lunes, 10 de marzo de 2014

CIUDAD DE PANAMÁ Y PARQUE NACIONAL CHAGRES. BUROCRACIA Y QUIRÓPTEROS EN LA ZONA DEL CANAL



Vista del distrito financiero de Ciudad de Panamá, desde la Cinta Costera del casco viejo




Trachops cirrhosus
Son las seis de la tarde. El sol ha dejado de alumbrar en el trópico americano y la claridad que todavía queda se pierde poco a poco, engullida por las sombras de la noche. 
La fauna del bosque realiza, como cada día, el cambio de turno entre los amantes de la luz y los habitantes de la oscuridad. 
La mayoría de los cientos de especies de aves que habitan en estas latitudes se retiran a sus lugares de descanso nocturno, mientras otros seres alados ocupan los nichos ecológicos que estas han dejado libres. 
Son los murciélagos.

Estos impresionantes mamíferos voladores son temidos, perseguidos y odiados por mucha gente, pero ante todo, son unos grandes desconocidos. La cultura popular contemporánea los relaciona con los temidos vampiros, chupadores de sangre. También se les tacha de sucias ratas voladoras, portadores de las más terribles enfermedades.

Artibeus jamaicensis
Nada más lejos de la realidad. 
La mayoría de los quirópteros son totalmente inofensivos, y ocupan prácticamente todos los nichos disponibles, existiendo murciélagos insectívoros, frugívoros, nectarívoros, carnívoros, piscívoros y hematófagos, que proporcionan un sinnúmero de beneficios al ser humano y, por supuesto, a los ecosistemas a los que pertenecen.
Importantes polinizadores, dispersores de semillas o comedores de insectos molestos y, en algunos casos, perjudiciales; noche tras noche colaboran a mejorar nuestra calidad de vida sin que nos enteremos.


Las alas de los murciélagos, únicas en su género
Equipados con algunas adaptaciones únicas entre los mamíferos, son los únicos miembros voladores de este grupo. 
Sus alas, formadas por una fina membrana que se extiende entre sus falanges alargadas, también son únicas dentro del mundo animal. 
Provistos de una vista bastante pobre para unos habitantes de la noche, dependen de un sofisticado sistema de sonar con el que detectan a sus presas mediante ecolocación y que les convierte en unos diestros voladores, que evolucionan con facilidad incluso en el interior de bosques espesos. 
La mayoría también dispone de un olfato desarrollado, que les ayuda en la búsqueda diaria de alimento, sobre todo en las especies consumidoras de frutos, néctar o carne.

Artibeus phaeotis

Y aquí, en el neotrópico, existe una amplía representación de cada uno de los distintos grupos, con más de 300 especies pertenecientes a unos 75 géneros de nueve familias y varias subfamilias diferentes. 



En Panamá participamos en una interesante jornada de captura y marcaje de estos fascinantes animales gracias a nuestro amigo Eric, de la Sociedad Mastozoológica Panameña (SOMASPA), aunque antes tuvimos que conseguir entrar en el país y llegar hasta su capital, algo que resultó más difícil de lo que pensábamos, debido a la estricta legislación migratoria del país.



El equipo en pleno trabajo



El día 8 de octubre de 2013 salimos tempranito de Puerto Jiménez, hacemos escala en Ciudad Neilly (desde donde felicito a mi padre por su reciente boda hace tres días), y llegamos a la frontera de Paso Canoas sobre las 9 de la mañana, algo más de tres horas después de comenzar el viaje. 
Sellamos nuestra salida de Costa Rica, cambiamos los últimos colones por dólares y nos dirigimos a la ventanilla de migraciones de Panamá. 
Hasta aquí todo bien, pero una vez más nos solicitan un billete de salida del país que no tenemos, así que presentamos la reserva falsa que ya habíamos preparado por si la necesitáramos. 
Pero esta vez no cuela. Dicen que es una reserva sin confirmar y que ellos necesitan el código de vuelo pagado y confimado. 
Tratamos de razonar y de convencerles, primero mintiendo y luego con sinceridad, e intentando que aunque sea nos den tan solo una semana para cruzar el estado y continuar hacia Colombia.
No conseguimos nada, y además somos testigos de como no dejan pasar a bastantes viajeros con el mismo problema que nosotros, así que decidimos esperar al cambio de turno y probar fortuna otra vez, con la mala suerte de que se repiten las mismas respuestas de antes y de que el máximo responsable es el mismo que por la mañana.

