus torquatus)
Para llegar al mariposario de Green
Hill, el lugar en el que quedé con Roni y los voluntarios el primer día, salí
de casa a las cinco y media de la mañana hacia San Ignacio, donde agarré de
milagro el autobús que transporta a los trabajadores de Blancaneux (exclusivo
Lodge propiedad de Martin Scorsese en el que trabaja Roni como responsable de
conservación), en el que no me querían dejar subir hasta que expliqué que le
conocía.
Mi campamento
Las dos noches que dormí en Mountain
Pine Ridge, monté la tienda de campaña en el lateral de una pista forestal poco
transitada, cerca de donde Roni tiene colocada una cámara trampa en la que
pumas y jaguares son retratados cada semana y de donde escuché el interesante
sonido con el que se abre esta entrada.
Mieleros patirrojos (Cyanerpes cyaneus) y eufonias oliváceas
(Euphonia gouldi) y gorjiamarillas (Euphonia hirundinacea)
Para bajar el último día, caminé
con todas mis cosas los cuatro o cinco kilómetros que separaban mi campamento
de la barrera de entrada a la reserva, donde conseguí un raid hasta la
localidad de Cristo Rey y de allí otro hasta San Ignacio, para agarrar un taxi
colectivo que me dejó en Bullet Tree a tiempo para comer en mi casa con la
familia.
Tucancillo collarejo
Observando
Milano plomizo adulto
Adulto y pollo de milano plomizo posados en el árbol nido
Atardece en Mountain Pine Ridge
Forest Reserve.
El día está oscuro, pues un cielo
cubierto de nubes amenaza lluvia desde hace al menos un par de horas. De cuando
en cuando se escucha a lo lejos el retumbar de los truenos.
Yo camino despacio por un estrecho
sendero que atraviesa el bosque, atento a cualquier sonido, a cualquier
movimiento. Bajo los árboles la cantidad de luz es todavía menor. Un grupo de
dos o tres tinamús grandes (Tinamus major)
se alejan corriendo por el sendero, internándose en la espesura del sotobosque
unos metros más adelante.
De repente lo escucho, no muy
lejos. Es la llamada de un jaguar. Me quedo petrificado por unos instantes, sin
saber qué hacer, ¿me acerco?, ¿lo espero aquí?, ¿era o no era?... Uno a uno van
pasando los segundos. Medio minuto, un minuto, minuto y medio, dos…, pero el
sonido no vuelve a repetirse.
Decido subirme a la horquilla de un
árbol, a poco más de metro y medio del suelo. Desde mi precaria atalaya, imito
media docena de veces la llamada de celo de estos grandes gatos, con la
esperanza de atraerlo hacia aquí. Pero no pasa nada.
Un antiguo excremento a menos de
cien metros de mi tienda de campaña confirma su presencia, y Roni me cuenta que
todas las semanas la cámara trampa capta imágenes de puma y jaguar en este
sendero.
A medida que pasa más tiempo me asaltan
mayores dudas sobre si lo que escuché era o no un tigre (nombre usado en toda latinoamérica para el gran gato manchado), pero una vez
descartados los monos aulladores (Alouatta
pigra) y la garza tigre (Tigrisoma mexicanum),
no quedan muchos candidatos que hayan podido hacer ese sonido.
Una vez que llega la noche, me
interno en el sendero armado con mi linterna, con la esperanza de que la
alianza con las sombras me favorezca y pueda ver algo interesante, pero se ve
que hoy no es el día y vuelvo a mi tienda de campaña sin ver nada.
Al día siguiente, 12 de mayo, camino
hasta un mirador natural desde el que hay bastantes posibilidades de avistar a
la rara y esquiva águila blanquinegra (Spizaetus
melanoleucos).
