lunes, 18 de marzo de 2013


UN DÍA EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, PASO POR COMITÁN Y LAGOS DE COLÓN


Uno de los muchos lagos (o más bien lagunas) de Colón, que cae a la derecha formando una pequeña cascada

Lagartero, la zona arqueológica de los lagos

De vuelta en Tuxtla Gutiérrez nos instalamos nuevamente en la pensión que utilizamos como cuartel general, donde nos quedamos un par de noches más. Aprovechamos la estancia en la ciudad para visitar nuevamente las oficinas de la CONANP (Comisión Nacional de Áreas Nacionales Protegidas) el miércoles 30 de enero, para ver si concretamos alguna actividad para los próximos días, y quedamos con Rafa para ayudarle en el anillado de paseriformes en la periferia de la Reserva de la Biosfera de La Encrucijada durante toda la semana próxima.

Redes montadas a la altura de las copas
Al día siguiente salimos hacia San Cristóbal de las Casas, donde nos citamos con Eric, de Pronatura Sur, para ver si tenemos alguna oportunidad de colaborar con ellos en algún proyecto.
No concretamos nada, pero me apunto para ir a anillar chipes con él mañana a primera hora, en una estación de anillado que forma parte de un proyecto que esta asociación está llevando a cabo en un par de pequeñas reservas en la periferia de la ciudad, y que tiene como objeto de estudio a las parvadas (bandadas) mixtas de chipes o reinitas migratorios del género Setophaga  (=Dendroica), y más concretamente del escaso y amenazado chipe de mejillas amarillas (Setophaga chrysoparia).

Eric sacando un pájaro de la red


Quedamos a las 6:00 para montar las redes temprano, y las situamos mediante poleas rudimentarias a unos tres metros por encima de nuestras cabezas, a la altura de las copas de los árboles, por donde los bandos de estos hermosos pájaros se mueven en busca de alimento.

En total, atrapamos cuatro aves en el transcurso de la mañana hasta que recogemos alrededor de las once, aunque ninguna pertenece a la especie que buscamos.
Concretamente, capturamos un chipe blanco y negro (Mniotilta varia); dos chipes de Townsend (Setophaga townsendi), macho y hembra; y un colibrí  orejiblanco (Hylocharis leucotis), que se libera directamente sin anillar.

Macho (a la derecha) y hembra (en el centro) de Setophaga townsendi y macho de Hylocharis leucotis

De vuelta a San Cristóbal y después de recorrer un montón de librerías en busca de un libro sobre la historia del movimiento zapatista que no encuentro, recojo a Carmen y Sahara en la pensión y nos vamos en autobús a Comitán, bonito pueblo cercano a la frontera con Guatemala, donde nos quedamos a dormir. Allí me sube la fiebre, pues me ha debido de coger algo el frío con el madrugón de la mañana, y ya notaba algún síntoma de gripe antes de salir de Tuxtla, por lo que decidimos quedarnos una noche más.


El domingo me encuentro algo mejor, así que seguimos a los Lagos de Colón, el destino escogido para hacer algo de tiempo antes de ir a La Encrucijada.
Nos han hablado muy bien de este lugar y tiene muy buena pinta, con más de 40 pequeños lagos de aguas de color turquesa conectados entre sí y rodeados de bosque, pero lo encontramos atestado de gente, el lunes es festivo y parece que todo el mundo vino a disfrutar de los refrescantes baños en las lagunas. Yo me encuentro algo mejor y nos damos un paseo por toda el área, buscando algún sitio más tranquilo para bañarnos, aunque el día refresca un poco y solo Sahara prueba el agua, animado por un pequeño empujón que no le parece nada bien. El plan era el de salir a foquear por la noche, ya que el sitio tiene buena pinta, pero mi amiga la fiebre vuelve a visitarme y cancelamos los planes para dedicarnos al descanso.


En los Lagos de Colón existe una zona arqueológica llamada Lagartero, situada a un par de kilómetros de nuestro alojamiento. Su ubicación a la orilla de una de las lagunas hace que resulte un lugar muy especial, así que como me encuentro algo mejor, salimos a verla por la mañana.


El sol aprieta mucho y el recorrido transcurre durante un buen trecho entre campos de maíz, sin una sombra en la que resguardarse. Hacemos una parada y Carmen y Sahara se dan un baño mientras yo reposo un poco tirado sobre el suelo de madera de un puente.

Ese bulto en la sombra soy yo, agonizante
Después, en las ruinas, es todavía peor, y durante el ascenso a la pirámide principal del área, el calor es sofocante. Nada más llegar arriba y contemplar la panorámica que se divisa, bajamos rápidamente, pues yo ya no aguanto más. El resto del tiempo que dura nuestra visita me quedo tirado en una sombra, mientras mi familia recorre el resto de las ruinas y saca unas fotos del lugar. Más tarde, me arrastro penosamente hasta nuestra habitación, un cuarto miserable de paredes desconchadas y techo de hojalata, y me hundo entre la sábanas de nuestra cama, único mueble de la estancia. La fiebre subió, llegando a los 40 grados, temperatura que empieza a ser preocupante, así que intentamos hacerla bajar aplicando algunos trapos húmedos en cuello y frente. Al menos aquí tirado, descanso y no me encuentro mal.


Al día siguiente vuelvo a estar bien y seguimos con nuestros planes, así que después del último baño en unos lagos que hoy están prácticamente vacíos, continuamos en dirección a Acapetahua, donde quedamos con Rafa para las jornadas de anillamiento.

                                                          Más imágenes de los lagos y las ruinas:


















  













Sahara jugando con las hijas de los dueños de nuestra "cabaña":


Una de estas puertas es nuestro cuarto


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