Esclusa de Miraflores, en el Canal de Panamá

Nos encontramos con dos posibilidades, o dar la vuelta y dirigirnos a otro de los tres puestos fronterizos que separan estos dos países, lo que conllevaría una buena inversión en tiempo y dinero en los transportes; o intentar falsificar de alguna forma un billete de avión que nos permita superar el trámite, cosa que podríamos hacer en un ciber sin tener que alejarnos demasiado de la garita migratoria. Sin dudarlo demasiado escogemos la segunda opción, así que maquillamos un antiguo billete de Montevideo a Madrid que guardábamos en el ordenador y lo convertimos en un Panamá-Madrid vía Bogotá válido para dentro de algo más de un mes.
Volvemos a la ventanilla, presentamos el billete junto con un extracto bancario que avala nuestra solvencia económica, dejamos caer al funcionario que nos ha estropeado el periplo latinoaméricano, y en pocos minutos ya estamos sentados en un autobús con dirección a David, camino de la capital panameña, después de más de cuatro horas de incertidumbre acerca del posible futuro de nuestro viaje.
Al día siguiente, y después de unas doce horas de autobús desde la frontera, nos instalamos en el mismo hostel en el que nos alojamos durante nuestras anteriores estancias en Ciudad de Panamá, en pleno casco viejo.

Pasamos un par de días en la ciudad antes de la entrada del sábado al Parque Nacional Chagres para la jornada de trampeo de murciélagos con Edgar, Jose Alejandro y Ana, miembros de SOMASPA.

Entrando en el Parque Nacional Chagres


Nada más llegar localizamos una bonita serpiente bejuquillo verde (Leptophis depressirostris) entre las ramas de un árbol, junto al campamento.
Preparamos el material y salimos a montar las redes, con la mala suerte de que nos pilla una fuerte lluvia en pleno trabajo. 
Acabamos calados hasta los huesos y sin ropa seca para cambiarnos (excepto Sahara), pero no nos importa mucho, sabemos que merecerá la pena.



Caminando hacia los puntos de muestreo

Colocación de las redes


Una buena mojadura, pero divertida 




Visitamos las redes aproximadamente cada hora y media entre las siete de la tarde y las cuatro de la madrugada, para lo que tardamos una media hora en cada vuelta. 
Una vez atrapados, los murciélagos son medidos, pesados, fotografiados y marcados con una anilla numerada. 
Esta anilla se coloca en un collar elaborado con una cadenilla de bolitas, hecha a medida para cada especie, y que se cierra en torno a su cuello. 
Después son liberados sanos y salvos de nuevo.


Atrapado en la red


Sacando un murciélago

Detalle del desenrrede











Medición del antebrazo

Cálculo de la edad mediante el estado de osificación en las articulaciones


Colocación del collar


Artibeus watsoni


Artibeus lituratus
La jornada terminó con un total de 22 murciélagos atrapados, pertenecientes a seis especies diferentes: Artibeus jamaicensis, A. watsoni, A. lituratus, A. phaeotis, Carollia castanea y Trachops cirrhosus
Un gran día de campo en el que aprendimos como manejar a los quirópteros, sacarlos de las redes, tomar las medidas adecuadas y colocar los collares identificativos. 
Incluso el más pequeño de la familia aprendió la forma correcta para sujetarlos y liberó varios ejemplares.







 



Cría de perezoso, asomando bajo el brazo de su madre


Además, observamos varias especies nuevas de aves (como Chiroxiphia lanceolata), de ranas (como Engystomops pustulosus) y de mamíferos, como el oposum Caluromys derbianus, la rata semiespinosa Proechimys semispinosus, un kinkajú (Potos flavus) o un perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmanni) con su cría; con lo que la experiencia resultó de lo más satisfactoria.
De vuelta a la ciudad, recibimos la feliz noticia de que Carmen tiene una nueva sobrina. Cloe nació a lo largo del día de ayer mientras estábamos en el monte. ¡Bienvenida!



Ranita sin identificar


Llamadas de cortejo de Engystomops pustulosus:




Ya con caras de mucho sueño











Laguna en Chagres
Pasamos ocho días más en la ciudad, mientras explorábamos las distintas opciones para el cruce del tapón del Darién, único lugar en que la carretera Panamericana se corta y donde no existe forma posible de cruzar por tierra a la vecina Colombia.
Hablamos con los capitanes de algunos veleros que realizan el trayecto Colón-Cartagena parando unos días en el archipiélago de Kuna Yala o San Blas, territorio gestionado exclusivamente por los miembros de la etnia Kuna, único ejemplo de autogobierno indígena en el continente americano. Pero es demasiado caro para nuestro presupuesto mensual.

Aunque nos apetecía bastante conocer este archipiélago paradisíaco caribeño, descartamos esta opción por un tema económico y decidimos que la mejor alternativa sería la de combinar un vuelo en avioneta desde la ciudad de Panamá hasta Puerto Obaldía -último pueblo panameño- con un par de recorridos en lancha (Puerto Obaldía-Capurganá-Turbo) y continuar luego en autobús ya en territorio colombiano. 
Una decisión que combinará economía, aventura y algo más de confort que el hacerlo todo en lancha, una opción muy utilizada por la mayoría de mochileros.


Así que además de reservar un billete para el vuelo del cinco de noviembre, primera fecha disponible, aprovechamos nuestra estancia en la capital para recoger un par de paquetes que esperábamos que llegaran a casa de Indra, una amiga que vive aquí hace algunos años y que conocí durante un interesante viaje invernal al círculo polar escandinavo. 
Con ella salimos un día a ver alguna actuación de danza contemporánea y a pasear con los niños al parque.