Avanza el día, y al igual que en las dos jornadas
anteriores, veo muchos milanos plomizos (Ictinia
plumbea), elanios tijereta (Elanoides
forficatus), algunos cóndores reales (Sarcoramphus
papa) y tengo las mejores observaciones hasta la fecha de águila negra
mayor (Buteogallus urubitinga).
Cuando la mañana ya está bastante avanzada y empiezo a plantearme comenzar la
bajada de vuelta hacia San Ignacio, aparece una rapaz cicleando a mi derecha.
Está volando un poco por debajo de mi posición y coge altura sobre mi cabeza.
¡Es un adulto de águila blanquinegra!, y la veo perfectamente, tanto por arriba
como por debajo antes de que se aleje. Un poco más tarde vuelve y puedo
observarla durante un par de minutos más.
Pollo de milano plomizo en su nido |
Un gran final para los dos días y
medio pasados en Mountain Pine Ridge, en los que obtuve también muy buenas
observaciones de águilas tiranas (Spizaetus
tirannus) con displays de celo y territoriales, de gavilanes cabecigrises (Leptodon cayanensis) y bidentados (Harpagus bidentatus) y de los más
comunes gavilanes grises (Buteo plagyatus)
y de cola corta (Buteo brachyurus), además del nido de una pareja de milanos plomizos con un pollo volandero.
Roni (sentado frente a mi con la camiseta blanca), los voluntarios del BRRI y un guía local (en la hamaca) |
El objetivo de esta visita era el
de ayudar a Roni y a los tres voluntarios del Belize Raptor Research Institute
(BRRI) a localizar un nido de gavilán picogancho (Chondrohierax uncinatus) en la zona en la que se reprodujo el año
pasado. Desgraciadamente, ni siquiera logramos ver a ninguno de los dos adultos
durante las dos mañanas que dedicamos a la búsqueda de esta discreta ave que se
alimenta de ciertas especies de caracoles.
Tángara cuellirroja (Ramphocelus sanguinolentus) |
Aun así, y aparte de la gran
cantidad de rapaces observadas, muchas de ellas escasas y esquivas y, por lo
tanto, difíciles de ver, la visita también mereció la pena por los
avistamientos de paseriformes, entre los que vi media docena de especies nuevas
para mí.
Tucancillo collarejo (Pteroglossus torquatus) |
Para llegar al mariposario de Green
Hill, el lugar en el que quedé con Roni y los voluntarios el primer día, salí
de casa a las cinco y media de la mañana hacia San Ignacio, donde agarré de
milagro el autobús que transporta a los trabajadores de Blancaneux (exclusivo
Lodge propiedad de Martin Scorsese en el que trabaja Roni como responsable de
conservación), en el que no me querían dejar subir hasta que expliqué que le
conocía.
Mi campamento |
Las dos noches que dormí en Mountain
Pine Ridge, monté la tienda de campaña en el lateral de una pista forestal poco
transitada, cerca de donde Roni tiene colocada una cámara trampa en la que
pumas y jaguares son retratados cada semana y de donde escuché el interesante
sonido con el que se abre esta entrada.
Mieleros patirrojos (Cyanerpes cyaneus) y eufonias oliváceas (Euphonia gouldi) y gorjiamarillas (Euphonia hirundinacea) |
Para bajar el último día, caminé
con todas mis cosas los cuatro o cinco kilómetros que separaban mi campamento
de la barrera de entrada a la reserva, donde conseguí un raid hasta la
localidad de Cristo Rey y de allí otro hasta San Ignacio, para agarrar un taxi
colectivo que me dejó en Bullet Tree a tiempo para comer en mi casa con la
familia.
Tucancillo collarejo |
Observando |
Milano plomizo adulto |
Adulto y pollo de milano plomizo posados en el árbol nido |
Algunos vídeos de mi estancia en Mountain Pine Ridge:
Tucancillo collarejo:
Tucancillo collarejo:
Polluelo y adulto de milano plomizo en su nido:
En el sendero:
El bosque de noche:
Águila blanquinegra en vuelo:
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