Otro día se celebraba un cumpleaños en un parque infantil cercano a nuestro alojamiento, así que al pasar por allí, aprovechamos y entramos para que Sahara disfrutara de uno de los pocos momentos en que se ven niños jugando en la calle. Como de costumbre, se integró rápidamente en el grupo, y hasta consiguió alguno de los regalos que es costumbre repartir en los cumpleaños de esta parte del mundo.






Proceso de vaciado en una de las esclusas. En la imagen de abajo, el nivel del agua en la esclusa donde se halla el barco ha bajado, mientras que el de la derecha subió para recibir un nuevo buque.

También aprovechamos para conocer las esclusas de Miraflores, algo que no hicimos en nuestras anteriores estancias en la capital panameña. 
Estas son unas de las compuertas que regulan el tráfico marítimo en el famoso Canal de Panamá, haciendo subir o bajar el nivel del agua en los canales para equilibrar la diferencia de altura de los océanos Pacífico y Atlántico, que ronda los 26 metros. 
De esta forma, cuando uno de los grandes cargueros que transitan continuamente entre los dos mares se introduce en la esclusa desde el occidente pacífico, esta se cierra y hace bajar el nivel de las aguas unos cuantos metros, para que el barco salga por el otro lado a un nivel más cercano al que encontrará a su salida hacia el oriente atlántico. Luego el nivel vuelve a elevarse para que un nuevo buque pueda realizar el paso sin tener que rodear el continente por el temido y peligroso Cabo de Hornos.

Nosotros observamos el proceso durante el paso de un par de grandes mercantes antes de volver a la ciudad, a unos 10 kilómetros de distancia, para lo que pedimos a otros visitantes de Miraflores si nos podían llevar, y resultaron ser miembros de la comitiva española de la Cumbre Interamericana, o sea, vasallos de Rajoy que nos acercaron a la terminal de autobuses de Albrook para coger un metrobús que nos acerque a la zona vieja.







En uno de nuestros muchos desplazamientos por el centro urbano, cuando nos dirigíamos a los cuarteles del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) a tramitar un permiso para visitar de nuevo el Parque Nacional Darién, tuvimos la suerte de observar la migración de rapaces desde el propio metrobús.
Una vez más pudimos disfrutar de un cielo totalmente cubierto de aves de presa (principalmente Cathartes aura, Buteo swainsoni y B. platypterus) que, al igual que ya habíamos visto durante un par de meses en Veracuz, México, se dirigen al sur durante su migración otoñal. Cada año, entre agosto y noviembre, unos cinco millones de aves planeadoras de distintas especies realizan un viaje de miles de kilómetros entre sus cuarteles de cría en America del Norte y sus áreas de invernada en el sur del continente. El caso es que hoy, probablemente debido a circunstancias climáticas, vuelan a baja altura sobre Panama City, pasando entre los rascacielos y casi rozando los vehículos que transitan por sus calles. Y nosotros las disfrutamos todo lo que podemos.
Para saber más acerca de esta migración, podéis visitar el siguiente enlace de nuestro blog:
Veracruz, Río de Rapaces. Un paraíso para los amantes de las aves de presa  




El día 21 de octubre dejamos la ciudad por unos días, camino de Metetí y del Parque Nacional Darién, otro de los lugares que merecen una segunda visita dentro de este viaje americano.
Más información sobre la capital panameña, el canal y sus alrededores en antiguas entradas:
Panamá. La ciudad, el canal y sus alrededores
Otra vez en Ciudad de Panamá. Isla de Taboga



Álbum de fotos:
Montando redes


Algunas capturas




Desenredando












Correcta forma de sujetarlos para extraerlos de la red sin recibir un mordisco




A punto de liberar




Artibeus watsoni

Trachops cirrhosus








Este es un macho






Artibeus watsoni

Artibeus jamaicensis, el más abundante

Artibeus phaeotis




Bosque

Hongos


Leptophis depressirostris

Engystomops pustulatus

Engystomops pustulatus

¿?

Sahara con una de las pequeñas ranitas


Jugando en el parque

De colada en un cumpleaños

Corte de rollo cuando intentaba sacar una foto del rodaje de una película sobre la vida
de Panamá Al Brown, famoso boxeador panameño de principios del siglo XX

Al final saqué una foto igualmente

Público de la etnia Kuna que observa el rodaje desde el balcón de casa

Algunos vídeos:
Serpiente bejuquillo verde:


Procesando murciélagos:





De migración de rapaces en la ciudad:

















1 comentario:

  1. Que bueno chicos, gusto conocerles. Ya saben en Panamá tienen un amigo, que les extenderá la mano en lo que pueda... gusto saber que están bien y avanzando por mas aventuras.... envidia pero de la buena... un abrazo al Shara igual para ustedes...ate.. Eric Donoso

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